Y ahora, ¿cómo es?
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Manolo Núñez | @Manolonf Columnista Editorial |
El reglamento de la presente edición de la Libertadores debe ser el documento que solucione la actual situación de desconcierto que se vive alrededor de la segunda final que se debió jugar el sábado en el Antonio Vespucio Liberti de Buenos Aires. Pero de una revisión, el mencionado cuerpo normativo deja mucho a la interpretación.
Es así que por la mañana de hoy martes la Conmebol envió un comunicado señalando que al amparo del artículo 35° de la competición, el partido no se jugará en Argentina y queda por definir la fecha exacta -que será el 8 o 9 de diciembre- y el lugar del partido. Así, la Confederación Sudamericana asume, como bien lo empodera en todo momento el reglamento, a decidir en cualquier instancia qué sucederá con su competición más importante.
Habrá que ver la opinión de ambos clubes, dado que más allá que los argumentos de River de que el ataque al bus que transportaba a los jugadores de Boca sucedió fuera del primer cerco de seguridad, el artículo 8.2 del Reglamento Disciplinario de la Conmebol le da la responsabilidad al club local de la seguridad y el orden tanto en el interior como en las inmediaciones del estadio. ¿Estaba el bus en las "inmediaciones"?. Para River no, para Boca sí. La interpretación de la palabra depende de la Conmebol -y en específico del Tribunal Disciplinario que recibió el reclamo de Boca- con lo que habrá que ver qué prima.
En todo caso, ha quedado claro que para el presidente de la institución, Alejandro Domínguez, el partido se va a disputar sí o sí, con lo que si la presión política pesa sobre el Tribunal, podemos ir adelantando que el reclamo de Boca no será aceptado en el extremo de darle la victoria y por ende el título de la Libertadores. En ese escenario, al equipo xeneize le quedará la decisión de presentarse o no al partido de vuelta que organice la Conmebol.
El artículo 179° del reglamento de la competición señala que en caso un equipo no se presente a jugar se considerará que pierde el partido y como regla general será excluido de la participación de la competición. Así, la no presentación de Boca a donde se dispute la segunda final le dará automáticamente el título a River.
Este es el escenario de cara a lo que será (o no) la segunda final de la Libertadores. Con un reglamento que deja mucho a la interpretación, es de esperar que a las finales prime los intereses políticos de la Conmebol -que necesita un campeón y un partido por un tema de ingresos- por encima de lo que podría considerarse justo. ¿Merece alguno ser campeón luego de lo acontencido en una sociedad convulsionada como la argentina y que utiliza el fútbol como vehículo para perderse en la violencia? Cada uno podrá responderse esa pregunta.
Foto: EFE
