Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLas críticas al sistema de campeonato 2015, una vez más, desenfocan el verdadero problema: cualquier certamen con 17 clubes tendrá inevitablemente un formato antitécnico. ¿Qué paliativos pueden plantearse?

"Está bueno, ¿no?". Así, con sumo entusiasmo, contestó un miembro de la Asamblea de Delegados de la ADFP a la inquietud de DeChalaca acerca del formato propuesto a la FPF para el Descentralizado 2015, con 17 equipos, tres torneos, cuatro posibles semifinalistas y una final a partido único. No es exageración, y denota la brecha enorme que existe en el fútbol peruano entre lo que interesa a los clubes y lo que opina la afición.

En DeChalaca creemos que si bien el sistema de campeonato propuesto -y aún no aprobado por la Federación Peruana de Fútbol, que únicamente ha dado por el momento el visto bueno a la cantidad impar de clubes establecida según comunicado que difundió el sábado 10 de enero- incorpora diversos defectos visibles, algunos de ellos todavía corregibles. Pero a la vez entendemos que el mayor problema es estructural: la cantidad de clubes. Con 17 en liza, cualquier sistema será inevitablemente problemático y confuso. Y por eso, una vez más, notamos que la crítica generalizada -ocupada en detalles como la existencia de semifinales- desinforma y desenfoca el análisis del que debería ser el principal tema de debate.

Creemos en DeChalaca, como siempre, que nadie puede analizar un sistema de torneo sin tomar en cuenta las restricciones previas. Que en este caso se traducen no solo en el citado número de 17 clubes, sino en la necesidad de sumar al menos 340 partidos por efectos del contrato televisivo firmado por los equipos con el Consorcio del Fútbol Peruano. En este punto, por supuesto, vale remarcar lo de siempre: no se trata solo del hecho objetivo de que el fútbol peruano depende del dinero de la televisión, sino que los clubes voluntariamente suscriben contratos en los que se sujetan a condiciones establecidas. Por tanto, las críticas que buscan situar a la TV como el ogro que impone su voluntad son poco menos que ridículas, pues le asiste absoluto derecho.

El sistema para dummies (y para todos los demás)

El lunes 12 la ADFP terminó de afinar la propuesta de bases que cursará a la FPF para la aprobación del caso. Ella incluye algunas modificaciones respecto del sistema anunciado en la primera semana del año. De ese modo, el Descentralizado 2015 ha quedado redefinido en las siguentes cuatro etapas.

Etapa 1: Torneo del Inca

El fútbol peruano arranca con el Torneo del Inca, considerado certamen de prueba por algunos clubes (Foto: Vanessa Álvarez Sancho)
Se disputa en tres grupos: dos de seis equipos cada uno (diez fechas todos contra todos, ida y vuelta) y otro de cinco clubes (diez fechas, con un equipo que descansa en cada una, ida y vuelta). Los tres primeros equipos de cada grupo clasifican a semifinales. El cuarto semifinalista originalmente iba a ser definido por sorteo entre los tres segundos -lo cual era un despropósito-; felizmente, esto se ha corregido y ahora corresponderá al equipo que tenga el mejor promedio (el cociente de puntos obtenidos entre puntos posibles) entre los tres segundos. Como resulta obvio, no puede definirse por puntaje absoluto ya que uno de los equipos (el que juega en el grupo de cinco equipos) disputa dos partidos menos que los otros dos.

Las semifinales se disputarán en partidos de ida y vuelta. La final sí será a partido único, en principio en el estadio Nacional: el ganador asegurará un cupo en las semifinales nacionales.

Etapa 2: Torneo Apertura

Se disputa en una sola rueda de ida todos contra todos (diecisiete fechas, con un equipo que descansa en cada una). El equipo con mayor puntaje al cabo de ella se consagra campeón y clasifica a las semifinales nacionales.

Etapa 3: Torneo Clausura

Se disputa en una sola rueda de vuelta todos contra todos (diecisiete fechas, con un equipo que descansa en cada una,). El equipo con mayor puntaje al cabo de ella se consagra campeón y clasifica a las semifinales nacionales.

