José Casanova: ‘Pelé’ robacorazones

Al hablar de la tragedia del Fokker de Alianza Lima, los primeros recuerdos suelen agolparse en la cintura cimbreante de Luis Escobar, apilando defensas rivales cual Potrillo. Otros se remiten a la figura de Alfredo Tomassini, como lunar blanco en aquel plantel y mártir en el naufragio del avión. Hay quienes citan a Caíco Gonzales Ganoza, caudillo de ese equipo joven. Pechito Farfán por la experiencia, Pacho Bustamante por el gol a Deportivo Pucallpa
Sin embargo, pocos son los recuerdos para uno de los jugadores por entonces más queridos por la hinchada íntima. Su nombre era José Casanova Mendoza; Pelé, para todo el mundo desde el barrio. Nacido en Lima el 12 de mayo de 1964, era un moreno mediocampista de mediana estatura, de atlética figura y de corte elegante en el toque del balón. Tras haber empezado a pegarle a la pelota en las inmediaciones del cementerio El Ángel, por donde vivía de niño, llegó a Matute con 12 años de edad y nunca más se separó del club de sus amores. Comenzó a destacar desde temprano en las categorías infantiles, donde actuaba como delantero y luego como zaguero central. Con el tiempo, y debido a la fragilidad de su humanidad, hubo quienes vieron en él las mañas de un grande de la historia íntima: el Brujo Cornelio Heredia. Su destino estaba confinado a ser, entonces, volante de primera línea.
Idilio victoriano
Casanova debutó de manera oficial en el primer equipo en 1982, un 16 de setiembre en el Nacional de Lima. El rival era Sporting Cristal (que venció 0-1 con tanto de Juan Caballero), y entre mundialistas en España y veteranos el joven volante comenzaba a hacerse un lugar en la escuadra victoriana. Fue promovido por el entrenador Victor Pitín Zegarra en un equipo donde destacaban las figuras de Caíco Gonzales Ganoza, Jaime Duarte, Juan Illescas, Eugenio La Rosa, José Carranza y Freddy Ravello.
El ascenso de Casanova fue rápido. Al año siguiente se cuadró entre los titulares blanquiazules como volante de creación; consiguió pocos goles en su carrera y fue justamente ese año cuando consiguió el primero de los 11 tantos que anotó. Lo consiguió enfrentando en el estadio Nacional al UTC y batiendo al Gato Jesús Purizaga.
Sus sobresalientes actuaciones lo llevaron a atender el llamado de Juan José Tan y alinearse con 19 años con la casaquilla nacional para la Copa América de 1983, en la que jugó cuatro de los seis partidos de la selección, siempre como pieza de recambio e ingresando en los segundos tiempos. Ese mismo año había jugado su primera Copa Libertadores ante los compadres de Universitario y los colombianos del América de Cali y Tolima, sin mucha fortuna: Alianza quedó en el último lugar de su grupo con 4 puntos.
O Rei en Matute
Los dos años siguientes continuaron siendo de progreso para Casanova, aunque Alianza no conseguiría resultados importantes. El volante se consolidaba, sin embargo, como parte importante de la columna vertebral de los íntimos, que conformaban además Caíco Gonzales Ganoza, Jaime Duarte, Wilmar Valencia, Roberto Cucurucho Rojas, Juan Illescas, Eugenio La Rosa y Luis Escobar, dirigidos por el mismo técnico que había confiado en él para la selección: Juan José Tan.
El campeonato de 1986, sin embargo, se mostró propicio para que Alianza Lima hiciera un recambio generacional importante a fin de dejar atrás los siete años de mala suerte que no podía quebrar desde el bicampeonato del 78. Aparecieron las figuras de César Sussoni, Daniel Reyes, Gino Peña y Carlos Bustamante, para, bajo la dirección técnica de Waldir Pereira Didí, formar un cuadro que peleó decididamente por el título de ese año.
Para entonces, a Casanova ya se lo conocía como Pelé, por su juego atildado -pese a ser volante de marca, solo fue expulsado dos veces en toda su carrera- y su manía de coleccionar cuanta fotografía, recorte o souvenir tuviera que ver con Edson Arantes do Nascimento. Reconocido así entre los demás íntimos, fue protagonista de avasalladoras goleadas Universitario: ese año Alianza le ganó 4-0 por el Regional Metropolitano y el 5-1 por el Descentralizado, haciendo delirar a la tribuna Sur.
En aquel 1986, los victorianos ganaron el II Regional, lo que les otorgaba el derecho de jugar la Copa Libertadores. Sin embargo el título nacional quedó en manos de San Agustín, en aquella recordada final que los canarios ganaron con gol de cabeza de José Pajuelo.
Corazones rotos
Tras jugar la Copa Libertadores ante los uruguayos Peñarol y Progreso, Alianza jugó en el tristemente recordado campeonato de 1987. Ese mismo año, Casanova fue convocado a la selección Preolímpica que buscaría la clasificación a Seúl 88 en Cochabamba, torneo que nunca llegó a jugar.
A medio año, asumió Marcos Calderón, y él dispuso que Casanova conformara una interesante dupla de marca en volante junto a Juan Reynoso, quien se salvaría de viajar al fatídico partido de Pucallpa por una lesión. Por ello, Pelé hizo dupla en aquel cotejo jugado en el estadio Oficial (hoy rebautizado como Aliardo Soria Pérez) junto a Aldo Chamochumbi, quedando siempre como enganche Pacho Bustamante.
La historia posterior es conocida, a diferencia de las miles de historias particulares que aquel Fokker se llevó consigo. Entre las cuales, se robó una que pertenecía al corazón de los hinchas aliancistas, al más puro estilo de un Casanova.
Composición fotográfica: Sandro Mena / DeChalaca.com
Fotos: libro ¡...Arriba Alianza!, Teodoro Salazar Canaval; revista Ovación

Y ARRIBA ALIANZA CARAJOm