Adrián Cabrejo | @adriancabp
Director periodístico

Perú y Estados Unidos se ven las caras exactamente 22 años después del primer triunfo peruano ante el seleccionado norteamericano. Muchas cosas cambiaron desde entonces en una selección que se fue vapuleada de nuestra capital -lamentablemente no solo por cuestiones futbolísticas- y que ahora se convierte en una nueva prueba para los comandados por Ricardo Gareca.

Aquel partido del 16 de octubre de 1996 en el Estadio Nacional acabó con un inapelable 4-1 para Perú gracias a los goles de Roberto Palacios, Percy Olivares, Paolo Maldonado y Nolberto Solano; Dario Brose había igualado transitoriamente para los entonces dirigidos por Steve Sampson.

La goleada quedó manchada por los gritos racistas al jugador estadounidense Jean Harbor, quien incluso tuvo que pedir su cambio en el minuto 32. Pero al margen de la anécdota sumamente negativa –algo que al parecer hoy cambió para bien en nuestros aficionados-, en 1996 los norteamericanos llegaron a Lima con un plantel bastante joven que sucumbió ante los nuestros.

En el tiempo antecede a ambos solo un proceso: el de Perú con Ricardo Gareca, que data de 2015 y se distingue de los anteriores en el hecho de tener una conexión menos directa entre el trabajo de los seleccionados menores y el adulto. Pero que pese a eso, hoy está aplicando a un colectivo potenciado por los resultados favorables una renovación que lo vincula estrechamente con aquella Sub-20 que en 2013 tuvo protagónico papel en el Sudamericano jugado en San Juan y Mendoza.

Hoy si bien la selección dirigida por Dave Sarachan intenta llevar a cabo el recambio generacional luego del fracaso en el último proceso eliminatorio, nadie duda de que se trata de un rival competitivo que exigirá al máximo a Perú. Estados Unidos evolucionó en las últimas dos décadas, y lo hizo en base al trabajo sostenido y a la par del crecimiento de su liga. También aprovechó el reclutamiento de algunos jugadores con doble nacionalidad, sobre todo en la etapa de Jürgen Klinsmann.

Si bien esta vez no encontramos a un cuadro con una figura que resalta nítidamente como en su momento lo hizo Landon Donovan, sí encontramos a un conjunto que saldrá a buscar el partido y que intenta consolidar una propuesta con Timothy Weah, hijo del mítico George Weah, como principal esperanza a futuro ante la ausencia de Christian Pulisic.

Estados Unidos saldrá a atacarnos y no se guardará nada. En 1996 llegó a Lima con la esperanza de obtener un buen resultado, pero con la incertidumbre de enfrentar a una plantilla a la que Juan Carlos Oblitas aceitaba poco a poco. Veintidós años después de aquel 4-1 no apelará a la especulación y los nuestros tendrán que esforzarse el doble si quieren conseguir un marcador similar.


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