Etapa 4: Definición del título nacional

La gran innovación respecto de otras temporadas es la introducción de semifinales nacionales. A ellas clasifican los ganadores de los tres torneos (Del Inca, Apertura  y Clausura) y -en otro cambio respecto del diseño original- el equipo mejor ubicado en el acumulado (que solo suma el puntaje de los torneos Apertura y Clausura) fuera de esos tres.

Si hubiera un club que hubiera ganado dos torneos, clasificará directamente como finalista; rivalizaría ante el que gane la única semifinal entre el ganador del torneo restante y el equipo de mejor acumulado fuera de los dos campeones de torneos. Solo en el caso de que un club ganara los tres torneos del año, se consagrará automáticamente campeón nacional y no habrá semifinal ni final alguna.

Como en el caso del Torneo del Inca, las semifinales se disputarán en partidos de ida y vuelta. La final también sería a partido único, en principio en el estadio Nacional.

Clasificaciones a torneos internacionales

Las clasificaciones a torneos internacionales se resolverán en doble instancia. Tendrán derecho de prelación los semifinalistas nacionales: así, los dos que lleguen a la final y el perdedor con mejor acumulado clasificarán a la Copa Libertadores 2016. En tanto, el perdedor de semifinales con peor acumulado y los tres clubes con mejor acumulado fuera de los semifinalistas clasificarán a la Copa Sudamericana 2016.

En tanto, si solo hay tres semifinalistas, ellos serán los clasificados a la Libertadores. Y a la Sudamericana irían los cuatro equipos con mejor acumulado fuera de los tres semifinalistas.

Finalmente, si un equipo campeona Torneo del Inca, Apertura y Clausura y por ende es campeón nacional de modo directo, logrará doble privilegio: clasificará tanto a Libertadores como a Sudamericana. En tal caso, los cupos restantes se resolverían por acumulado: los dos mejores fuera del campeón irían a Libertadores, y los siguientes tres a la Sudamericana.

Descensos

El descenso se definirá por el acumulado del Apertura y Clausura. Bajan tres (Foto: diario La Industria de Chiclayo)
El descenso también se resolverá por tabla acumulada. En este caso, se ha oficializado la baja de tres clubes, a fin de que pueda haber un torneo con 16 equipos en 2016.

Precisión importante

Cabe remarcar que el acumulado no considera al Torneo del Inca: únicamente suma los puntajes que los clubes logren a lo largo de los 32 partidos (en 34 fechas) que disputen entre Apertura y Clausura. Esto se deriva del comentado hecho de que en el Torneo del Inca los clubes disputan cantidades distintas de partidos.

Lo incorregible

¿Hay forma de tener un buen sistema de torneo con 17 clubes?

Así, con 17 clubes el reto de generar un sistema que garantice 340 partidos televisables se hace muy complejo. De plano, se descarta el sistema convencional de ligas en el mundo de un torneo de dos ruedas todos contra todos: un certamen de esas características arrojaría 34 fechas de ocho partidos cada una (asumiendo un club que descansara cada semana), lo que equivaldría a 272 partidos: 68 por debajo de lo requerido.

¿Cómo cerrar esa brecha?

He allí la madre del cordero o la fuente de las distorsiones, en todo caso. Si el Torneo del Inca existe es justamente para poder completar los partidos requeridos: con 10 jornadas en las cuales se disputan 8 partidos (dado que un grupo es de cinco clubes y en él descansa un equipo por fecha), se agregan al calendario 80 cotejos más -o sea, 12 por encima de los requeridos para cerrar la brecha-.

¿Y si ya se tienen suficientes partidos, por qué generar más con semifinales y una final tanto en el Torneo del Inca como para definir al campeón nacional?

Pues primero porque para generar un Torneo del Inca en el que todos los clubes puedan jugar un número de jornadas que no destroce el calendario (con las 10 fechas se ocupan 44 de las 52 semanas del año) es necesario generar un sistema con tres grupos, lo que hace que existan tres posibles finalistas y se requiera generar un semifinalista adicional. Y segundo, porque lo que sí es negocio para todos (clubes y TV) mientras la cultura futbolística del aficionado no se transforme de manera estructural es que exista la mayor cantidad posible de partidos definitorios, que maximicen además la posibilidad de que duelos clásicos se disputen más de dos veces en el año.

