Carlos Linazza: Con Linazza sabe mejor

Carlos Abel Linazza nació en Saladillo (provincia de Buenos Aires) un 29 de setiembre de 1933. Empezó a jugar en las divisiones infantiles del Estudiantes de La Plata, equipo que tendría que dejar años mas tarde para poder buscar una oportunidad en mayores, que le llegó en All Boys, en 1954. Pasó al año siguiente al Quilmes, sin ser particularmente uno de los destacados del plantel. Así, su carrera en Argentina era prácticamente la de un 'NN', ya que no había jugado aún en la máxima categoría, y se limitaba a ocho partidos y tres goles anotados en Primera B con las dos escuadras mencionadas.
Sin mayores opciones en su país, en 1956 llegó al Perú tentado por el Cento Iqueño. Aquel era el año en el cual el Perú vivió su propio 'Dorado': brillaban excelentes jugadores foráneos como Antonio Sacco, Carlos Zunino, Dardo Acuña y Roberto 'Tachero' Martínez en el recién creado Sporting Cristal, o Adolfo Riquelme y Jaime Cruz en Atlético Chalaco. Linazza arribó junto al golero Nelson Festa para enrolarse a un club como Iqueño que, luego de haber convivido con la media tabla desde su primer ascenso en 1941, en la temporada 1955 había por fin peleado el título hasta quedar en tercer lugar debajo de Alianza Lima y Universitario.
Sin embargo, la primera campaña del cuadro de Monzón -como era conocido el Iqueño- en la que participó Linazza fue discreta. Quedó en sexto puesto, a 14 puntos del campeón Cristal. Sin embargo, el argentino se mostró como un interesante insider o interior derecho. No poseía una descomunal velocidad, pero sí un potente disparo de media distancia. "Su especialidad eran los remates de balón parado, fueran tiros libres o penales. Tenía un remate seco, violento, 'a media agua', como se decía en la época", recuerda el periodista e historiador deportivo Teodoro 'Lolo' Salazar. Además, Linazza agregaba un valor importante a su juego: recuperaba la pelota y era luchador en la marca, algo atípico para un delantero en una época en que los que defendían eran únicamente los zagueros.
El alba del albo
Al siguiente año, el Centro Iqueño haría historia. En el arco ya no estaría Festa, quien se marchó a México -donde sería campeón con el Zacatepec-, pero llegó Fernando Cárpena. En la zaga se paraban José Allen, el experimentado Adolfo Donayre y José Castro. Al medio se paraban Antonio del Valle y el paraguayo Juan Carlos Arce. El quinteto ofensivo era de temer: el Enrique Montenegro, Linazza, Fernando Olaechea, Antonio Palomino y el guaraní Ricardo Quiñónez, seleccionado de su país. Bajo la batuta del uruguayo Roberto Scarone, aquel cuadro albo se llevó el título tras totalizar 27 puntos y 38 goles anotados en 22 partidos. Linazza cumplió el rol de enlace entre el mediocampo y la delantera.
En la jornada triunfal del 5 de enero de 1958, Iqueño se alzó con el título tras vencer a Universitario por 2-1 en el estadio Nacional. El primer gol llegó gracias a un tiro libre del chiclayano Montenegro a los 29 minutos, y a los 40' aumentó la cuenta Palomino, luego de una combinación previa entre Linazza y Montenegro. El descuento de 'Toto' Terry, sobre los 81', no alcanzó: los albos habían ganado y con ello cada jugador se haría acreedor a un premio de 1,500 soles de la época y un reloj de oro por el campeonato conseguido.
Al año siguiente, Scarone se marchó a Alianza Lima. Iqueño quedó sexto y no pudo entrar a la liguilla por el título, cosa que sí consiguió en 1959, cuando acabó tercero. Al final de dicha temporada, Linazza partió hacia Europa para probarse en el Real Betis de Sevilla, pero la Federación Española de Fútbol no autorizó su fichaje por falta de historial deportivo. Volvió a Lima, y en esas, una llamada de Roberto Scarone, quien acababa de ser contratado por Peñarol de Montevideo, lo sorprendió: lo solicitaba como "el" refuerzo que necesitaba para su campaña en el cuadro mirasol.
Del Perú para América
La llegada de Linazza al 'Carbonero' no estuvo exenta de críticas. La prensa uruguaya lo trataba como a un argentino sin cartel, así como maltrataba a un ecuatoriano que llegó paralelamente y al que consideraba proveniente de un país exótico en el que no se sabía jugar al fútbol. Se trataba de un tal Alberto Spencer.
Pronto, ambos se encargaron de acallarlos. El bonaerense anotó en su amistoso debut ante el Atlanta de Buenos Aires, que acabó 6-2, con otros tres goles de Spencer. Luego, Peñarol enfrentó al también argentino Tigre, y Linazza y Spencer se despacharon con dos goles cada uno para el 5-0 final. La hinchada deliraba y veía con optimismo el siguiente partido oficial que se debía afrontar: un clásico postergado -debido a la realización del Sudamericano Extraordinario de Ecuador- ante Nacional, que definiría al campeón uruguayo de 1959 y primer representante de la historia del fútbol charrúa en la Copa Libertadores de América, que se iba a disputar por primera vez en 1960.
