Un aplauso bien macho
Con treinta años a cuestas, ya no se le puede decir “si quisieras”. Ocurre que el tiempo pasó y él no supo aprovechar su habilidad: ese empuje que tenía y que hacía delirar a todo aficionado con el proyecto de un marcador izquierdo que tanta falta le hacía al país. Desde joven, la habilidad que demostraba llenaba los ojos de cualquier técnico. Osvaldo Piazza le dio la oportunidad en la máxima categoría y no defraudó: Mario Augusto Gómez Urbina (Callao, 20 de mayo de 1981) era una promesa.
Pero la promesa se quedó en el tiempo, pues Mario Gómez se convirtió en un ‘Machito’. Aquel hombre con problemas extrafutbolísticos que opacaron la gran carrera que tenía por delante. Que acabaron dibujándole la imagen del clásico matón que solo se dedicaba a intimidar e insultar con una autosuficienciaque demostraba, jugando, de vez en cuando, en el rectángulo verde.
Este domingo en Huancayo, él se fue por la tangente y nos hizo recordar al Mario Gómez que queremos ver: el jugador con proyección, que se pone el equipo al hombro y puede tentar un resultado -resultadazo- hasta en el campo de batalla más difícil. Como en sus mejores épocas, la jugada practicada en la 'Incontrastable' sobre el final del partido hizo recordar el Preolímpico del 2000 en Cascavel, Brasil. En aquella oportunidad, en el memorable 4-3 sobre Paraguay, Gómez no cedió el pase, sino más bien decidió clavarla en el arco. Esta vez cedió a Tejada y puso al Callao a celebrar.
El aficionado chalaco y todo el entorno del fútbol quiere ver a este Gómez. Al que ofrece su mejor juego, como el de este domingo en Huancayo, y a uno al que no tenga que soportarle matonescas actitudes. ‘Machito’ tiene la labor de sacar a este joven equipo rosado adelante como capitán, como máximo referente, en el correcto sentido del término, que hoy por hoy tiene Sport Boys.
Foto: Jhefryn Sedano