¿Entonces el formato no es tan desastroso?

Un torneo ideal no debería ser cortoplacista. Se suele no premiar al mejor del año (Foto: Ovación digital)
Vista la complejidad del tema, la solución planteada es igualmente enrevesada, pero funcional a los intereses de los organizadores. Para DeChalaca habría sido mejor que no existan torneos cortos sino uno largo de 34 fechas y un Torneo del Inca no previo al Descentralizado, sino paralelo a él y que eventualmente sea el que ocupe las fechas disputables a mitad de semana, el cual en un mundo ideal debería incorporar también clubes del ascenso, al menos de Segunda División. Pero esas no son las prioridades de los delegados: a los que representan a clubes participantes en Copa Libertadores les interesa tener un formato que les permita tomarse un aire en el torneo local en los primeros meses del año, y en general en la última gala de la Copa Movistar quedó claro que los elogios desmedidos a los torneos cortos de los dirigentes que salieron al escenario expresan nula voluntad de querer transformar el patrón de consumo de un hincha peruano fácilmente fascinable con las definiciones, y más bien el deseo de adaptarse a él y ofrecerle un producto que permita que cualquiera reclame para sí, con la mayor frecuencia y facilidad posible, el rótulo de campeón.

Lo corregible

No obstante, dentro de esa lógica de torneos de recompensa fácil, sí hay algunos detalles que podrían corregirse para que el torneo propuesto por la ADFP sea un poco más simple, justo y ordenado.

1. ES DEMASIADO CORTOPLACISTA. Que el campeón del Torneo del Inca pueda estar en posición de ubicarse como campeón nacional al clasificar a una semifinal es una invitación directa al abandono de ese equipo de mayo en más. Que se le exija quedar entre los ocho primeros del acumulado (que solo incorpora Apertura y Clausura) para hacer valer su derecho no es garantía suficiente de que ese club no se conforme con el logro inicial y se deje estar.

Solución propuesta por DeChalaca: El Torneo del Inca no debería compensar con un eventual pase a la final nacional. Que su campeón vaya a la Copa Libertadores 2016 ya es bastante premio. Y si lo que se quiere es un cuarto semifinalista que se sume a los ganadores del Apertura y el Clausura y al mejor del acumulado, sería mejor obviarlo y adoptar el sistema uruguayo: jugar una pre-final o semifinal única entre los ganadores del Apertura y el Clausura, y que el que resulte triunfador dispute la final nacional ante el mejor del acumulado, que así vería garantizada la recompensa a su regularidad.

2. ES CONTRADICTORIO EN SUS CONCEPTOS. Si el Torneo del Inca puede dar pase a la final nacional, entonces debería formar parte del acumulado y este no limitarse solo al Apertura y al Clausura. ¿Por qué no se da así? Pues en realidad tiene que ver con el hecho de que los clubes que juegan en el grupo de cinco equipos del Torneo del Inca disputan menos partidos que los que juegan en los grupos de seis, por lo que la capacidad de acumular no sería la misma para todos. Esa razón es la que ha hecho además que, con lógica simplista, se defina que el cuarto semifinalista del Torneo del Inca salga producto de un sorteo y no sea el mejor de los tres segundos.

Soluciones propuestas por DeChalaca: Si se aplica la solución planteada en el acápite 1, se soluciona de inmediato lo señalado en este acápite 2. En tal caso, el Torneo del Inca no tendría que ver con la final nacional y sí tendría lógica deportiva que se mantenga al margen del acumulado.

