Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLo que -por todo el morbo de la semana- se preveía como un enfrentamiento de artes marciales entre Rosario y Municipal devino en un pugilato ordinario con expulsados y nervios crispados de más. Un cabezazo de 'Charra' Rabanal a muy poco del final resolvió el 1-0 para el 'Canalla'.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Del morbo al aburrimiento puede haber un simple paso. Y del aburrimiento al descontrol, apenas dos. O acaso un par de golpes. Así lo demostró Deportivo Municipal en su visita al Rosas Pampa, saldada con una inesperada derrota sobre la hora.

Lo paradójico es que si algún equipo debía estar teóricamente tocado en lo anímico era Sport Rosario, sacudido por la intempestiva salida de Gerardo Ameli de su dirección técnica en medio de presuntas conversaciones del DT argentino con la directiva de Municipal para suceder a su compatriota -y también saliente- Marcelo Grioni. Por eso el partido era esperado; y por eso mismo el fiasco fue grande visto el desempeño de ambos equipos en la tarde-noche huaracina.

Lo cierto es que Municipal lució alterado y especialmente sensible a cualquier fallo del árbitro Luis Garay. El quiebre, después de un primer tiempo bastante anodino, se dio a poco de ir al descanso, cuando un codazo de Joao Ortiz se estampó sin miramientos en el rostro de Rolando Arrasco. ¿Qué le habrá dicho el volante del 'Canalla' al hasta ahora correcto lateral peruano-chileno para desatar tal reacción? Quedará como una de las incógnitas de esta jornada, pero lo cierto es que en el fútbol no hay lugar para arrepentimientos una vez mostradas las tarjetas. En esa crispación exagerada -porque la falta existió- comenzó a perder el partido Municipal, aun cuando llegara a parecer por un momento que no había forma de que un partido tan soso abandonara el cero.

Perea y Calderón sostuvieron uno de los duelos más interesantes de la noche huaracina. (Foto: Antony Cúper) 

Y el trámite sugería eso, en realidad, no solo porque la abulia fuera plena, sino porque tácticamente los esquemas de ambos equipos se neutralizaban. Rosario tiende a pegarse a la izquierda: por allí corre Jesús Rabanal y por allí también se inclina Pablo Lavandeira, y hasta el propio Arrasco tendió a hacer diagonales y partir desde allí para inclinarse hacia su sector natural -el derecho-. En contraparte, Municipal tenía por allí a un Rodrigo Cuba relativamente sólido y a un Ítalo Regalado correlón, y si se quedó descompensado al lado opuesto lo suplió rápido con el ingreso de José Guidino para cubrir el hueco dejado por la expulsión de Ortiz.

El problema fue que si para enmendar la primera roja Francisco Pizarro sacrificó a Masakatsu Sawa -ídolo siempre pero improductivo esta vez-, para cuando Erick Delgado entró en trompo y se trenzó a golpes con Carlos Beltrán -alguien con antecedentes de exabruptos-, tuvo que echar mano de Sergio Moreno, quien había comenzado a causar relativa zozobra con sus desbordes de contragolpe, para hacer ingresar y debutar a Jorge Martín Arteaga, portero categoría 1998 que de improviso recibió la confianza para estrenarse en la máxima categoría.

La opción en ese momento para 'Panchi' era sacrificar o al 'Pana' o a Pier Larrauri, quien venía haciendo un aceptable partido sobre la base de disparos de media distancia. Optó por lo primero, en parte porque en el duelo diez versus nueve Regalado podía ser reinventado como llanero solitario para sostener las contras que hubiere hasta el pitazo final del menor de los Garay. El otro técnico debutante del duelo, Rainer Torres, hizo solo sustituciones nominales: la más sonada fue la de Janio Posito por Luis Alberto Perea, resistido a más no poder en Huaraz pero tan improductivo como su reemplazante dadas las características del partido.

Rabanal fue nuevamente el héroe de Sport Rosario. (Foto: Antony Cúper) 

En ese marco, la historia cambió solo porque el recurso clásico de Rosario funcionó, así en el Verano como en el otoño del Apertura: el centro de Lavandeira, ahora contra su exequipo y casi al rescate del morbo perdido, y el cabezazo de Rabanal ante el indefenso Arteaga para que el Rosas Pampa se viniera abajo a 3' del final. Y ya: no hubo mayor ciencia que eso. Con 'Charra' y su testarazo corto se extinguió un partido llamado a la vibra y que devino apenas en una bronquita de marras muy por debajo de la expectativa.

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El Gol

Fotos: Antony Cúper


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