Misión: pasar la página

> Síguenos en Facebook y Twitter <
La selección nacional, al parecer, prescindirá de Jefferson Farfán, John Galliquio y Reimond Manco en sus próximas convocatorias. Así lo dejó entrever el técnico de la selección, Sergio Markarián, en concurrida conferencia de prensa desarrollada en la Videna este lunes. El técnico uruguayo evitó decir de manera directa los nombres de los futbolistas y se limitó a confirmar a los periodistas que se trataba de aquellos que habían estado circulando en medios durante los últimos días como protagonistas de la salida de la concentración luego del partido de la semana pasada ante Panamá. Además, el DT precisó que él ya ha elevado el informe respectivo a la alta esfera de la FPF, la cual deberá decidir si es necesario o no hacer público parte de su contenido o la totalidad de este.
El párrafo anterior, caracteres más caracteres menos, sería la noticia que quienes soñamos con un fútbol desprovisto de tintes faranduleros querríamos leer estos días en los diferentes medios de prensa del país. Así de escueta, sin fotos y refundida en una última página: cómo dándole el lugar justo y necesario a algo que es desagradable, que duele y cuya página quisiéramos pasar a partir de hoy.
El problema es que fuera de los que hacemos esta página, de quienes regularmente nos leen y de mucha otra gente que no nos lee pero también trabaja y vive por un fútbol peruano mejor, hay otro sector al que el fútbol no le interesa. Y que aprovecha este tipo de situaciones para sacar provecho de él, a despecho de que eso pueda perturbar la buena marcha de un proceso que tanto ha costado.
Esa gente abominable puede dividirse en dos grupos. El primero, más conocido y reducido, está en el entorno del mismo fútbol, y se compone de aquellos a quienes este les importa extrínsecamente (por lo que les reporta) pero no intrínsecamente (por el fútbol mismo). Lo conforman quienes endiosan jugadores un día y los destruyen al siguiente, primero con producciones fotográficas aparatosas y luego usando esas mismas cámaras para perseguirlos en su entorno privado. Quienes se pintan la cara para los partidos, se ponen la camiseta y hacen bulla en las previas con la gente camino al estadio, pero que cuando entran a él no miran el partido porque no lo entienden. Y quienes necesitan ávidamente este tipo de noticias para decorar carátulas y escribir artículos, porque no saben nada de táctica ni historia y no tienen mejores cosas con las cuales llenar espacio.
El segundo grupo, en tanto, está fuera del entorno del fútbol y se compone de aquellos a quienes el tema no les interesa ni intrínseca ni extrínsecamente. Es mucho más amplio: lo componen desde señoras amargadas porque el esposo les hace más caso a los partidos que a ellas los fines de semana hasta los periodistas políticos hepáticos que el día que no tienen nada con qué cubrir espacio se dedican a resucitar a Lucho La Fuente y compañía para que les digan que el fútbol de antes era mejor y acumular media hora de raje. Esto pasando, por supuesto, por los buitres de la farándula que andan a la caza de esa raza que, con el estiércol verbal que los caracteriza, en algún momento decidieron bautizar como "peloteros", infortunadamente pervertido calificativo que algunos monigotes repiten en la prensa deportiva con tono de desprecio -tan opuesto a su genuina aura de pelota pisada en potrero que en DeChalaca.com bien reivindica mi amigo Diego del Rosario-.
Al primer grupo no les importan Farfán, Manco y Galliquio en sí mismos. No les interesan sus trayectorias, sus familias, su futuro profesional; solo los ven como fusibles para ser empleados positivamente cuando hagan goles y negativamente cuando se metan una juerga. Les importan los clics que les den o los ejemplares que les hagan vender. Por eso, a este grupo, como está dicho, ya lo conocemos y sabemos más o menos cómo coexistir con él. Y la pauta de cómo tratarlo en el país la marcó Osvaldo Piazza: escucha la tontería que te pregunten en conferencia de prensa, mira al reportero a los ojos, dibuja una sonrisa cachosa, responde una generalidad que la ignorancia supina de ese reportero le impida entender y da pase a la siguiente pregunta -algo así como lo que, con inteligencia, Markarián ha venido haciendo en varios casos en los meses que lleva de regreso por acá-.
