Una ley sin nacionalidad que pide chepa
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Jorge Frisancho | @wolfs_venom15 Redactor |
Setiembre de 2002. José de La Cruz Torres Sáenz, conocido popularmente como 'Chepe' -entrenador colombiano que hasta junio de 2018 dirigió a la Universidad de Costa Rica de la Primera División de ese país- llegó a Alianza Lima como reemplazante de Franco Navarro, quien no colmó las expectativas tras su destacada campaña con Estudiantes de Medicina en el año anterior. Hasta allí, nada sonaba extraño si no fuera por una curiosa razón: el elenco blanquiazul se convertía en el tercer equipo que el exasistente de Édgard Ospina dirigía en el mismo año -y en un mismo torneo, el Clausura-, pues empezó dicho campeonato en el extinto Deportivo Wanka y, entre la quinta y la undécima fecha, estuvo en Alianza Atlético. Con ello, surgieron muchas críticas debido a un potencial conflicto ético por parte del entrenador colombiano.
Debido a esta situación en particular, a partir del año siguiente -y en adelante-, las bases del torneo nacional estipularon en un artículo -que se denominó coloquialmente 'Ley Chepe'- que un técnico no puede dirigir a dos equipos dentro de un mismo campeonato. En otras palabras, por ejemplo, cualquier entrenador que ya haya formado parte de algún club en el Torneo Apertura, no puede entrenar a otro equipo hasta el inicio del Torneo Clausura. Todos los clubes estuvieron de acuerdo con esta medida desde un principio; sin embargo, como reza un viejo dicho, hecha la ley, hecha la trampa. Con el transcurrir de los años, los propios clubes encontraron la forma de poder contratar entrenadores que ya han dirigido a un club en el mismo torneo: hacerlo bajo algún otro rótulo hasta que puedan formalizarlos en sus auténticos cargos en el torneo siguiente.
Este tema vuelve a tomar importancia en los últimos días por el caso de Fernando Nogara: el técnico argentino dejó la dirección técnica de un complicadísimo Sport Rosario -no solo en lo deportivo, sino también en lo económico- en pleno Torneo Clausura para asumir como director deportivo de Real Garcilaso. A la vez, el elenco cusqueño anunció la contratación como entrenador del primer equipo de Víctor Reyes Condori, quien hasta hace poco era uno de los entrenadores de las divisiones menores de Alianza Lima. Este hecho ha provocado que muchos técnicos -sobre todo, peruanos- eleven su voz de protesta porque sienten que Nogara será el "verdadero" entrenador de Real Garcilaso y que Reyes solo aparecerá en las planillas de manera formal dado que las bases no permiten al técnico argentino dirigir oficialmente.
La crítica ha sido muy dura respecto de este acontecimiento, principalmente porque Julio César Uribe -según él mismo ha revelado- estuvo muy cerca de ser contratado por el elenco imperial. De hecho, el ‘Diamante’ mostró en televisión su absoluto rechazo a la decisión de Real Garcilaso y dejó entrever que existiría una especie de colusión entre técnicos de nacionalidad argentina para colocarse en los clubes nacionales, aun a costa de emplear a otros entrenadores -como Reyes Condori- en función de aparente pantalla.
Sin embargo, si se revisan las estadísticas, no sólo técnicos extranjeros se han visto involucrados en situaciones como las de Nogara. Por ejemplo, en 2005, Rafael Castillo Lazón no pudo empezar inmediatamente en la Universidad San Martín debido a que ya había estado en Unión Huaral, y formalmente el DT santo fue Víctor Rivera; en 2010, Juan Reynoso dirigió "desde fuera" a Juan Aurich debido a que ya había sido técnico de Universitario, y en el banco apareció Daniel Valderrama; y, en 2012, Wilmar Valencia tuvo que esperar casi veinte fechas para poder dirigir de manera oficial en Sport Huancayo, mientras aparecían hasta cuatro otros nombres en los registros oficiales. Por tanto, queda claro que la sacada de vuelta a la norma se da tanto por entrenadores nacionales como extranjeros, por lo que poner el foco en el pasaporte de los técnicos en cuestión es impreciso e insulso, y acaba desvirtuando -y hasta deslegitimando- la discusión de fondo.
Está claro, pues, que la 'Ley Chepe' es un saludo a la bandera, porque son los mismos dirigentes los que inventan cargos a los técnicos que están impedidos de dirigir -el caso más insólito fue el de Édgard Ospina en Unión Comercio en 2013-; y, a su vez, son los mismos entrenadores -de la nacionalidad que fueren- los que se prestan a trabajar en esas condiciones, por lo que acaban siendo tan culpables de prolongar el vicio como los dirigentes. Por cierto, acaso nada tendría nada de malo que los DT migraran de un equipo a otro en un mismo torneo en caso fueran despedidos de manera intempestiva o arbitraria de sus clubes previos; como suele suceder, la norma -al menos tal como está estipulada- hace pagar a justos por pecadores.
En conclusión, no tiene caso mantener una norma que de por sí es incumplida en un sentido estricto. Y además, no tiene sentido sindicar a técnicos de cierta nacionalidad como aquellos que, aparentemente, no respetan los códigos de su gremio, pues está más que comprobado que los entrenadores peruanos también aceptan trabajar así.
Foto: Prensa Real Garcilaso
