Síntesis de lo anormal
El fútbol deformado por la violencia: un nuevo capítulo se vivió en Matute con un partido fragmentado en dos días a partir de la suspensión generada por el súbito retiro de garantías policiales al Alianza Lima - Cristal en pleno desarrollo del juego. Para coronar las singularidades, el criticado Lemos selló en la agonía de la reanudación el 2-2 con un golazo de tiro libre.
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Roberto Castro | @rcastrolizarbe Director General |
El eco de las vacías tribunas de Matute y la voz de Pablo Bengoechea escuchándose como si estuviera en la sala de su casa, salvo en el momento en que su voz podría haber sido más interesante: ante el gol -golazo- de Maximiliano Lemos que selló un empate tan inesperado como el hecho de que el estadio íntimo asista, mudo y despoblado, a un tanto tan importante por obra del futbolista más criticado en la institución en lo que va de 2017.
La postal del lunes por la mañana, ese espacio temporal en que la industria del fútbol peruano típicamente descansa lo que no pudo el fin de semana, resume la capacidad que tiene este producto-reflejo de un país disfuncional de asombrar, siempre, un poco más. Minutos antes, durante la reanudación, ya el propio Lemos había estrellado un tiro en el travesaño que las manos de Patricio Álvarez impidieron se convirtiera en el gol de la igualdad. Y en el último instante antes de que el partido se viera interrumpido el domingo 16 por la tarde, otro tiro libre, en ese caso de Alejandro Hohberg, había inquietado el arco celeste cerca del poste izquierdo.
Entonces Sporting Cristal, si bien tiene muchas razones -como todos- para quejarse de la anormalidad de un encuentro que indefectiblemente cambió de ritmo a partir de su corte y posterior reanudación, también va preso por un error puntual: haber cometido demasiadas faltas en las inmediaciones de su área. Renzo Revoredo y Omar Merlo se entienden cada vez mejor, pero a veces abusan en el cuerpo a cuerpo. Joel Alarcón no es infalible, pero las que sancionó se ajustaron al reglamento.
Lo irónico es que el cuadro rimense se había puesto en ventaja por esa vía del balón parado, en el mismo arco Norte de Matute, con un disparo perfecto de su infalible goleador Emanuel Herrera. Y esa jugada había marcado el trámite de un partido en el que la visita hizo sentir inferior a Alianza Lima en diversas zonas neurálgicas del campo. Principalmente esto ocurrió por los costados, zonas en las que tanto Luis Garro como Francisco Duclós la pasaron bastante mal en el uno a uno, aun cuando Gabriel Costa no haya estado en su mejor tarde y Marcos López, aun entonado por su reciente debut en la selección nacional, fue sacrificado para permitir el ingreso de Josepmir Ballón poco antes de la paralización.
Esa presión cervecera por las bandas permitió que el equipo de Mario Salas les ganara tanto el campo como la moral a los íntimos, también conscientes de que -en el que sí había sido un aparente yerro de Alarcón- no se les había cobrado un tempranero penal en contra por una mano de Hansell Riojas ante un disparo a boca de jarro de Herrera. En ese trance, la respuesta de Bengoechea fue buscar a como diera lugar el quiebre de líneas, con Kevin Quevedo recibiendo una nueva oportunidad en el frente de ataque íntimo y respondiendo con un pique corto, ante una desinteligencia de la zaga central cervecera, para colarse por el medio y marcar un empate que no respondía a lo que el trámite venía sugiriendo.
Lo que sí parecía más sensato a la luz de lo visto en esa primera media hora en Matute, más bien, era que Cristal volviera a tomar ventaja muy rápido. Y que ella llegara a través del flanco por el que López hacía puré a Garro, como ocurrió cuando el extremo cervecero lanzó el centro para que el voraz Herrera llegara a su gol número 30 en el Descentralizado 2018 con sutil toque corto, a la izquierda de un vencido Leao Butrón.
Desde entonces hasta que Alarcón comenzó a mirar con asombro a las tribunas para entender por qué desde el auricular le llegaba la orden de que tenía que suspender el partido, no hubo demasiado que hiciera variar el curso de un partido en el que Alianza seguía hipotecado a las carreritas de Quevedo, el empuje de Hohberg y algún eventual centro hacia Mauricio Affonso. En el centro del campo, Tomás Costa no estuvo muy afortunado -de allí que Lemos ingresara por él, para romper el anclaje del medio íntimo-, sobre todo en los manos a mano con un Horacio Calcaterra algo más rácano que otras veces a distribuir el balón, para más bien animarse por la individual.
¿Se habría animado Bengoechea a hacer entrar a Lemos con público en las tribunas? Su aporte terminó siendo determinante, es cierto; pero la verdad es que más allá de los tiros libres Alianza tampoco hizo demasiado en la reanudación como para suponer que terminaría rescatando el punto. Poco antes del final, Salas había optado por retirar al colombiano Yulián Mejía -bastante inquieto- para poner a Flavio Gómez, y aun cuando el ex Comerciantes Unidos le retuvo un par de pelotas en el campo íntimo, no fue lo suficiente como para evitar que en ese tercer tiro libre llegara la vencida para el pórtico de Álvarez.
En síntesis, fue un partido anormal. Extraño y divisible como solo puede suceder en un fútbol aparentemente condenado a la voluntad de quienes entienden que la violencia no se combate, sino que se la utiliza como herramienta, como commodity. Y que basta con que cada vez que ocurra una de estas cosas salga medio mundo a pontificar, a echarle al culpa a un tercero -que a veces ni siquiera existe-, a reprogramar partidos y a seguir haciendo rodar la pelota hasta que algo así vuelva a ocurrir y el runrún se repita.
El problema, que a la vez es la irónica solución, es que siempre habrá la chance de que exista un Lemos que se vuelva más noticia que todo lo anterior y componga la portada del lunes. O del martes.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Pedro Monteverde / DeChalaca.com, cortesía Gol Perú
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La ficha del Alianza Lima 2 - Cristal 2
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