Naranja con fruto seco
Se cumplen 15 años del Holanda 2 - Perú 0 disputado en Eindhoven y la efeméride sirve para preguntarse por qué no se consigue esta clase de rivales. No solo es un tema de gestión, sino también de prestigio, algo que debería tenerse muy claro para el cierre de estas Eliminatorias.
Parece que fue ayer, pero ya han transcurrido 15 años. De aquel Holanda - Perú que se disputó en Eindhoven, un 10 de octubre de 1998, se recuerda que fue todo un boom, más que nada por la ocasión de enfrentar a un rival de prestigio, en su máximo esplendor, y que en tiempos actuales asoma como una clase de rival imposible de codearse. Para empezar, la selección peruana, tras quedar al margen de Francia 1998, solo jugó un amistoso en aquel año (derrota 1-0 ante México en Los Ángeles), por lo que sorprendió sobremanera la realización de aquel partido, aunque no estuvo en duda la reputación de la blanquirroja para pactar dicho enfrentamiento, más aún si estaba fresca su reñida campaña en las Eliminatorias y su quinto lugar que lo relegó de la máxima justa.
Codeándose con su media naranja
Y si se mencionó que fue todo un boom enfrentar a Holanda es, en realidad, por varias razones: los tulipanes jugaban su primer partido post Francia 1998, mundial en el que acaso exhibieron su última gran expresión futbolística y que, por cosas del destino, solo los recompensó con un ingrato cuarto lugar. También porque no dejó de lado a ningún jugador; ergo, saltó a la cancha del Philips Stadion (escenario en el que seis años más tarde un joven Jefferson Farfán se hizo figura del PSV) con toda su artillería pesada: Dennis Bergkamp, Patrick Kluivert, Frank de Boer, Jaap Stam, Edgar Davids, Marc Overmars, Phillip Cocu y Edwin van der Sar, por citar solo algunos nombres de su constelación de estrellas, en un partido en el que Frank Rijkaard tuvo su debut absoluto como entrenador. Y por supuesto, porque para Perú aquel amistoso en los Paises Bajos significó regresar a disputar un encuentro de fútbol en el Viejo Continente, aunque no lo crea, tras su incursión en España 1982. Una consecuencia clara del prestigio que se perdió en los nefastos fines de los ochenta y principios de los noventa.
Del partido en sí se recuerda muy poco, básicamente porque Holanda fue notoriamente superior e hizo figura a Óscar Ibáñez, quien jugaba su segundo partido con la selección, y también a Santiago Salazar, quien hizo su estreno absoluto con la blanquirroja, fue un arma que estorbó más de la cuenta a Kluivert y porque luego tuvo la genial idea de comparar su actuación en Eindhoven con un "es lo mismo marcar a Kluivert que a Moisés Rachumick". Cómo no, también hicieron su estreno (en mayores) Gregorio Bernales (aún en Pesquero) y Carlos 'Kukín' Flores, a quienes Juan Carlos Oblitas les dio su respaldo en una oncena que un mes atrás ya se sabía cuál iba a ser.
Por qué nunca hay que bajar la guardia
Aquel encuentro lo ganó Holanda por 2-0, con goles de Jaap Stam (por ese entonces el defensa más caro del mundo) y Peter van Vossen. Y el recuerdo final de aquella noche de Eindhoven es un curioso intercambio de camisetas entre peruanos y tulipanes. Una instantánea que, con el paso de los años, se ha evaporado de los recuerdos para dar paso a momentos amargos, de procesos colapsados (empezando por el de Oblitas) y con papelones en cada eliminatoria que transcurrió justamente por patear el tablero a medio camino y darle el gusto a los opositores con sus entrenadores favoritos, y también por no saber manejar el grupo y pelearse con los máximos referentes, como ocurrió con del Solar en 2007, para así resignar una eliminatoria que derivó en caer al sótano de Sudamérica.
Tras el partido con Holanda en Eindhoven, Perú solo jugó dos veces más en el Viejo Continente ante un rival europeo: ambos fueron con España, en 2004 y 2008. Ante ello, la interrogante que se hace el hincha es obvia: ¿por qué no se consiguen esta clase de rivales? La realidad es evidente, pero también arrastra una consecuencia: esa es la fotografía del rendimiento que ha tenido la selección en los anteriores tres procesos eliminatorios (octava en las Eliminatorias para Corea-Japón 2002, novena en las Eliminatorias para Alemania 2006 y décima en las Eliminatorias para Sudáfrica 2010), razón por la cual las posibilidades de codearse con selecciones del primer mundo futbolístico van a ser más ínfimas. Esa es la razón fundamental, más allá de un tema de gestión de la propia FPF, que obviamente va a tener menos posibilidades de conseguir estos rivales porque la selección está en los últimos escalones de la lista de espera ante rivales que, como bien se sabe, programan sus amistosos hasta con dos años de antelación.
Como se ve, la curva descendente que ha tenido Perú en los anteriores procesos eliminatorios influye en las posibilidades de conseguir un sparring de prestigio y nos pone en la misma línea de selecciones con las que justamente nos hemos enfrentado y a las que, dicho sea de paso, nunca se las debió de juzgar por su supuesto nivel de inferioridad (estamos en la misma línea). Es más, hasta influye en ámbitos que se asocian con el plano futbolístico, como en las plataformas de videojuegos -PES o FIFA-, en el que por lo general los stats de la selección peruana están en el subsuelo.
Por todo esto, es importante no regalar el prestigio en los dos últimos partidos eliminatorios que le resta a la blanquirroja. El panorama es desalentador luego de la eliminación, pero eso jamás debe ser sinónimo de bajar los brazos ni mucho menos darle tribuna a gente que prefiere hasta la desafiliación de nuestro fútbol. En suma, la selección debe ser perspicaz y darse cuenta que, en estos dos partidos, está en juego su fotografía de rendimiento para los próximos cuatro años si es que pretende volver a toparse con rivales como Holanda, tal como ocurrió hace exactamente 15 años.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Don Balón Perú
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