La Resaca del Sábado: Hay cama para cierta gente

Prevalencia de criterios
En Alianza algo huele feo y no es cosa de hoy. Hace algunas semanas, cuando todo parecía marchar bien y los íntimos se alzaban en la punta, algún diario local publicó que existían ciertos roces entre los más jóvenes del plantel con Wilmar Valencia y su asistente Jorge Cordero. Noticia extraña y que, para quien tiene ojo detector, de esas que suelen "filtrarse casualmente" a una redacción cuando se pretende perturbar el trabajo de un técnico. Oh casualidad: después de eso, el equipo comenzó a perder partidos al hilo, algunos de forma inexplicable como el sábado pasado ante la San Martín y otros de manera muy explicable como este ante Cienciano, que desnudó la apatía de buena parte del plantel íntimo.
¿Quién puede estar queriendo perturbar a Valencia? No es difícil darse cuenta: la misma gente que siempre torpedea, desde el entorno del fútbol o desde el periodismo, cualquier intento de mostrar seriedad de parte de algún profesional. En buena medida, es la misma gente que lo torpedó en 2005, cuando en su primera etapa en Alianza quiso imponer disciplina contra Jayo y Rebosio y acabó siendo sustituido él y reemplazado por Roberto Chale, un extraordinario ex futbolista y quizá de las personas que más sepan de fútbol en el medio, pero con defectos para hacerse cargo de un grupo que por respeto a quien fue como jugador acá no cabe detallar. Igual, con Chale de por medio ganaba mucha gente: la que podía juerguearse, la que podía vivir a partir de apañar esas juergas y la que podía vender a partir de las declaraciones altisonantes que quedaban en el camino. Era el negocio que una personalidad como la de Valencia no permite.
Es parte de esa misma gente, curiosamente, la que suelta "chiquitas" contra las administraciones temporales. Tanto contra la de Alianza como contra las de otros clubes, a pesar de los esfuerzos de modernización que han venido efectuando en la gestión. Este sábado en Matute, por ejemplo, en las cuatro tribunas hubo empleados del club y gente del Comando Sur ataviada de chalecos amarillos para garantizar la seguridad. ¿No es acaso una excelente manera de, simultáneamente, reducir costos y proporcionar control a las tribunas? Es necio, pues, a la luz de ejemplos como este, del de Universitario con su festival Universo Crema o el de Boys imprimiendo en las entradas de sus partidos los rostos de sus ídolos, decir que las administraciones temporales no están contribuyendo a modernizar el fútbol. Porque al menos, en poco más de un año han tenido ideas más creativas -y marketeras, y administrativamente viables- para revalorizar sus respectivas marcas.
Es claro también que un grupo de jugadores jóvenes es fácilmente influenciable. Sea por ex jugadores que se niegan a perder su posición de prevalencia en el camarín, por periodistas que ven amenazado su commodity informativo para vivir de él o por dirigentes enquilosados que se resisten a entender que lo suyo ya fue. Todos tienen estímulos para, aun externamente, controlar que el técnico de Alianza no tenga todas las facilidades del caso para trabajar en paz. Por tanto, corresponde a la administración temporal íntima ponerse los pantalones largos y respaldar a su DT en momentos, sobre todo, en que también hay quienes quieren discutir la figura de las administraciones temporales en sí. Por lo pronto, la tribuna ya hizo sentir ese respaldo de manera tácita: contrariamente de lo que quizá algunos querrían, los gritos al cabo de la derrota ante Cienciano no bajaron dirigidos hacia el entrenador, como es costumbre en el medio, sino frontalmente hacia la voluntad de los jugadores para cuestionar sus deseos de vestir la blanquiazul.
Ambivalencia táctica
Por supuesto, todo lo mencionado anteriormente no exime a Wilmar Valencia de cometer errores ni de haberse equivocado gruesamente en materia táctica, sobre todo en los dos últimos partidos de Alianza. Está dicho que ante Huancayo el miércoles patinó al experimentar con Wilmer Aguirre de volante por derecha: el 'Zorrito' jamás la vio y acabó yendo a su lugar original con el correr de los minutos. Pero ahora los errores fueron más y dispersos.
Así, esta vez Alianza saltó con un 4-línea-2 en el que Anderson Cueto, jugador zurdo como pocos, corrió por banda izquierda: lució incómodo por tener que hacer casi de manera permanente la diagonal para buscar su perfil. Sergio Peña, un muchacho talentoso pero que requiere espacios y cierta posición ofensiva para explotar sus condiciones, jugó casi a la misma altura de Beltrán y en función de hacer algo que le cuesta mucho, que es recuperar balones. Con decisiones como esas, de las que además debe arrepentirse al cabo de los primeros 45' porque no funcionan, Valencia les da carne de cañón a sus detractores. Terminó de consagrar su nefasta jornada el DT íntimo con el cambio de Albarracín, un volante de marca, por Cueto, un creativo, una vez que ya estaba abajo en el marcador. Hay que saber ayudarse un poco, también.
Rumbo matador
Sport Huancayo es líder del Descentralizado y eso no es casualidad. Está dicho hasta el cansancio en esta página web que mantener una base de uño a otro y pulirla es, en el fútbol peruano sobre todo, la llave que conduce a varios tipos de éxito. Eso ha hecho el equipo de la 'Incontrastable': sumar piezas dispersas a un engranaje que, de un año a otro, solo muestra las novedades de Cord Cleque en el carril derecho y ahora el brasileño Kleyr Vieira como '9' titular ante la ausencia del 'Checho' Ibarra.
Lo interesante es que el paso de Huancayo por Cajamarca, además de ratificar la contundencia de lo que ya tiene, le permitió a Marcelo Trobbiani ensayar algunas jugadas tácticas. Debutó el brasileño Rafael Lopes, el tercero en haber llegado junto a Kleyr Vieira y Andrey Nunes de Almeida, pero lo más importante estuvo en ofensiva: después de cinco años, Christian La Torre, el ex 'jotita', consiguió anotar un gol en Primera División. Buen acicate para que el equipo cuente con variantes tras el duro golpe que ha significado la ausencia forzada de Ibarra, ídolo y referente máximo del aficionado del 'Matador' que hoy brilla en lo alto de la tabla. Así, el equipo juega a la manera de Trobbiani: agresivo y furioso, aun cuando el DT, felizmente, todavía no ha hecho de las suyas contra los árbitros al lado de la línea de cal en lo que va del año.
Rumbo perdedor
La San Martín pareció querer dejar en claro en Ayacucho que lo que ocurrió el sábado pasado en Matute fue un mero lunar en un año caótico. Al equipo de Orlando Lavalle, una vez más, no le salió nada: encajó los goles en los peores momentos, cometió un autogol vía Jack Safra y encima desperdició diversas ocasiones de gol que un equipo que se abate en la cola no está en condiciones de dejar pasar.
Por ánimos, lo que la San Martín requeriría hoy es once Maximilianos Giustis. El argentino se mata en el ataque y se demuele por hacer las cosas bien, pero él solito no puede. En el Ciudad de Cumaná, tuvo las más claras, pero la puntería no lo acompañó o no tuvo el aire suficiente para llegar a conectarla. Debutó Deza, pero pasó desapercibido como acompañante ofensivo del gaucho y de Perea, otro que cuando quiere entierra bien la cabeza y no hay quien se entere de que está jugando. ¿Si se resuelve lo de Polo habrá solución? Por ahora, ni la endodoncia más refinada pareciera capaz de aportar soluciones en Santa Anita.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com; Jorge Cabanillas; José Luis Cabrera / DeChalaca.com
