La fórmula del rugido
La historia de ambos ya estaba oleada y sacramentada en 2012: León se había quedado sin opciones matemáticas de tentar el acceso a la Sudamericana y solo requería zafar de un incómodo antepenúltimo lugar que, por lo hecho a lo largo del año, era injusto en términos de actitud. Boys, ya descendido, quería despedirse de la Primera División con buen semblante. Al final, la alegría -tenue- se inclinó para el elenco local con un protagonista exluyente y que no estaba en los cálculos de los presentes en el Heraclio Tapia: Guillermo Salas.
El 'Chicho', según la información de los medios regionales, estuvo con el ánimo al tope: tuvo voz de mando y alentó a sus compañeros en las acciones divididas, además de gastarse bromas con su banca de suplentes y apostar, en cada ejecución que hizo efectivo, de que el desenlace inmediato de cada acción generada con sus pies desembocaría en gol. Y no se equivocó: tres pases suyos -uno en una acción individual y dos en sendos tiros de esquina- derivaron en los goles de Calheira, Almirón y Lojas. La importancia de la concepción de los tantos fue tan importante que, en todos los goles, sus compañeros celebraron con él.
Así fue el cierre de temporada del León versión 2012. Con escasos flashes y solo con algunas palmas que se los ganó Guillermo Salas, las cuales se confundieron con el agradecimiento de los jugadores de Boys a su parcialidad que los acompañó a Huánuco. Si el 'Chicho' se retiró a camierinos entre loas del aficionado,los rosados no tuvieron mejor idea que regalar todas sus prendas a la gente que los vitoreó hasta el final. Eso fue lo más destacado de un partido que parecía perderse en la intrascendencia.
Foto: Mihay Rojas / DeChalaca.com