Sanguinetti en Alianza: La gran transformación
Alianza no juega para el paladar del hincha, sino lo hace para la vitrina del club. El equipo de Sanguinetti ha gambeteado su historia y ahora muestra una idea de juego lejana a la identidad íntima y más bien cercana al Río de la Plata.
La llegada de Guillermo Sanguinetti junto a los refuerzos uruguayos Gabriel Costa y Pablo Míguez presagiaban un futuro distinto en Alianza Lima. Uno de sangre uruguaya y prioridades distintas en el juego íntimo. Un juego preciosista por tradición. El presente solo reafirma este drástico cambio que sufre la identidad blanquiazul en la cancha. De defensa a ataque, desde Ibáñez hasta Guevgueozián. Por las declaraciones del estratega charrúa, para el equipo lo primero es el resultado y para conseguirlo acudirá a la estrategia que mejor le quepa al plantel del uruguayo y a lo que está acostumbrado. El mismo DT dijo: "Alianza quiere ganar un campeonato, no jugar bonito". Todo hincha de equipo grande quiere un campeonato, pero el de Alianza necesita ganarlo de una manera especial. Está en su ADN.
¿Qué será lo que quiere Sanguinetti?
El sistema del uruguayo en Alianza es el 4-2-3-1, con una propuesta defensiva agresiva, con presión alta y mucho roce en el medio. Además, aplica un despliegue generoso en cada espacio del campo con una volante de trayectos largos y, por ende, que necesita un estado físico impecable. La misión es asfixiar al rival, llevarlo al error y aprovecharlo con tres jugadores, detrás del '9', que pueden fabricar cambios de ritmo a partir de su agilidad y potencia.
En ese sentido, la potencia es clave en la estrategia de Sanguinetti. Por ello, en ataque, la ocupación profunda de las bandas y el ensanchamiento del campo no sirven sin verticalidad ni velocidad en bloque. Por demolición y volumen, es cuando más daño hace el once de Sanguinetti que, además, tiene en el balón parado, como buen colectivo con esencia uruguaya, otra herramienta peligrosa en ataque y la que le ha dado más frutos en lo que va del Torneo del Inca. Ese es el libreto blanquiazul. Para ganar, la superioridad física y de los bloques pesan más que la inventiva y elaboración colectiva.
Eran otros tiempos
La identidad uruguaya que va adoptando Alianza Lima, dentro de la cancha, no solo tiene que ver con el aspecto de su juego. También se refleja en quienes lucen e influyen más en el colectivo. Hoy en día, Alianza es Pablo Míguez; también Alianza es Mauro Guevgueozián y Walter Ibáñez, una suerte de José Soto rioplatense que se hace un nombre siendo goleador y caudillo. El 'Armenio', a su vez, no es el goleador ágil, técnico y pícaro que acostumbra tener Alianza. No es por características cercano a Yordy Reyna, ni Jefferson Farfán. Tampoco a Claudio Pizarro o Waldir Saenz.
Míguez, el emblema de este Alianza, hubiese sido uno más otrora. De trabajo importante y sobrio, pero no protagonista. Hoy es clave e irreemplazable para lo que quiere Sanguinetti. El último título nacional de Alianza, no obstante, se remonta hasta otro uruguayo, Gerardo Pelusso, pero, ¿era aquel equipo parecido al de Sanguinetti? Los referentes eran chilenos, Fernando Martel y Rodrigo Pérez, de un juego aguerrido y eficiente. Y tenía un '9' de roce y habilidad aérea como ahora: Flavio Maestri.
No obstante, aquel Alianza edición 2006, contaba con una volante que circulaba con más cautela el esférico. Aquel equipo tenía una pausa con Rinaldo Cruzado al lado de Junior Viza. Martín Ligüera era de características opuestas a Gabriel Costa. Entonces, si bien guardan similitudes, la idea de juego de Pelusso no era tan estricto y pegado al libreto uruguayo. Respetaba principios de juego aliancistas.
¿Es un hasta luego o un eterno adiós?
No se quiere disminuir un estilo sobre otro. Quizás lo que busca aplicar Sanguinetti le de resultados a Alianza este año. ¿Cómo dudar de una identidad de juego bicampeona del mundo y que sigue cosechando logros? Sin embargo, hay un cambio drástico que se hace evidente: no es una evolución en el tiempo del juego tradicional blanquiazul, como lo fue con Gustavo Costas en 2010, sino es una transformación de raíz en el primer equipo victoriano, olvidando el cómo para buscar el logro, cuando la manera de jugar es parte de la mística y la construcción de la identidad aliancista a lo largo de su historia.
¿Qué se busca con la llegada de Sanguinetti? Es solo una estrategia para conseguir el título que se posterga año tras año, o se están haciendo cambios que van a trastocar de fondo al aliancismo. Por ejemplo, en la actualidad, se están experimentando cambios con la llegada de Ernesto Arakaki a la dirección futbolística de las divisiones inferiores del club, desde el perfil del futbolista de Alianza hasta la idea de juego. Se quiere modernizar y adaptar al ritmo que el primer mundo futbolístico exige.
Esto es, a largo o corto plazo, lo que se observa en Alianza. Parece ser lo primero, o bien se podría estar frente al inicio de un gran cambio. Esto es, los logros por delante de las formas históricas del club. Pregúntese, sobre todo usted aliancista, ¿se hizo hincha del club por un título o por la mística del equipo? ¿Qué prefiere?
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Foto: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com
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