Al segundo grupo, en cambio, no podrían importarles Farfán, Manco ni Galliquio porque ni siquiera saben quiénes son. Para ellos son solo personajes que podrían tener otra cara y otros apellidos, pero en los cuales pueden canalizar sus odios y frustraciones. Porque si un patrón común caracteriza a ese megadiverso segundo grupo, ese es la envidia a ultranza por el dinero que el fútbol genera y que los jugadores perciben. Es ese tipo de gente que recurre a lugares comunes retrógrados como que el Estado debería reinvertir en pistas lo que los futbolistas ganan -sin entender que se trata de una actividad privada que genera su propia oferta y extrae riqueza de ella- y argumentos de esa estofa. Es gente amargada que, en el mejor de los casos, solo ha podido acumular tanto dinero como un futbolista vendiendo noticias basura en la pantalla chica, estirándose la cara en ochenta quirófanos y acostándose con quién sabe cuántos productores de televisión. Por eso odian al fútbol, y ante ellos no sirve la estrategia de Piazza, sino simplemente el blindaje a ultranza.
Hay que proteger a la selección. Los que queremos al fútbol y sabemos cuánto nos ha costado comenzar otra vez un proceso serio, bien llevado, tenemos que reírnos del primer grupo y blindarla del segundo. No podemos dejar que la ilusión de ver a Markarián -acaso el profesional más serio a todo nivel del fútbol que quienes bordeamos los treinta hemos visto pasar por estas canchas alguna vez- triunfando con el buzo de la selección, esa que pensábamos nunca se materializaría, se esfume por algo que no sea la superioridad de los rivales.
El mensaje está claro: tenemos que blindar al fútbol de la tira de infelices que se regocija de lo que pasó en Panamá. Y la primera manera de hacerlo es dejar de hablar de este enojoso tema. Respaldemos a Markarián: él ya sancionó, sin ceremonias, sin bullas, sin nombres. La mejor manera de castigar a un futbolista, la más inteligente, es haciendo que no juegue más. Así de simple: no le busquemos más pies al gato y pasemos la página.
Composición fotográfica: Paul Arrese / DeChalaca.com

Sobre el hecho en si me parece que es una gran pérdida en lo futbolÃstico ya que el fútbol peruano no cuenta en este momento con jugadores que esten siquiera medianamente consolidados para desarrollar la función de desiquilibrio que Farfán y Manco podÃan cumplir. AdvÃncula, Cueva, Alexander y Joel Sánchez serán seguramente alternativas en este proceso pero no hay seguridad sobre lo que puedan aportar en los partidos oficiales porque ni siquiera en sus equipos son constantes.
Para culminar mi comentario y haciéndola de vidente (que no esta muy difÃcil en este caso) ya veo a la "prensa especializada" reflotando los nombres de Palacios y Solano para futuras convocatorias o quizás hasta Andrés Vásquez ("Rabona" para quienes no sepan su nombre). Sin pasar por alto el tema de la nacionalización de Rodas y Vitti. Hahaha, la de nunca acabar.
Muy de acuerdo en lo expuesto, referido al blindaje del segundo detestable grupo y la risa para con el primero igualmente odioso.
Me parece acertada la calificación que propones, Roberto, sobre la persona de Markarián; asà como por el manejo conveniente que le ha dado a la situación, en lo que respecta a exposición ante la prensa, discreción, decisión emitida en un plazo razonable.
Me parece adecuada la exhortación a voltear la página, en cuanto a no seguir haciendo un circo y vender portadas.
La "gente" del primer grupo, que confunde opinión con información de manera grosera, no hace más que confundir al público.
En eso, muy de acuerdo. No darles cabida para que sigan, por un lado haciendo leña del árbol de caÃdo de los sancionados, y propongan por otro lado reemplazantes inmediatos, con tratar de vender más ejemplares o lograr más adeptos.
Sin embargo, permÃteme disentir contigo en el hecho que a quienes nos interesa realmente el fútbol de nuestro paÃs, tengamos que apoyar la decisión de Markarián a capa y espada. Recalco que tanto sus cualidades personales como profesionales son las idóneas; asimismo el procedimiento que ha dirigido para sancionar es el adecuado (debido proceso, le llaman en el mundo jurÃdico). No obstante, eso no significa que me parezca que la decisión en sà sea inobjetable.
