Monumento de aquellos
La cobertura que DeChalaca.com hizo del periplo de la selección peruana por el estadio Centenario ha sido más que satisfactoria. Todo en orden del principio al final: desde el recojo de credenciales -rápido y eficiente, a diferencia de Santiago o Quito- hasta el traslado y accesos al estadio, sin mayor control que el estrictamente necesario para verificar que el acceso corresponda a la persona acreditada.
De esa estirpe es el Centenario, sin burocracias innecesarias: todo rápido, incluso en el acomodo de la tribuna. No es necesario un tipo que lleve a la gente a sus sitios: todos saben dónde sentarse, sin numeraciones, sino con carpetas asignadas a las dirigencias de clubes en el palco principal, por ejemplo. Gente que grita y alienta a Uruguay, pero sin insultos; gente que se entrega a su equipo pero sabe aplaudir al rival si es necesario. Y sobre todo, gente muy culta y ducha en temas de fútbol, al punto de recordar con facilidad estadísticas y resultados de antaño para comentar en el entretiempo. Encima, en un estadio que -acaso porque es abierto, sin techo- no ofrece problemas para twittear los partidos, como el Nacional u otros varios de sus pares sudamericanos.
Así de genial es ver fútbol en la capital uruguaya. Con personas que están metidas en el juego y que, a la salida del estadio, te dan la garantía de que vas a poder caminar cuadras de cuadras con tu cámara en mano sin riesgo de que algún advenedizo quiera cuadrarte. Te vas al paradero, esperas con toda tranquilidad tu bus -porque los taxis, eso sí, en Montevideo escasean- y viajas sin problemas. Sensacional lugar para disfrutar de eso de once contra once que tanto nos gusta.
Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com
