No siempre son los mismos villanos
El profesor Wilmar Valencia, en estos momentos técnico de José Gálvez, es uno de los mejores profesionales en ejercicio de su profesión. No se puede cuestionar su capacidad de manejo de grupos y de obtener aceptables o buenos resultados deportivos. Además se le conoce una coherencia entre su hacer y su decir que, de extenderse entre todos sus colegas, podría hacer solo bien desarrollo del fútbol.
Valencia anunció que renunciaba al Gálvez esgrimiendo entre sus argumentos la falta de orden de la dirigencia y las deudas de hasta dos meses que mantenían con el equipo, lo cual sería mucho dado lo poco transcurrido del año. Sin embargo, la respuesta contundente del presidente galvista, Luis Arroyo, dejaría mal al entrenador. Según el titular del cuadro chimbotano, la deuda es de menos del 20% correspondiente al mes de febrero con la totalidad del plantel y que lo propio de enero ha sido cancelado en su totalidad proporcionalmente a los días que trabajaron cada uno de los jugadores. Incluso, Arroyo ha llegado a decir que si “se quiere ir, que se vaya” pues van a “reestructurar el equipo y el comando técnico para tener entrenadores que se identifiquen con la ciudad”. Declaraciones bastante razonables de parte del presidente de Gálvez.
Mientras se escriben estas líneas, se supo que tras el partido ante León, Valencia solicitó una reunión con Arroyo, con intención conciliadora, puede suponerse. De ser así, tendrá que esmerarse bastante para convencer al presidente quien manifestó que desea que el técnico deje el equipo luego de que declarara lo que él llamó tonterías. Se le acusó, pues, a una dirigencia de actuar según nos acostumbrado a saber, “una raya más al tigre” pudo decirse. Pero parece ser que en esta oportunidad, el villano sería otro que no se habría sentido cómodo con la ciudad ni con el equipo y quiso apurar su salida de modo unilateral y poco sincero. Una lástima que se vean estos casos en actores distintos.
Foto: Diario de Chimbote
