Puesto embolsado
El fútbol peruano tiene esos rezagos barriales que hacen que de manera alegre y campante, la estabilidad de un técnico de un equipo de primera línea se amarre como si nada a un resultado. Que si no se gana el siguiente partido llegan fulano o mengano: ¿quién puede trabajar tranquilo así? Hay que empezar a madurar como sociedad futbolística.
José Soto admite muchos cuestionamientos como entrenador, pero hay dos razones por las cuales es absurdo que su continuidad haya estado en tela de juicio en modos como el descrito. 1) Que el año apenas está comenzando y es ridículo que a alguien a estas alturas se le pretenda cortar las alas, máxime si es una persona de la casa que ha sido ídolo como jugador. 2) Lo más importante, que en Alianza no hay un centavo para contratar a nadie; ni siquiera es que se haya ido Montaño, sino que en Matute no hay luz ni agua y los trabajadores andan haciendo olla común, por lo que sería un despropósito andar pensando en técnicos extranjeros.
Por eso Soto explotó con el gol de Fernández. No lo gritó desopiladamente como aquella vez hace diez años cuando, como capitán de Alianza, marcó en el último minuto el gol en cuartos de final de la Sudamericana, desde los doce pasos, contra el propio Nacional. Esta vez la boca llega de gol fue de Fernández, pero el abrazo fue con 'Pepe', quien sigue en el banquillo íntimo en este medio en el que los técnicos siguen siendo vistos como focos que se cambian como si nada.
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