En caso no se aplicara lo planteado en el acápite 1, lo matemáticamente estricto sería que el sistema empleado para definir al cuarto semifinalista del Torneo del Inca (promedios) se extienda a todo el año. Es decir, que no se ordene en el acumulado a los clubes por puntos obtenidos, sino por un coeficiente equivalente al cociente de puntos logrados entre puntos posibles. Así, no importaría que el número de partidos disputados sea menor para algunos clubes (40 en vez de 42) pues su rendimiento sería comparable. Sin embargo, esto resultaría sin duda más complicado y tedioso, por lo que quizá en este caso el mal menor pasaría por mantener el sistema tal como se lo ha planteado.
Hay más estadios que el Nacional para albergar una final (Foto: Ovación digital)
3. ES CENTRALISTA.
Que por un tema de no exceder fechas en el calendario se haya definido que las finales, por defecto, se jueguen a partido único es correcto. Pero preestablecer, como se ha rumoreado, que se disputen en el estadio Nacional de Lima es un retorno peligroso a los tiempos de centralismo en los torneos que hacían que todas las liguillas de antaño se jugaran en la capital. Esto ya había sido superado y corregido, y retornar a un criterio errado que no se seguía desde 1994 es una patinada gigante. Ciertamente DeChalaca solicitó en su momento que los partidos de finales se pudieran fijar en un estadio predeterminado, pero hay que pulir la lógica para que no se caiga en un grave error.

Soluciones propuestas por DeChalaca: Un primer correctivo necesario en este punto sería establecer que el Nacional sería la sede de la final nacional si y solo si la disputan o bien dos clubes limeños o bien dos clubes provincianos. Pero si la final es entre un club limeño y otro provinciano, se debería tener dos sedes alternativas preestablecidas: por ejemplo, el Monumental Virgen de Chapi de Arequipa y el Mansiche de Trujillo. Si Vallejo es finalista versus un limeño, la final debería ir a Arequipa; y si Melgar es finalista versus un limeño, la final debería ir a Trujillo.

Sin embargo, para DeChalaca existe una mejor solución: aceptar que se mantenga al Nacional como sede fija de la final para 2015, pero rotarla a otra ciudad para 2016 en un mecanismo similar al que sigue la UEFA para la Champions League. Y que algo similar ocurra en la final del Torneo del Inca, que no debería comenzar establecida en Lima sino en el Cusco -por marketing del certamen-, y luego rotar entre otros estadios del país con determinados aforos. Eso resolvería de forma más ordenada el riesgo de volver a centralismos.

Hacia el largo plazo

Por supuesto, todos los planteados no son sino paliativos para un daño que ya está hecho. Jugar con 17 clubes es antitécnico y distorsionante, y el problema, como anticipó DeChalaca, deviene de la cuestionable reincorporación a Primera División de Alianza Atlético -que curiosamente no es criticada por el grueso de voces adversas al sistema-, cuando con ese criterio el otro club descendido en 2011, CNI -que tuvo problemas de deudas pero no de planillas falsas- bien podría y debería también haber sido restituido en la categoría.
El regreso de Alianza Atlético generó que la actual temporada tenga 17 equipos. Dadas las circunstancias, este año debería ser de transición (Foto: diario El Tiempo de Piura)
Lo que creemos en DeChalaca, hacia futuro, es que se debe agotar esfuerzos para que este sea un año de transición hacia un 2016 más normal. Aceptar que habrá este año un torneo complicado de entender para el grueso de la afición, pero que haciendo algunos correctivos podría mejorarse la figura para el próximo año. Se ha anticipado que en principio descenderían tres clubes para que suban solo dos y así volver a 16; pero este número tampoco permitirá establecer un torneo simple de todos contra todos.

Así, si el fútbol peruano quiere tener una liga convencional como las que se disputan en el mundo del fútbol civilizado, la mejor vía es licitar cupos entre clubes calificados a través del nuevo sistema de licencias que debería entrar en vigencia este año, para completar 20 participantes en Primera División y poder jugar un torneo de dos ruedas de todos contra todos. Eso garantizaría a la televisión un total de 380 partidos, a los que se podría sumar un torneo de Copa atractivo en paralelo que luego, a futuro, sume a clubes del ascenso.

En DeChalaca no solo no creemos en la crítica rajona que no propone alternativas, sino que la despreciamos abiertamente. Por eso ponemos estas ideas y sugerencias en la cancha de la ADFP y, sobre todo, de la nueva administración de la FPF. 

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Ovación digital, diario La Industria de Chiclayo, Vanessa Álvarez Sancho, diario El Tiempo de Piura


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