Foto: Prensa FPFEl Alejandro Villanueva vivió un almuerzo ameno con los desempeños de Cusco y Boys, traducidos en un peleado 2-2. El partido tuvo como notas saltantes la capacidad de definición rosada, los movimientos ofensivos imperiales y, sobre todo, el virtuosismo de Alfredo Ramúa.
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El panorama previo al encuentro no delimitaba altas expectativas: los dirigidos por Carlos Ramacciotti arribaban con dos empates a cuestas y dudas en el trabajo de la volante, mientras Sport Boys, con dos derrotas en el inicio y su recuperación frente a Deportivo Binacional, no destilaba favoritismo. Pero las primeras acciones resaltaron  una cuota de sorpresa y agilidad en los pies del cuadro imperial que se complementó  con una exhaustiva marca a la salida de la escuadra rosada, que a su vez acertó las únicas dos oportunidades evidentes de gol que fabricó. Esa fue la primera parte, pero el segundo capítulo fue mejor a partir del ingreso de los chimpunes naranjas de 165 centímetros de talento y de enchufados colaboradores en Cusco FC.

Así, no solo por Alfredo Ramúa pero principalmente por él, el jugado en Matute fue un encuentro para percibir con todos los sentidos. El trámite pasó de la intensidad del ida y vuelta a la supremacía individual; de lúcidas anotaciones a jugadas bruscas; de ofensivas pauteadas a esfuerzos espontáneos y, además, dejó la sensación que la performance fue en crecimiento y que el pitazo final la detuvo.

Vista: El alto contraste de los colores de las camisetas, negro para Cusco y rosado para Boys, fue inversamente comparable con el rendimiento del primer tiempo. El cuadro imperial iluminó el césped con un tránsito veloz por el mediocampo y profundos ataques, sobre todo por la derecha, con las subidas de Jair Céspedes, apoyado por un activo Matías Abisab. La 'Misilera', en tanto, expuso oscuridades para superar la marca en la mitad del campo y generar ataques, a lo que se sumó que perdió la pelota con rapidez, propuso balonazos en búsqueda de Joao Villamarín y Sebastián Penco sin peligro en su génesis.

Gonzales al cruce ante Alarcón. La sangre joven en ambos equipos estuvo a la altura de la intensidad del duelo. (Foto: Prensa FPF) 

Oído: El silencio de un estadio sin hinchas se rompió con profundos gritos, en especial los de bandera argentina. Si bien fueron cuatro los tantos, los más celebrados fueron los golazos. Primero, una triangulación con un toque preciso de Luis Ramírez; después, un taco de Joao Villamarín para que con una diagonal 'Motoneta' Penco, con potente derechazo, dejara sin chances al arquero Federico Nicosia; en el mismo arco, pero en el complemento, un vistoso remate de tiro libre del inspirado 'Chapu' Ramúa se clavó en el ángulo superior diestro del portero Patricio Álvarez.

Olfato: Entre sumas y restas, un olor favorable a Cusco se percibió a partir el dominio de la escuadra imperial durante casi todo el encuentro. Pero los rosados aspiraron un halo de efectividad que les permitió llevarse sorpresivamente una diferencia de dos goles al terminar la primera etapa. Tras el descanso, mejoraron la coordinaciones entre la primera línea de volantes con la salidas de Miguel Aucca y el apoyo de Matías Abisab y Jean Piere Mendoza -quien se ubicó por fuera-; ellas se reforzaron con las efectivas modificaciones que ordenó Ramacciotti, por lo cual Cusco estuvo a un tris de abrazar el triunfo, ya que estuvo dos veces cerca del tercer tanto.

Tacto: Un inexplicable suave toque de derecha de Ernest Nungaray en el punto de penal y sin marca frente a Federico Nicosia, a muy poco del final, dejó a los rosados sin el tercer tanto; así se extinguió la única posibilidad de gol de Boys en el complemento. Asimismo, el asistente Víctor Escobar contuvo el grito de Jorman Aguilar tras un potente remate que venció la valla cusqueña. El juez Augusto Menéndez tuvo dificultades para controlar las divididas, que provocaron fuertes roces, y las nueve tarjetas amarillas se quedaron cortas, pues de hecho no escarmentaron a ninguno de los equipos.

Ramúa y el gesto de todos a él: sin duda, el 'Chapu' transforma a Cusco en un equipo de otro fuste. (Foto: Prensa FPF) 

Gusto: El empate al finalizar la primera etapa parecía una hazaña para Cusco, pero al final le supo a trago amargo. El ingreso del iluminado Ramúa cambió radicalmente las perspectivas del equipo imperial, pues primero generó el autogol de Jesús Chávez y después empató con su especialidad: una prodigiosa pegada en las pelota detenida. Encima, casi coloca la cereza de su actuación con una vistosa entrada al área porteña, pero un tapadon del 'Pato' Álvarez salvó del tercero a los rosados y dejó con la miel en los labios a los conducidos por Ramacciotti.

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La ficha del Cusco 2 - Boys 2

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