Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comUna mirada al Uruguay – Perú por parte de cinco de los integrantes de DeChalaca.com desde cinco puntos de vista distintos.

 

El que lo vio en la cancha: Brincos dieras

Un mensaje de fe para los jugadores y la hinchada peruana que atraviesa momentos de incertidumbre por los malos resultados (Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com)Ver un partido detrás de un arco -y no en la popular- es distinto. Tan distinto que no ves lo que pasa en el pórtico de enfrente, sobre todo en canchas como el que suelen llover como en la del Centenario , escenario que, por su sistema de drenaje, tiene ciertas inclinaciones que parecen dificultar la vista.

No exagero si digo que, fuera de lo halagos hechos hacia la hinchada uruguaya sobre su respeto hacia los seguidores visitantes, tampoco es que aliente mucho. Es más, la hinchada peruana se sintió más durante gran parte del partido, siendo un número de personas menor. En el campo las cosas no fueron muy distintas, el periodista uruguayo, fuera de gritar los goles, no se entromete mucho más en el asunto pese a la celebración peruana de nuestra parte en el empate. Aunque claro, sí hubo algunos que desde la tribuna insultaron y escupieron al darse cuenta que se era peruano (Nicolás Rey).

El que lo vio en el palco: Dulce satisfacción

Los mensajes al plantel peruano abundaron tanto como el optimismo que se derrochó en la previa (Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com)Ya escribí en un artículo aparte que Montevideo y el Centenario resultan toda una experiencia positiva para ver fútbol. Gente que sabe, gente educada y gente agradable para recibir al visitante. Un placer excepcional para el hincha auténtico estar en un estadio así.

Ayer al entrar al Centenario no ubiqué a simple vista el palco de prensa. Estaba en la tribuna América, en el palco amarillo que es ocupado por los dirigentes de clubes locales y sus familiares. Nada de numeraciones allí: solo rótulos con los nombres de cada equipo uruguayo de modo que quienes fueran en representación de cada uno se ubicaran según fueran llegando. En la parte central, con vista privilegiada, había unos cuantos asientos con el rótulo "visitante"; pregunté si eran sitios libres y me dijeron que me ubicara allí sin problemas.

La vista era genial. Pero claro, al rato caí en la cuenta de que iba a ver el partido junto a puro uruguayo y en Santiago, cuando estuve 10 minutos en la zona de tribuna en medio de chilenos y Vargas tiró al palo, mi "ufff" casi me valió un linchamiento. Entonces, cuando llegó un señor con su hijo y su hija a mi lado y me preguntó si los sitios estaban libres, preferí anticiparles que si se me escapaba un grito en el gol de Perú me disculparan. Sonrieron y me dijeron que eran hinchas del fútbol, que el muchacho también trabajaba en una página web y que todo andaba perfecto, sobre todo porque yo era peruano y ellos habían ido a Lima a saborear las delicias de varios restaurantes, y aunque se quedaban con el Rafael eran fanáticos de la sazón de Gastón.

Al rato llegó otra familia a mi lado derecho encabezada por un señor mayor que al saber que yo era peruano me contó que había sido vecino y muy amigo de El Veco, "cuando botijas", como me dijo. Emoción profunda sintieron cuando les conté cómo el recuerdo Don Emilio es el ejemplo guía de muchos los que hacemos DeChalaca.com. Y para completar el reparto, llegaron dos señores mayores, viejos dirigentes de Nacional, que no se cansaban de elogiar al fútbol peruano, aunque uno de ellos sacó pecho con cierto orgullo y me dijo: "Mirá que yo lo eché a Markarián de mi club eh, fue un día en la cancha de Progreso cuando nos metieron cinco". Igual, coincidíamos en que lo mejor que tiene Perú hoy es su DT.

En el partido, todo genial. Yo dije lo que quise, grité como si estuviera en el Nacional, grité a rabiar el gol de Paolo y se me salió un fortísimo "bien carajo" en el penal atajado por Penny. Los uruguayos no solo no dijeron nada, sino que hasta me felicitaron. Los únicos insultos que oí fueron a Bengoechea de parte de los dos señores de Nacional: cada vez que se paraba lo tenían seco. Cosas de clásicos rivales, por supuesto. Cosas de Eliminatorias (Roberto Castro).

El que lo vio en la tribuna: Sin garganta para más

(Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com)Partido inolvidable el que se vivió desde la tribuna peruana. Desde un inicio parecía ser todo especial. Los peruanos ya estábamos afuera de la puerta 24 por la que se ingresaba a la Tribuna América que fue ocupada solo por la visita. No hubo mayor inconveniente en el ingreso: increible que en un país extranjero se den más facilidad para el ingreso de instrumentos y banderas para darle un gran marco al estadio, mientras que acá se tienen que hacer enésimas gestiones.

