De cómo el Madrid y el Barcelona intercambiaron la tristeza por la alegría en 2007-2008.

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Tras la caída ante la Roma en Champions, era difícil prever un final de temporada tan feliz para el Madrid (Foto: gazzetta.it)Todo empezó el cinco de marzo del presente año. La expectativa para el partido de vuelta en el Chamartín era grande. Venía la Roma y se buscaba el pase a cuartos de final. Todo salió cuesta arriba y por cuarto año consecutivo el Madrid era eliminado de su competición. Fechas después, en La Liga, dos derrotas consecutivas ante Depor y Valencia bajaban los humos a los merengues.

Esas caídas cambiaron muchas cosas. Desde entonces, el Madrid nunca volvió a perder e inmediatamente en la siguiente jornada y frente al Sevilla se ofreció una exhibición de fútbol. La cosa mejoraba: era puntero con amplia ventaja y el nivel mostrado resultaba más que aceptable. Van Nistelrooy mojaba cada partido, Raúl rompía record igualando a un histórico como Santillana con 290 goles en Primera y Casillas, como siempre, estaba para salvar cualquier peligro. Pero los fantasmas de la Champions estaban presentes. La exigente hinchada seguida dolida por el fracaso europeo. El equipo era criticado por no poder alcanzar un nivel internacional de acuerdo con sus pergaminos. De reojo se miraba como el archirival catalán se deshacía de su llave fácilmente ante el Celtic. Sana envidia.

Pasaron las semanas y la situación giraba a mejor. Olvidada ya la Champions, el objetivo principal merengue era el bicampeonato. Los culés seguían esquivando ruedas y por cuartos eliminaban al Schalke alemán. Pero todo fue un espejismo para los de Rijkaard; la crisis interna empezó con el bajón de Dinho. Un jugador que tanto le ha dado al Barcelona no podía ser tan criticado.

La Liga ya estaba sentenciada, salvo catástrofe el Madrid iba a ser campeón otra vez. Se sacaban pronósticos para ver en qué fecha caería. En la acera del frente, el Barça comenzaba a dudar. Jugaba contra el Manchester, el favorito de todos. Y Messi recién volvía de una lesión y lucía un juego muy atípico a su nivel. Los blaugranas arriesgaron todo por la Champions. En un partido que perdonaron mucho, solo empataron a cero en el Camp Nou. Schuster vivió la historia opuesta al triste destino final de Rijkaard (Foto: As.com)Volvía a la Liga y perdía con el Depor. La vieja Cibeles ya escuchaba gritos de campeón. Finalmente se consumó su eliminación. Messi estuvo opacado y Van der Sar más inmenso que sus 197 centímetros. Todos cabizbajos volvían a la ciudad condal con el honor por los suelos.

Pero todavía quedaba lo peor. Era seguro que Frank Rijkaard no continuaría. Ronaldinho tentaba ofertas del Milan, Eto`o era pedido por Juande Ramos para el Tottenham. Se descuadraba la plantilla y ante el Valencia, el último fin de semana, vivió una de las más tristes goleadas que haya conseguido. El único feliz, el joven Bojan Krkic, que consiguió el récord de goleador debutante en una temporada.

El juvenil catalán forma parte de una historia muy irónica en Can Barça. A principios de año, con la llegada de Henry, el principal problema blaugrana era a quién colocar en el tridente ofensivo. Ha variado en infinidades de ocasiones. Pero en algunos partidos los titulares llegaban a ser Krkic y Dos Santos. Gastarse millones para tener canteranos era una absurda estrategia. No es por menospreciar a estos dos jóvenes talentos, pero les falta mucho por cuajar. Krkic tuvo el empate en Old Trafford pero su inexperiencia le impidió lograrlo. Todos los riesgos tienen sus peligros.

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