La venganza de los nerds

> Síguenos en Facebook y Twitter <
Mientras en el medio televisivo hay celadores gratuitos que andan en cacería de nuevas víctimas futboleras -que si fueron tres, que si fueron seis, que si fulano los vio o la prostituta los parió-, el fútbol mismo, noble como siempre, se encarga de acallarlos con revanchas en la misma cancha.
En la jornada de miércoles, primero Reimond Manco, con un tiro raso a su estilo, comenzó a definir el Aurich - Huancayo. Miró arriba, botó la rabia, dio la vuelta y a seguir jugando. El 'Ciclón' se volvió a enganchar en la lucha por la Libertadores y el reencuentro con el gol de uno de sus jugadores más talentosos tuvo que ver en ello.
Luego, un rato más tarde, en el Monumental, John Galliquio definió el duro Universitario - CNI. Doble cabezazo en el área, el primero de su socio de área, Carlos Galván. El argentino le dio luego un beso en la frente al chinchano, como el hermano mayor que sabe lo que el menor ha tenido que pasar en las últimas semanas producto de sus errores. La 'U', gracias a ese tanto, aprovechó el traspié de Alianza y también está en carrera por la Copa.
Acá nadie, léase bien, apoya las inconductas de los jugadores. Pero tampoco creemos que estas deban ser exaltadas más allá de sus efectos netamente futbolísticos. Y por supuesto, condenamos todo intento de carroñería mediática al respecto, como la que tanto vividor del fútbol parece querer plantear por estos días.
Por eso, por dejar un día a tanto imbécil sin bosta con la cuál hacerle daño al fútbol, es que nos dan especial gusto los goles de Manco y Galliquio. Porque a nosotros lo que le hicieron nos dolió, nos dio pena; no fue la comidilla de la cual pudimos embolsicarnos monedas de 50 céntimos o subir unos puntitos de rating durante unos días. Porque quienes sí saben de fútbol entienden que este siempre es capaz de ofrecer revanchas.
Composición fotográfica: Kenny Romero / DeChalaca.com
