Carlos Cumapa: El capataz del centro
Se hizo profesional en Huánuco y el Cusco lo consagró como caudillo. Pero nació en Pucallpa, y además estudió contabilidad, más allá de que el fútbol le tuviera otro destino reservado. Con este reconocimiento a Carlos Cumapa, el capitán del primer equipo exitoso de Cienciano, se da inicio a una sección dedicada a rendir honor a los ídolos perdidos del fútbol peruano.
Composición fotográfica: Carlos Vela / DeChalaca.com
“El fútbol me dio solo lo suficiente para vivir, y aunque no hice mucho dinero, jugarlo me hizo inmensamente feliz. Pero soy consciente de que estoy jugando mis últimos años y, por eso, quiero estar preparado para asumir mi próximo reto: tener mi propio estudio contable”.
(Carlos Cumapa a la revista Don Balón Perú, N° 27 p. 38, setiembre de 1998)
Le decían el tío, acaso por el mechón blanco que lo acompañó siempre y casi como presagio inspirado de que algún día inauguraría esta sección. Para definir a Luis Carlos Cumapa Sifuentes (Pucallpa, 6 de marzo de 1966), habría que decir que fue el prototipo del jugador silencioso pero regular de los años noventa. Que era el número ‘6’ que imponía respeto y repartía pierna fuerte, pero que también jugaba y generaba fútbol. Que se barría durante todo el partido y era pegajoso en la marca, pero que a la vez iba al ataque y hacía goles. No era ni por asomo José Velásquez, pero, a su manera, también era un patrón.
SIEMPRE AL CENTRO
En su tierra natal, Cumapa jugó fútbol desde los 12 años en el
Asociación Deportiva Ucayali, siempre de manera amateur. Pero esa afición no
era una prioridad para él: tras cumplir la mayoría de edad, se marchó a Huánuco
para estudiar contabilidad en la Universidad Hermilio
Valdizán. Allí avanzó de a pocos la carrera y cuatro años luego, en 1988,
decidió compartir sus dos pasiones. Se enroló en León, el club más popular de
la ciudad, y debutó en Primera División en el Regional Centro.
Desde esos inicios de su carrera con la camiseta crema del cuadro huanuqueño, ya marcaba una pauta que seguiría siempre: la regularidad en sus presencias como titular a lo largo de los 90 minutos de juego. De hecho, aunque casi siempre arrancó entre los once, Cumapa solo fue habitualmente recambiado en dos de sus 15 temporadas en la máxima categoría: las de 1991 y 1992, ambas con camiseta de Unión Minas de Cerro de Pasco. Curiosamente, las que lo descubrieron al ruedo mediático, cuando el cuadro cerreño quedó entre los 16 privilegiados clubes que mantuvieron la categoría luego de la reducción de equipos de aquellos años.
Para 1993, volvió a León. En esa etapa, conocería a dos técnicos que lo marcarían: ese año, a Carlos Daniel Jurado, y al siguiente, a Ramón Quiroga. Con este último, en 1994, el cuadro huanuqueño cumplió una de las mejores campañas de su historia en Primera, con un equipo que tenía por baluartes a Raúl Mejía, ‘Danny’ Chumpitaz, César Rodríguez, los uruguayos Gustavo Machaíin y Pedro Varela y, por supuesto, a Carlos Cumapa. Llegó hasta la Liguilla por el subtítulo y quedó tercero, tras caer ante Alianza Lima y Sipesa y vencer a Universitario. Al año siguiente se desmanteló y perdió la categoría. Pero sus individualidades no solo la mantuvieron.
EL GRAN SALTO
Merced a sus buenas actuaciones en ese recordado León, Cumapa estuvo voceado para integrarse a Universitario de Deportes para la temporada ’95, pero no llegó a un acuerdo económico con la directiva crema. Recaló igualmente en Lima, con Deportivo San Agustín, donde se reencontraría con Jurado. Nueva temporada de protagonismo: los canarios, con un equipo modesto, llegaron al Octogonal y fueron animadores.
