Tiempo al viento
Cuatro fechas de sequía. Ochenta y ocho minutos de impotencia. Aurich no encontraba la fórmula para sumar de a tres. Hasta que llegó una mano dentro del área y Moisela facturó el 1-0 que devuelve la buena brisa a Chiclayo. Melgar reprimió nuevamente su protagonismo y se dedicó a defender el punto. Lo pagó caro: se vuelve a alejar de los puestos de vanguardia.
¿Quiénes dirigían a Aurich y Melgar la última vez que jugaron en Chiclayo?
Capturas: CMD
Tiene lo que tiene. Sobreabundancia de volantes, carencia de delanteros. Pero igual se las arregla. Donde algunos ven veteranía, él ve experiencia. Donde otros ven ausencia de gol, él ve nuevas variantes ofensivas. No es el mejor técnico del medio, pero Claudio Techera tiene su mérito. Conserva al Aurich en mitad de tabla. No es sensacional, pero sí cumplidor. Su campaña ha superado las expectativas, que a priori le pronosticaban un espacio entre los últimos cuatro puestos.
A DURAS PENAL
Aurich tiene un problema mayor, que trasciende su poco volumen ofensivo: depende en exceso de Michael Guevara, un jugador de comprobada técnica, pero con tendencia a esconderse un partido sí y el otro también. Su estructura es muy vertical: por izquierda, solo van los zurdos (Moisela, Zegarra y Gómez, todos ya trajinados), y por derecha, siempre los diestros (Guadalupe y Karl Fernández). Apenas José Luis Guevara es el único jugador que juega con perfil cambiado (zurdo, por la zona derecha de marca). Pero resulta insuficiente. Ello reduce su opción ofensiva al derroche de ganas, al empuje. El simpático técnico colombiano Gualberto Martínez diría que al Aurich le falta la curva diagonal.
Fuera de bromas, este equipo resiente la ausencia de un jugador por fuera en ofensiva. Holsen tiene que salir repetidamente del área, facilitándole el trabajo a sistemas defensivos particularmente entrampados como el de Melgar. Y si el único potencial acompañante que le queda, ante la salida de ‘La Rata’ Rodríguez, es Antonio Serrano, pues es mejor no decir nada que no sea el silencio.
Al menos, hoy los chiclayanos superaron sus propias limitaciones. En uno de los veintitantos tiros libres que hoy tuvieron, un balón impactó en las manos de ‘La Macha’ Zeballos, quien se había puesto como barrera, y el juez Diego Haro -sin errores específicos, pero dejándose mangonear por los jugadores con insoportable patetismo- decretó el penal. Moisela, fuerte a la mano derecha, avivó la alegría norteña. Y le dio una inyección de calma a Techera, injustamente vilipendiado por la afición chiclayana, en una relación tirante que él mismo incentiva con sus desafiantes declaraciones luego de cada victoria.
LO MISMO, PERO DIFERENTE
La antítesis de Techera, Gustavo Bobadilla (populachero y muy afín a la exigente gradería arequipeña), tampoco tiene muchas alternativas al jugar de visita. Su teoría es básica: defenderse, defenderse y defenderse. Pone dos paredes de cuatro -porque Zeballos y Romero apenas desdoblan- y deja correr su suerte a la pobreza creativa de sus rivales. A veces le sale, a veces no. Mucho más no puede hacer, pues no tiene jugadores con la velocidad suficiente para fabricar poderosos contragolpes. Apenas balones lanzados por alto, que dependen de un pivoteo de Mercado y de que el ‘Checho’ Ibarra esté en uno de sus buenos días. Eso no alcanza ni para cumplir la media inglesa. Por ello, difícilmente Melgar pueda aspirar a algo más que a quedar entre los siete primeros.
Así se explica el discreto nivel mostrado hoy en el Elías Aguirre: dos equipos que han hecho magia para tener cierto protagonismo en el torneo. Pero que hoy pusieron en relieve todos aquellos defectos que le pondrán un techo a su entusiasta participación.
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