Lo curioso fue que la dirigencia de Nacional impugnó la participación de Spencer, Linazza y Guillermo Pedra, uruguayo que había sido contratado por Peñarol procedente del Liverpool. La razón era que si bien el partido se iba a disputar en marzo de 1960, correspondía a la temporada 1959 y las inscripciones de los tres jugadores eran extemporáneas. Gracias a los buenos oficios de un entonces joven Washington Cataldi, a la postre gran presidente de Peñarol, los mirasoles consiguieron la aprobación de la asamblea de clubes y, con sus tres contrataciones en el campo, le ganaron 2-0 a su clásico rival y dieron la segunda vuelta olímpica de un histórico quinquenio de títulos.
Con Linazza en el plantel, Scarone reubicó a un joven Luis Cubilla, que fungía de insider, en la posición en la que alcanzaría éxito: puntero derecho. Con ellos, consiguió ganar la primera Copa Libertadores de la historia, en la que Peñarol venció al Olimpia paraguayo en la doble final (1-0 en Montevideo y 1-1 en Asunción). Así, Linazza se convirtió en el primer argentino en alzarse con el máximo trofeo continental de clubes, ya que el único otro jugador de origen gaucho del plantel era Juan Eduardo Hohberg, quien se había nacionalizado uruguayo años antes para jugar el Mundial de Suiza 1954 con la 'Celeste'.
Tercer tiempo
Tras una nueva vuelta olímpica local, Linazza se fue de Peñarol en 1961 para partir hacia Chile, donde jugó por la Unión Española. En 1965 regresó a Uruguay para enrolarse en el Danubio de Montevideo, donde decidió colgar los botines. Luego de ello, decidió quedarse a vivir en tierras charrúas, y, según relata el portal Tenfield Digital, ofició de portero de un edificio de Punta del Este durante muchos años, para luego residir en Playa Brava, en el mismo balneario. Allí lo sorprendió la muerte en diciembre de 2007.
Los homenajes, entonces, no le faltaron a Carlos Abel Linazza de parte de hinchas y directivos de Peñarol, un club grande si los hay en Sudamérica. En el Perú, pocos quizá lo recuerden; apenas los pocos simpatizantes que aún le quedan a Centro Iqueño, un club modesto pero bien organizado que alguna vez inscribió su nombre entre los campeones del fútbol peruano. Gracias, entre otros, a un argentino que llegó cual anónimo para volver al Río de La Plata como grande.
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com
Fotos: tenfieldigital.com.uy; revista Ovación; capenarol.com.uy; tenfieldigital.com.uy; archivo José Augusto Giuffra

es recordado por los que lo vieron jugar en especial cuando ejecutaba los penales por el Centro Iqueno dando pase a un companero , polemica treta que inclusive hasta hoy se ve de vez en cuando. Ya en el 60 triunfo con el Penarol siendo Campeon de la Copa Libertadores. Muchas gracias por su atencion.
Recuerdo el partido final, lo escuche en Pregón Deportivo (Radio el Sol) dode narraban; Alberto Sorogaztúa, Lucho Velez y Oscar Artacho.
Linazza fue destacado valor en ese once, en el cual también recuerdo la velocidad del paraguayo Quiñonez y sus centros desde izquierda y al goleador Fernando Olaechea.
Recuerdo que el arquero Fernando Cárpena paso al S. Boys el 58, donde también salió campeón, llegando luego a la Selección Nacional.
Los tiempos actuales, hacen extrañar en primera a Iqueño (los albos de la calle Monzón) al Chalaco (el León Porteño), al Sucre (los Dinamiteros) y a otros. Recuerdo que siempre llenaban el José Diaz, las noches del sabado y las tarde del domingo.
Nostalgias de otros tiempos.
Sería simpático que un día regresen.
Bueno me despido deseando que te haya aportado algo más a la figura de Linazza y le pido por favor al fútbol peruano que siga recuperando ese toque mágico que les conocí tiempo atrás y mil gracias además por haber aportado a Peñarol a legendario "negro el 11" Juan Victor Joya Cordero.
Hasta pronto,
Alfredo de La Plata.
Me gustaria ver algun archivo que hable sobre su participacion, mas alla de que si fuera o no destacado en aquel tiempo.
Muchas grtacias y a la espera.
Muchas gracias
Yanina Mottola
Carlos Linazza siempre será recordado por quienes tuvimos la ocasión de ver aquella gloriosa época no solo del Centro Iqueño que tan igual que los otros llamados equipos chicos tenían buenos jugadores que jugaban de igual a igual con los llamados equipos grandes.
Alguien sabe o tiene fotos de aquella epoca, 1956 y 57.
Padre Daniel Linazza