Copa Latina 1952: La que encendió la luz

Antes del surgimiento de los torneos europeos que actualmente se conocen, en el Viejo Continente se disputaban campeonatos de subrregiones. Por ejemplo, la Copa Mitropa, que desde 1927 fue el primer gran certamen que reunió a elencos de distintos países, contaba con la participación de equipos de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia, y posteriormente admitió a clubes de Italia, Rumania y Suiza.
De forma análoga a ella, en 1949 se decidió establecer la llamada Copa Latina, torneo que reuniría a los campeones de liga de Francia, Italia, Portugal y España (los países europeos de origen latino). La competición consistía en un cuadrangular de dos fechas, con eliminación simple, disputable en una sola sede que se asignaba de manera rotativa. La cuarta edición del torneo se disputó, por eso, en 1952 en París, la capital del único país (Francia) que hasta ese momento no la había albergado. Y fue allí, en la Ciudad Luz, donde el Barcelona y la Juventus se vieron las caras por primera vez.
Luces en la ciudad
El calendario puso en los choques eliminatorios por un lado al Niza francés y al Sporting portugués, con triunfo local por 4-2. Para el 26 de junio de 1952 quedó establecida en el Parque de Los Príncipes la otra llave, entre el Barça y la 'Juve'. Y una preocupación importante se cernía sobre tienda blaugrana antes del cotejo.
Ocurría que el choque había sido pactado de noche, y mientras la Juventus tenía experiencia previa en fútbol nocturno, pues había participado en un torneo en Río de Janeiro, el cuadro azulgrana carecía de ella. "El fútbol nocturno da la impresión de ser mucho más rápido, aunque apresurémonos a decir que quizá sea tan solo una impresión", precisaba el enviado especial a París de El Mundo Deportivo, el célebre periodista catalán José Luis Lasplazas. Así, con algo de inocencia pero también bastante confianza -"su moral es excelente", remarcaba la nota previa al cotejo-, esperaban los culés su estreno en la noche parisina.
La Juventus, en tanto, llegaba apoyada en el gran momento de su ofensiva danesa, en la que brillaban los hermanos John y Karl Aage Hansen, además de Karl Aage Praest, quienes conformaban el ataque de una 'Vecchia Signora' que era dada como favorita por la crítica francesa. "Quizá sea el de mañana el mejor encuentro que se ha disputado en Francia desde que se juega al fútbol", recogía de modo grandilocuente la crónica catalana a la espera del gran choque.
Catarata nocturna
Así, aquella noche la 'Juve' salió al Parque de Los Príncipes con Giovanni Viola en el arco; Alberto Bertuccelli y Rino Ferrario en el fondo; Sergio Manente, Giacomo Mari y Alberto Piccinini formaron el mediocampo; y Ermes Muccinelli, Giampiero Boniperti, los dos Hansen y Praest formaron el ataque de los dirigidos por el húngaro György Sárosi. El Barça, a su vez, dirigido por el checoslovaco Ferdinand Daučík, formó con Antoni Ramallets en el pórtico; Marià Martin y Gustau Biosca en defensa; Josep Seguer, Jaime Escudero y Andreu Bosch en el mediocampo; Estanislao Basora, César Rodríguez, Jordi Vila, Ladislao Kubala y Eduardo Manchón en el ataque.
El cotejo tuvo un trámite durísimo, pues el árbitro francés Raymond Vincent fue contemplativo con el juego rudo de los bianconeri, según la prensa catalana. Kubala, como era presumible, fue el principal blanco de esas acciones y estuvo muy seguido de cerca por Ferrario; pero el diferencial estuvo en la contundencia para ponerle cuesta arriba las cosas a los italianos. Manchón, a los 3', y Basora, a los 20', colocaron arriba al Barcelona 2-0 ganándoles las espaldas a Manente y Bertuccelli, y esa comodiddad en el marcador permitió que los blaugranas condujeran los hilos del cotejo.
La Juventus, herida, echó a andar la maquinaria danesa, con John Hansen y Praest como estandartes, y asustó más de una vez el arco de Ramallets, quien respondió en forma magnífica. El cuadro bianconero no descontó hasta los 41', a través de Boniperti, y con el 2-1 el partido y el suspenso se trasladaron al descanso. Pero el Barcelona no quería dar lugar a especulaciones, y apenas volviendo de vestuarios, a los 50', Kubala ejecutó en forma correcta un penal para colocar un 3-1 nuevamente holgado; y a los 54', Basora otra vez se escapó y puso un 4-1 inapelable.
Fue entonces cuando se multiplicaron las faltas del cuadro turinés, que igual empujó hasta procurar un penal a los 78'. Se paró frente al balón Boniperti y Ramallets, enorme y capital, se arrojó y contuvo. "Al parar el penalti, ha orquestado el punto más alto de una maravillosa sinfonía futbolística en la que uno no ha sabido qué admirar más: si la agilidad, la valentía, la decisión y el estilo", juzgó Mundo Deportivo. No obstante, solo dos minutos luego (80') Boniperti se resarció y descontó para dejar las cifras en el 4-2 final.
Las cinco copas

Aquel resultado encaminó al Barcelona a ganarle en la final al Niza por 0-1 (tanto de César), mientras la Juventus se quedó con el tercer puesto al derrotar 3-2 al Sporting. El alumbrado del Parque de Los Príncipes, pese a causar algunos problemas para iluminar algunas zonas del campo cuando el balón se elevaba por los aires, no había sido óbice para que el cuadro dirigido por Daučík se alzara con el título. Aquel fue el quinto que obtuvo en una temporada maravillosa, pues también ganó la Liga, la Copa del Rey, la Copa Eva Duarte (predecesora de la Supercopa de España) y la Copa Martini & Rossi (torneo amistoso que disputaba el Barcelona anualmente).
Si aquella vez el ganador fue el que no llegaba como favorito, queda claro que con equipos de tradición tan grande como el Barcelona y la Juventus es imposible bajar la persiana y apagar la luz (o encenderla) antes de tiempo.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: Mundo Deportivo