Me parece que si bien el procedimiento es el adecuado; la sanción, al menos para Manco y Galliquio, descrita en el último párrafo como "que no juegue más" es sumamente - a mi criterio - desproporcionada. Ojo que no estoy hablando sobre la necesidad de los jugadores en la selección; porque me parece que la conducta de Farfán (por reincidencia,primero y segundo, por alegar asuntos personales para viajar después) sà es meritoria de una sanción - ciertamente - fuerte, que consista en que markarián no lo llame hasta la fecha en la que él considere pertinente, incluso si decide no llamarlo más. No obstante, los otros muchachos son "primarios"; no hay evidencia alguna, salvo difamación de la prensa chicha, de alguna inconducta de manco, aparte de esta y galliquio, regularmente es calificado como un jugador serio y correcto. Asà que la pena consistente en "no llamarlos MÃS" es excesiva, proporcional serÃa - a mi parecer - no llamarlos en las "próximas convocatorias", pero NO en "TODAS las próximas convocatorias".
Incido en que me parece incuestionable tu sugerencia, inobjetable el manejo de la situación de markarián, pero no me resulta aceptable el admitir la sanción, sin más.
Claro, los grupo 1 y 2 mencionados en tu artÃculo no van a pensar en la intensidad de la pena, sino simplemente en seguir apaleando y baleando a los jugadores; para luego criticar a markarián por la falta de resultados positivos.
Yo, únicamente, sin preocuparme por el desempeño de la selección con o sin los sancionados; recalco que la sanción no me parece ajustada a criterios de equidad.
Pero entre criticar a Markarián por malos resultados y apoyar su decisión, prefiero apoyar su decisión.
Para culminar mi comentario y haciéndola de vidente (que no esta muy difÃcil en este caso) ya veo a la "prensa especializada" reflotando los nombres de Palacios y Solano para futuras convocatorias o quizás hasta Andrés Vásquez ("Rabona" para quienes no sepan su nombre). Sin pasar por alto el tema de la nacionalización de Rodas y Vitti. Hahaha, la de nunca acabar.
Not te olvides de Merino. jaja
Ese segundo grupo es Phillip Butters?
Lo mas sano es manejar el asunto internamente, es decir, solo a quienes les compete tomar decisiones, entiendase: Comando Tecnico y Federacion.
Lo demas, que quienes fueron o quienes no fueron, es darle, mas bola a los chismorreos.
Nadie, absolutamente nadie, ha comentado este rubro.
No hay jugadores de nivel. Seguimos sin dinámica, sin pressing, sin intensidad en el juego. Y más importancia le damos a Manco, Galiquio y Farfán y su salida a un casino.
Menos importancia al escándalo y más dedicación a lo que futbolÃsticamente no tenemos.
Yo tengo mi criterio y para nadie es un secreto que Farfán es necesario en el equipo porque no hay jugadores peruanos de ese nivel en su puesto.
A mà no me interesa su vida privada o sus indisciplinas. Yo quiero que me defina partidos y punto.
Lo mismo Manco. Son pocos lo que tienen su desequilibrio y habilidad.
Si queremos jugar las eliminatorias y la Copa América con otros que no sean ellos, ya sabemos lo que nos espera.
Acasiete, Farfán, Guerrero, Zambrano, Fano, Vargas. Los mismos Ballón y Guizasola, no pueden faltar en la selección.
Asà tengan mil borracheras y mil salidas a un casino.
Si no salen, mejor.
Pero no pueden faltar. El bajÃsimo nivel de nuestro fútbol no puede darse el lujo de prescindir de ellos.
Salvo mejor parecer.
Hubo un problema el cual indigna a la opinion publica, no pueden pedir que no se diga nada ni opine, a los que meten candela como ustedes dicen, pues alla la gente que los escucha pero ustedes no son dueños de la verdad para calificarlos en "dos grupos"
Aparte de ello, no podemos medir el desempeño supuestamente "pésimo" según tus palabras con un sólo partido, tienes los 3 otros partidos de Markarián en el que no lo hizo mal.
Tal vez tengas razón en que Farfán pueda ser necesario en la selección (porque Manco y Galliquio no son necesarios) pero si sigue jugando como si nada hubiese ocurrido se sobrentendra que cada jugador puede hacer lo que quiera en momentos de concentracion con la selección, pro lo que el rendimiento de la seleccion podria bajar drasticamente; no es sólo decir que Farfán es mejor que cualquiera, hay que ver los efectos negativos que conllevarÃa su futura convocatoria.