Alianza para el conflicto
Crisis en la cancha, crisis en la dirigencia, crisis en la tribuna: Alianza se ha peleado consigo mismo. Un punto de nueve posibles configuran el peor arranque imaginable. Sin mayores apremios, Bolognesi consiguió su primera victoria del año ganándole 0-1 en Matute. Y Reynoso encontró el mejor envión anímico de cara a los próximos partidos coperos.
Capturas: CMD
Alianza está polarizado hasta en sus decisiones. Si el vetusto plantel de 2007 se sostenía con bastón, esta pueril versión 2008 apenas gatea. Sus dirigentes, más por obligación que por convicción, se vieron obligados a promocionar juveniles, maquillando la crisis como “política deportiva”. Creyeron que con Arrué era suficiente. Que el chileno iba a llegar y que mágicamente reverdecería un equipo como el del '93. Nada más lejos de la realidad.
EL CLUB DE LA PELEA
Van tres fechas, ningún triunfo y múltiples disputas. Las listas electorales no ceden en sus respectivas ambiciones y el club permanece acéfalo. El Comando Sur se divide en las graderías, disputándose qué facción insulta más a su equipo. Jayo se enemista con los árbitros, Manco con su propia inmadurez. Con los nervios tan crispados, parece claro que la solución va mucho más allá de si juega o no Johnnier Montaño.
Respecto a la tarde-noche de este miércoles, hay conclusiones que pueden sacarse. Algunas positivas: Bologna es un arquero que viene dando más seguridad que la que ofrecía su escueto currículo. Molina y Hurtado son buenos prospectos de esta nueva camada y deben alternar con frecuencia. Trujillo (irresponsablemente expulsado) podría asumir una banda izquierda que con Reaños no gravita. Y Manco siempre generará fútbol y entusiasmo si tiene la cabeza cien por ciento puesta en los partidos. Pero también están las malas, que son las que vienen imponiéndose. El equipo es liviano y no encuentra ni apoyo ni ejemplo en los referentes más importantes. El próximo y casi seguro retorno de Johnnier Montaño es una moneda al aire: puede tomar tiempo que el colombiano se ponga en nivel. Las dos actuaciones de su compatriota Serna solo han provocado desilusión; y si bien algunos piensan que “hay que esperarlo”, tampoco puede dejarse correr el reloj cuando el único referente de gol (es un decir) que le queda a los íntimos es Renzo Benavides, un delantero altamente prescindible.
EL PLACER DE SALIR DE CASA
Bolognesi tiene un estigma y se llama Tacna. Ya se ha abordado ampliamente sobre la falta de compromiso que tiene con su equipo la ciudad fronteriza. Este desapego, para bien o para mal, hace que Bolognesi sea un equipo más temible jugando de visita que de local. No porque sea un equipo especulador ni contragolpeador, ni porque los embates locales lo acomoden mejor. Todo lo contrario: como hoy, los tacneños suelen tomar la iniciativa en sus visitas. Rara vez reciben un gol antes de haber marcado otro. Con estas perspectivas, podría retomarse en algo la esperanza que sus dos primeras y decepcionantes actuaciones coperas esfumaron: en la Libertadores, a Bolo ya solo le queda un partido de local. Los demás serán de visita. Eso es un alivio.
Es cierto, este Alianza no es gran referencia para sacar conclusiones. No es ni Flamengo ni Nacional; ni siquiera Cienciano. Pero, al menos, la circunstancia del triunfo parece una inmejorable ocasión para reacomodarse. El equipo recuperó su orden casi milimétrico, con una zaga impasable (Balbín y Ostersen), un lateral que se convirtió en figura (Cortés) y su tradicional rombo de mediocampo que ya se conoce más de lo necesario. Además, recuperó al hijo pródigo del gol: Miguel Mostto. Su impecable definición ante Bologna podría abrir margen para más alegrías. A diferencia de su rival, Bolognesi volvió a estar en el bolo.
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