Para 1996, el club que pidió los servicios del volante fue Deportivo Pesquero, en el que un novel Claudio Pizarro hacía sus pinitos en el fútbol de Primera. Allí hizo dupla de contención con otro debutante en la categoría: Gregorio Bernales, con el que conformó una de las parejas de primera línea más sólidas del certamen. Otra vez, un equipo de Cumapa tuvo buen suceso: el cuadro chimbotano se clasificó sétimo en la temporada regular, se clasificó a la Preliguilla y en una serie memorable, eliminó tras dos partidos a Sport Boys en el propio Miguel Grau del Callao, en una tarde donde los hinchas rosados invadieron el campo ante la frustración de la eliminación.
Y con esos avales, llegó el fin de los saltos de Cumapa de una ciudad a
otra. En 1997, encontraría su lugar. En el centro del campo, como siempre, y
algo tirado hacia la sierra sur. Otra vez con un viejo conocido en el banco:
Quiroga. Con una camiseta que lo sentiría sudar historia: la roja del Cienciano
del Cusco. Debutó con ella en la cancha de la UNSA, una tarde de febrero frente a Alianza Lima
en la que los imperiales debieron hacer de locales en Arequipa debido a que el
gramado del Garcilaso de La Vega
estaba siendo resembrado. Y nunca más se la quitó.
ROJÍSIMA CONSAGRACIÓN
Durante las cinco temporadas y media que vistió la camiseta de Cienciano, hasta su retiro tras el término del Apertura 2002, Carlos Cumapa jugó 196 de los 253 partidos oficiales (245 por el torneo local y 8 por Copa Libertadores) jugados por el cuadro rojo en ese lapso. El 77.5%, para decirlo matemáticamente. Y tratándose de un hombre que llegó al Cusco habiendo superado la barrera etárea de la base tres.
Fue el caudillo, el líder del salto de Cienciano a la palestra del
fútbol peruano e internacional. Durante esos años, tuvo varios compañeros en
labores de contención: Germán Muñoz, Roger Serrano, Edwin Pérez, Martín
Rodríguez; todos le cargaron los maletines. En 1998 y 1999, su segunda y
tercera temporada en el Cusco, fue reconocido por la revista Don Balón Perú
como el mejor jugador del cuadro rojo. Hasta debió oficiar de técnico interino
durante las dos últimas jornadas del ’99, tras el despido de Franco Navarro. Y
después de que en 2000 su protagonismo fuera algo opacado por la gran temporada
hecha por el mexicano Óscar Olvera, se produciría la consagración soñada, el
broche de oro que cualquier jugador provinciano quisiera tener para el cierre
de su carrera.
En la temporada 2001, Cienciano cumplía 100 años de historia y, al igual que Alianza Lima, tenía el objetivo clarísimo: honrar la conmemoración con un título. Pero pocos apostaban por el cuadro rojo, máxime luego de que en el Apertura, con Freddy Ternero en el banco, solo había conseguido ubicarse cuarto pese a haber invertido en contrataciones. Para el Clausura, Juvenal Silva anunció dos regresos: primero, el de Carlos Daniel Jurado, y luego, el de Óscar Olvera para el mediocampo.
Se armó entonces el festín. Cumapa, que se reencontraba por tercera y
definitiva vez con el ‘Viejo’ en el banco, fue el capitán de ese equipo de
Cienciano que consiguió lo que nadie ha obtenido en 10 temporadas y pico de
torneos cortos en el Perú: ganar los 11 partidos de local, hacer una ‘media inglesa’
perfecta de 33 puntos y, luego de una definición cabeza a cabeza con el
sorprendente Estudiantes de Medicina de Ica -al que venció en partido extra en
Arequipa-, se consagró campeón del Clausura. Era el equipo de los ‘Locos’
uruguayos Martínez y Zapata, de Maurinho Mendoza en el arco, de la tripleta
Flores-García-‘Changó’ Maldonado en el fondo; pero sobre todo, era el equipo
del patrón Cumapa. En la final se demostraría por qué.
