Único dilema

Con la dramática consagración de Atlético Mineiro a manos de Olimpia, la Libertadores le bajó el telón a su edición número 54. Si bien el partido tuvo una dosis de emotividad y dejó con dientes apretados a los que estuvieron dentro y fuera del Mineirao, nuevamente saltó a la palestra una interrogante que año tras año se ha ido formulando y que, dado el crecimiento económico en esta parte del continente, parece estar al alcance de los requerimientos básicos que podría solicitar la Conmebol: el de efectuar la final del máximo torneo continental a un solo partido en cancha neutral, tal como ocurre en Europa con la Liga de Campeones y la Europa League (también sucede lo propio con la Liga de Campeones asiática).
¿Estamos preparados para variar el formato de definición? Sí y no, aunque habría que hacer un par de distinciones. El primero, y acaso el más positivo, sería el aspecto futbolístico. En esa línea, es indudable que una definición a partido único generaría un grado de expectativa mayor al que habitualmente se observa en cada ciudad que celebra su respectiva final. Cómo es evidente, los ojos de latinoamérica estarían enfocados a una sede fija y, como consecuencia de ello, el efecto de vender una final anticipada desde el inicio del torneo le otorgaría mayor exposición al producto a nivel mundial, indistintamente de los equipos que accedan a la ansiada definición.
Asimismo, un detalle importante desde el plano futbolístico es el hecho de que, al jugar una eventual final de la Libertadores a partido único, los equipos tendrían un plan más calculador para encarar sus partidos; ergo, quemarían menos recursos y tendrían una carga no tan agotadora, con lo que podrían garantizar una mejor exhibición a la hora de pelear por la estrella continental. Dicho sea de paso, a esto se le puede añadir la reducción -o paridad- del efecto climático que en algunas ocasiones se presentan con los finalistas, al ser uno de ellos de una zona tropical, o el tema de altitud que, bien que mal, le otorga una ventaja al equipo que se encuentra varios miles de metros arriba del nivel del mar.
Por cierto, en términos de estructura, en esta parte del continente hay exactamente 50 estadios que sobrepasan el aforo de 40 mil espectadores, requisito mínimo que exige la Conmebol para albergar una final de Copa Libertadores. Y, si bien entre Brasil y Argentina se reparten el 50% de escenarios con dicha condición, en todos los países sudamericanos hay por lo menos un estadio con la capacidad permitida por el ente continental, razón por la cual no parece descabellado aplicar esta variante en los próximos años, más aún si la cifra se podría incrementar.
No obstante, si se mira el aspecto organizativo, uno se topa con algunas situaciones que, a la larga, resultan siendo las principales trabas por las cuales la Conmebol no mira con absoluta certeza la posibilidad de variar el modo de definición de la final copera. Una de ellas, sin duda, es que el desplazamiento en Sudamerica es geográficamente complicado, a diferencia de lo que ocurre en Europa, donde las ciudades están más interconectadas y se puede hacer un desplazamiento por diversos tramos a punta de trenes. A ello habría que agregarle que en nuestro continente los gastos de transporte son más costosos.
Un punto importante, por cierto, también está enfocado al hecho de que la aparición de clubes finalistas a veces resulta ser volátil; ergo, de clubes no tan populares, por lo que se podría asumir como un riesgo económico al no tener la certeza de un exito garantizado en términos de recaudación y marketing. De lo que sí no hay dudas, eso sí, es que una variación en la modalidad de definición de la Libertadores le va a dar mayor prestigio al torneo, detalle que bien se podría imitar -y hasta experimentar como punto de partida- en la Copa Sudamericana, y le caería perfecto a la imagen de una Conmebol que constantemente opera de forma irregular.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: AP, AFP

Lo que también creo es que se deberÃa hacer por rotación, que cada año un paÃs distinto la acoja, pero que esta posibilidad motive también a que algunos estadios se le hagan ciertas inversiones.
Creo que le harÃa un bien al fútbol sudamericano!!!