Una noche en el infierno
Hasta el viernes al mediodía, tomaba el partido entre nuestra selección y la albiceleste con la frialdad y dureza que los constantes resultados adversos me han enseñado a tener, más todavía viviendo fuera. Toda esta indiferencia cambió abruptamente tras enterarme del fallecimiento del gran ‘Zambo’ Cavero. Una bandera peruana colgada en la ventana de mi cuarto y la posterior entonación del Contigo Perú fueron testigos de cómo mi nostalgia y tristeza pasaron a convertirse en la más pura y ciega fe por el equipo peruano.
Ex ante
Las ansias no me dejaron dormir bien durante la madrugada del sábado, por lo que desde muy temprano decidí ir al hotel donde se alojaba la selección para alentar a los jugadores y de alguna forma transmitirles esa extraña sensación de que Arturo Cavero, desde el cielo, los iluminaria para que fuera su gran noche. De pronto, la amargura se apoderaba de mí luego de ver como José Mallqui ninguneaba sin ningún asco a don Miguel Loayza, el único jugador peruano que ha brillado con las camisetas de Boca y River, quien educadamente le preguntó si se le podía dar alguna entrada para el partido. El presidente de la delegación peruana, en un acto de supina ignorancia, respondió con un "yo no sé quien es usted, nunca escuché hablar de Miguel Loayza".
Fue con todos estos sentimientos encontrados que partí a las 4 de la tarde de Buenos Aires hacia el Monumental de Núñez. Cuando subía en el ascensor hacia el palco de prensa, aún lleno de rabia por el desprecio de Mallqui al 'Maestrito', hubo un hecho que me volvió a llenar de optimismo. Y es que la encargada de la conducción del elevador comentaba iracunda sobre el hecho de que la dirigencia de River Plate hubiera sido capaz de repintar las tribunas del estadio justo para este partido, por lo cual los colores blanco y rojo lucian impecables e imponentes. "No ligamos una", decía.
Grande y feliz fue mi sorpresa cuando llegué al sector de prensa y me di cuenta que la hinchada peruana había sido ubicada en la tribuna contigua a la de los periodistas. Pese a no constituir un gran número, los peruanos se dejaron sentir durante varias partes del partido y tuvieron loco a cuanto argentino se atrevió a sentarse cerca. El problema, en cierta forma, fue que se me asignó un asiento junto al cual todos los demás periodistas ubicados eran argentinos, por lo que tuve que hacer máximo esfuerzo por no llamar demasiado la atención al momento de parame y entonar el himno nacional.
Durante
Sintonicé la frecuencia de Radio Continental para seguir el partido con la narración de Víctor Hugo Morales, quien muy confiado le pedía a los jugadores argentinos que marcaran dos goles rápido para así poder pasar a cubrir el partido de Ecuador y Uruguay. En ese momento, la hinchada local ensordecía a todos coreando "a esos putos les tenemos que ganar, a esos putos les tenemos que ganar…".
Los nervios que tenía por el partido eran indescriptibles. Cada 10 segundos veía el cronometro y renegaba de que porque el tiempo pasaba tan lento. Bajaron considerablemente, eso sí cuando a los 27’ la tribuna empezaba a pedir desesperadamente el ingreso de Palermo, muestra clara de que las cosas no le salían a Argentina dentro de la cancha; aunque claro, a Perú tampoco.
El descanso llegó junto con el comentario generalizado de toda la prensa local, en el que irónicamente se referían a que la charla técnica de los gauchos no debía ser en el vestuario propio, sino en el de la terna boliviana, ya que era la única forma de que lograran salir triunfantes del partido. Todo esto era en broma y por supuesto nada tiene que ver con el resultado final.
Con el segundo tiempo llegó el gol de Higuaín y también la reacción peruana. Luego vino la tormenta junto con el mejor y peor momento para mí en la noche. La lluvia y el viento azotaban y la visibilidad del campo era casi imposible, sobre todo del arco hacia donde atacaba Perú, porque estaba casi al otro extremo de la cancha. De repente vi que Prado se escapaba por derecha y que el arquero Romero se lanzaba; creí que la jugada terminaba ahí cuando sorpresivamente la pelota apareció en los pies del ‘Chorri’ y luego de algunos segundos la red vibraba y la tribuna peruana estallaba.
Había tratado de concientizarme durante todo el partido respecto de que si llegaba un gol peruano debíacontrolarme para así evitar problemas. Pero fue casi por inercia que salté de mi asiento y grité gol, desahogando todas las tensiones propias de un partido como este. No me importó la lluvia y bajé unos cuantos escalones para tratar de ver mejor el final del partido, no había nadie a mi alrededor ya que todos se habían ido en búsqueda de un techo que los cubra de la lluvia. Así llegó el trágico momento del gol de Palermo, y de repente tenía a 40 periodistas argentinos gritándome y dedicándome el gol en la cara.
Ex post
El partido terminó, y yo no me moví de aquel lugar. Empapado por la lluvia y, lo reconozco, mis lágrimas, veía cómo la hinchada argentina se burlaba de nosotros cantando el clásico "sí se puede". Mientras, los nuestros, sin entender al igual que yo lo que había pasado, cantaban el himno nacional.
Sí, Perú se jugaba nada en el Monumental. Pero cuando se vive en Buenos Aires y tu selección llega a jugar un partido tan cargado como el de anoche, las peripecias que rodean una noche de estadio marcan para siempre y se sienten como si se tratara de una final. Por eso, aún soy incapaz de poder leer una nota acerca del partido o de ver algún resumen televisivo. Porque así es cuando se está contigo, Perú.
Fotos: Nicolás Rey / DeChalaca.com

SALUDOS AYACUCHANOS
Contigo Peru!!!
Y pensar que gente como ese sujeto, Juvenal y el Gordo hayan sido elegido congresistas. PLOP!!!!!
VIVA EL PERU CARAJO...PERO DESPERTEMOS DE UNA VEZ.
Mucha crónica para tan poco partido. No nos jugábamos nada, ni siquiera el honor que es algo que nuestros dirigentes, futbolistas y prensa no saben lo que es. Era un partido más al que los medios supieron azuzar salpicándolo de un falso nacionalismo patriotero disfrazado de dignidad. Qué más daba empatar el partido ¿sólo disfrutar de la cuasi eliminación de los argentinos? . Y nosotros ¿qué?. Celebarar el último lugar sin duda.
El "experiencia" internacional del autor suena como a la primera incursión de un pituquito a Las Cucardas "debutando" con la tÃa más federal y longeva del recinto y sin "condorito". Un desastre.
No creo que haya habido otro futbolista peruano que brillará con las camisetas de los dos equipos argentinos más grandes, y si la memoria no me falla leà también que fue la figura del Rosario Central cuando ya estaba por retirarse, seguramente los archivos de dechalaca.com podrán facilitarnos mayores y mejores datos.