Tras ingresar al Centenario, las barras de la selección, La Blanquirroja y La Franja, empezaron a ritmo de bombo y tarola el aliento incesante que millones escucharon por sus televisiones y en el mismo Centenario. Hubo mucho respeto por parte de ambas hinchadas a la hora de los himnos. No hubo ningún enfrentamiento subido de tono. El primer gol llegó, pero la tribuna peruana no perdía el entusiasmo. El segundo por parte de Pereira sí fue un baldazo de agua fría. Rostros desencajados en su mayoría esperando lo peor por lo visto en cancha. Sin embargo, una jugada de Yotún que terminó en gol, que nadie se esperaba en tribuna peruana, la enchufó nuevamente. En la segunda mitad, el gol de Guerrero y el penal tapado de Penny convertían la ilusión en realidad: se podía remontar un partido en el Centenario con un equipo de acuerdo a su hinchada, con poca cantidad, pero mucho corazón. Al final, a pesar del 4-2, la tristeza invadió a los hinchas, pero no la decepción. Los hinchas lo dejaron todo y la selección fue recíproca. Estuve cinco días en Montevideo y valieron la pena. La hinchada renovó su compromiso con la selección, esa fue la sensación luego del partido (Jair Villanueva).

El que lo vio en casa: Con ojos para todo

Sea con camiseta o con bandera, el apoyo para la selección peruana estuvo presente en todo momento en Montevideo (Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com)Titánica labor la que me tocó hoy domingo, pues a la par de disfrutar durante el almuerzo el Uruguay-Perú, tenía que cubrir el Irlanda-Croacia de la Eurocopa. Uno no se puede quejar con la programación, pues una cosa es la UEFA y otra la Segunda División. Aun así, anduve en un ida y vuelta terrible para seguir las incidencias de ambos encuentros. Con la blanquirroja en la TV de mi sala (aunque me sentía como si estuviera con la radio), junto a mi hermano, y el match del Grupo C a través de la web, aunque debo confesar que el ancho de banda estaba lentísimo. Así, ¡Mejor imposible! De hecho, fue de locos estar en simultáneo con los resultados.

Cuando perdíamos 2-0, pensé en dedicarme a cubrir mi partido asignado, pero con el 2-2 la situación se presentó incalculable. Con un ojo twitteaba lo más importante del partido europeo (goles, cambios, tarjetas) y con el otro miraba el duelo en el Centenario. Tuve el lujo de presenciar y gritar el gol de Paolo, aplaudir la atajada de Penny en el penal, pero cuando no presté atención al televisor llegaron los tantos uruguayos. Tal vez si veía todos los 90' la historia hubiese sido favorable para nuestra selección (Gabriel Valenzuela).

El que lo vio en familia: Franja residual

La pasión por la blanquirroja no tiene límites ni edad (Foto: Nicolás Rey / DeChalaca.com)Siempre es emocionante ver a Perú. Si bien no habían muchas expectativas por el rival y la condición de visita, existe la esperanza que los jugadores se van a brindar al máximo por defender la camiseta nacional.  Decidí ver el partido en casa por lo que, luego de almorzar, empecé a vivir la previa del partido y me alisté para disfrutar noventa minutos de fútbol. Mi esperanza se cumplió pues, a pesar que el resultado no fue favorable, vi como once jugadores conscientes de sus limitaciones y, en algunos casos, de su escasa experiencia internacional, se brindaron al máximo por su patria, por sus familias y, sobretodo, por los más de 28 millones de peruanos que hacen a un lado todos sus problemas por apoyarlos y encontrar en el fútbol una razón para unirse en un mismo sentimiento.

El primer tiempo parecía qie iba a acabar con marcador holgado por los dos goles uruguayos antes de los 30’. En ese momento solo podía esperar lo peor, pero allí empezó a gestarse el amor propio de los jugadores y lograron el descuento. Con el inicio del segundo tiempo, llegó el gol de Guerrero que grité muy emocionado pero también consciente que el partido se iba a complicar en demasía. Lamentablemente, luego del tercer gol uruguayo y todos los intentos sin éxito de los nacionales para empatar, llegó el gol que liquidó el partido. Si bien me sentí triste por el resultado final, al menos percibí amor propio en este grupo. Los partidos no se ganan solo con eso, pero marca una diferencia con anteriores eliminatorias. Mi reflexión final es que este grupo debe ser trabajado por Markarián en los siguientes microciclos considerando que muchos juegan en el fútbol local (Jorge Frisancho).

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: Nicolás Rey / DeChalaca.com

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