Generoso vino tinto
Venezuela no es el equipo de moda en Sudamérica. Ni siquiera ha ido a un Mundial en su historia, pero vaya si así está en camino a hacerlo. Esta semana ha batido récords al jugar tres partidos internacionales en cuatro días, y encima dos de ellos ante el mismo rival, Corea del Norte. Un equipo que sí jugará el Mundial, pero no tenía camisetas y por tanto debió tomar prestado el uniforme alterno de la 'Vinotinto'. Y para colmo, en un partido que fue pactado no a 90 minutos sino -está leyendo bien- a 60, pero acabó durando 80.
Historia de generosidad
El periplo venezolano, que comenzó este miércoles 3 en Barquisimeto ante Panamá, prosiguió el jueves 4 en San Felipe frente a Corea del Norte y culmina este sábado 6 también ante los norcoreanos, pero ahora en Puerto La Cruz. La explicación al bizarro calendario es una de generosidad: el partido del jueves 4 no estaba originalmente contemplado, pero como Corea del Norte debía enfrentar el miércoles 3 a Chile en Santiago y el seleccionado mapochino se declaró en duelo por el terremoto que asoló su país, la 'Vinotinto' se ofreció a ayudar a cumplir el calendario de los norcoreanos con un segundo amistoso ante ellos.
Para sumar detalles, la derrota 1-2 ante Panamá -selección en la que alineó Luis Tejada, el goleador de Juan Aurich- significó nada menos que la despedida de la selección venezolana del veterano portero Rafael Dudamel, quien a los 37 años de edad decidió decir adiós a la 'Vinotinto'. Leonardo Morales, el portero que lo reemplazó a los 44' para permitir la ovación del público, fue a la postre uno de los siete "privilegiados" que al día siguiente debió volver a vestirse de corto para jugar contra Corea del Norte. Los otros fueron Yohandry Orozco, Grenddy Perozo, Giácomo di Giorgi, Ángelo Peña, Alejandro Moreno y Yonathan del Valle.
Bizarra bienvenida
El jueves, entonces, Venezuela se mudó a San Felipe para recibir allí a Corea del Norte, en un campo de juego en mal estado y en el que la iluminación era deficiente, por lo que el cotejo no podía alcanzar el horario nocturno. Para colmo, el inicio debió retrasarse por problemas climáticos (el agobiante calor alcanzó los 36 grados) y, por ello, comenzó unas dos horas después de lo pactado. De plano, dadas las restricciones de iluminación, se pactó desconocer el tiempo reglamentario habitual y jugar solo hasta los 60 minutos, aunque a la postre se llegó hasta los 80’.
Pero allí no quedó todo. Los asiáticos tuvieron que vestir la indumentaria alterna de la selección venezolana porque el equipaje que contenía sus uniformes oficiales se había quedado varado en París el martes, por un error de la línea aérea que los transportaba y que hizo escala en la 'Ciudad Luz'. Así, el 1-1 registrado quedará en la historia por haber sido el día en que Venezuela enfrentó a otra selección que vestía sus colores.
Este sábado, ambas selecciones juegan un segundo partido amistoso, ahora en Anzoátegui. Y a pesar del agotamiento venezolano, no cae mal decir que un equipo al que antes se le decía la ‘Cenicienta de Sudamérica’ esté jugando partidos -aun a estos atípicos ritmos intensos- para seguir consolidando su proyecto a futuro. Por el contrario, Perú por estos días ni siquiera es visto como un posible candidato para jugar un partido amistoso que dure al menos 80’ como en el caso venezolano o al menos a prestar su camiseta. ¿Por qué? Porque no tenemos una Federación a la que le importen las fechas FIFA en las que juegan los demás seleccionados y que, de más está decirlo, no opera bajo el mínimo esquema de planificación.
Fotos: AFP, venezuelaesfutbol.com