NADA ES PERFECTO
Estadio de Matute, 22 de diciembre de 2001. Alianza y Cienciano, los
equipos centenarios de la temporada, comenzaban 180 minutos de ida y vuelta
para dirimir al campeón nacional de aquel especial año. Waldir Sáenz puso en
ventaja a Alianza, pero nueve minutos después, apareció el caudillo: Cumapa se
elevó en el área del arco Sur y cabeceó arriba, donde no podía llegar Marco
Flores. Era el empate que luego el ‘Colorado’ Zapata, vía penal, transformaría
en un 1-2 ilusorio para la ‘Furia Roja’. Iniciado el segundo tiempo, José Soto
igualó para Alianza, pero el empate parecía inamovible. Cienciano sacaba de
visita una inmejorable ventaja para el cotejo de vuelta en el Garcilaso.
Hasta que llegó la jugada fatídica. Minuto 87: falta en el centro del campo. Cumapa, siempre recio, había trabado por detrás a 'Pepe' Soto. Eduardo Lecca no titubeó. Fue roja para el del ‘Rojo’. Cienciano tenía uno menos sobre el final del partido; pero no era cualquiera, era él, el líder, el que no iba a estar en el encuentro de vuelta de cuatro días luego. Mazazo sicológico, que le dicen. A los ’90, al borde del pitazo final, Roberto Farfán colocó el 3-2 para los íntimos. La historia posterior es conocida: Cienciano ganó 1-0, pero en la definición por penales Roverano fue figura y Sáenz se robó las fotos.
Cualquier hincha cusqueño promedio evoca la expulsión de Cumapa en Matute como la jugada que determinó la pérdida del título de 2001. Ese campeonato nacional que hasta ahora le es esquivo al equipo de la Plaza San Francisco. Igualmente, aquel cuadro de Jurado, con Cumapa siempre con la banda, tuvo un extraordinario consuelo en la Copa Libertadores, la primera de su historia, en la que clasificó a segunda fase tras derrotar en el Garcilaso al 9 de Octubre de Paraguay, al Gremio de Brasil y al Oriente Petrolero de Bolivia.
Tras ello, el líder supo decir adiós. En junio de 2002, un partido
en el Monumental ante Universitario (triunfo crema 1-0, con gol de ‘Chemo’ del
Solar) le sirvió como silenciosa despedida. Y aunque Juvenal Silva prometió un
partido homenaje, el cotejo jamás se disputó. El Cusco nunca pudo decirle
gracias a su caudillo principal, al que encabezó los primeros capítulos del
éxito incomparable que alcanzaría Cienciano en la década actual. No estuvo ni
en la Sudamericana,
ni en la Recopa. Para
él no hubo fotos ni huaynos. Quizá porque era el ‘Tío’, no el ‘Papá’.
De Cumapa, luego de eso, se ha sabido poco. Su último vínculo conocido con el fútbol fue la dirección técnica del Señor de Puelles, en la Liga de Huánuco, como parte de la Copa Perú. Y también ha mantenido una academia de menores en dicha ciudad. Hasta donde existen registros empresariales disponibles, nunca ha llegado a establecer su estudio contable. Pero vaya si supo contabilizar éxitos en las canchas. Como para que el fútbol recuerde su mechón blanco con cariño.
Fotos y recortes: revistas Don Balón Perú, Estadio y El Gráfico Perú; diarios El Comercio y Líbero

CHAO FVRIA
gracias por ilustrar nuestros ojos con tu juego recio y lleno de garra, que hasta el puma carranza quedaba chico delante tuyo.
Saludos de un paisano pucallpino.
pd: tambien estuvo como DT en el tecnologico suiza en el año 2008 hasta la etapa departamental. Luego renuncio por motivos personales y se regreo al cusco.
por el tantos logros de cinciano
VIVA MI PAPA !!!!!!!!!!!!!!!!!!
vams pumapa....
vamos juventd ticlacayan...
ne secitamos un arquero pumaca jala al de segund division o al arquero suplente de leon .