Marcelo Bielsa: Historia de un manicomio

La victoria lograda el último jueves por el Athletic de Bilbao sobre el Manchester United en el propio Old Trafford, por la Europa League, ha desatado una serie de elogios y muestras de admiración para un personaje ya acostumbrado a recibirlos: Marcelo Bielsa. El 'Loco', una vez más, hizo que un equipo suyo ofreciera una lección táctica para ganar en uno de los estadios más difíciles del mundo, y comenzó a labrar imagen de semidiós allí donde los extranjeros por defecto no son necesariamente bienvenidos: en el País Vasco.
¿Pero qué tiene este Athletic en común con anteriores equipos dirigidos por el 'Loco'? Un repaso de los sistemas empleados por las oncenas más exitosas del técnico argentino permite caer en la cuenta de que, acaso, uno de los mayores méritos de Bielsa es haber sabido adaptar su propuesta a las circunstancias de sus grupos humanos, sin por ello abandonar sus muy firmes convicciones tácticas.
Newell's 1992: Maquinando el sistema
Cuando Marcelo Bielsa construyó su primer Newell's exitoso, aquel que acabó campeón en la temporada 1990/1991 del fútbol argentino -última jugada a razón de un solo título por año en tierras gauchas-, empleaba un esquema muy clásico: un 4-cuadrado-2 ordenado con roles muy definidos. Norberto Scoponi era el portero; Julio Saldaña, Mauricio Pochettino, Fernando Gamboa y Eduardo Berizzo iban atrás; Darío Franco y Juan Manuel Llop atracaban en el medio; Gerardo Martino y Julio Zamora (actual DT de Melgar) se encargaban de la generación, y arriba quedaban Cristian Ruffini y Ariiel Boldrini.
El "estilo Bielsa" comenzó a marcarse solo, entonces, al año siguiente, cuando con miras a afrontar simultáneamente la Libertadores 1992 y el Clausura local, se contrató a jugadores como el paraguayo Alfredo Mendoza y el chileno Luka Tudor, además de los locales Alfredo Berti y Cristian Domizzi. Con ellos en el plantel, Bielsa pudo hacer una variante sustancial: pasar a jugar con cinco hombres en el fondo reconvirtiendo a Llop, el hombre que tenía más trajín en su mediocampo, en líbero detrás de la línea de cuatro, puesto que al medio Berti podía hacer la labor de barredor. Martino y Zamora flotaban a los lados y arriba, Mendoza hacía de mediapunta para que Domizzi se encargara de concretar. Un sistema con roles muy definidos -y muy demandantes de trabajo táctico-.
Vélez 1998: Inoculando el libreto
Cuando Marcelo Bielsa llegó a Vélez en el segundo semestre de 1997, el equipo del 'Fortín' venía de una impresionante racha ganadora en la que el fútbol práctico de Carlos Bianchi era casi una doctrina de ley. Con un rombo al medio y siempre basándose en tener dos delanteros enchufados, aquel Vélez multicampeón era considerado difícil de igualar por los propios integrantes del plantel, que en un inicio se mostraron reticentes a la idea de Bielsa de jugar con tres al fondo y, sobre todo -José Luis Chilavert a la cabeza-, rechazaron su desapego por los individualismos. "Me siento más cómodo con el orden que con la espontaneidad", acuñó por entonces el 'Loco' en una entrevista a Clarín.
El hecho es que al final la locura se impuso en Vélez y el equipo asimiló la idea. Tres atrás, con Méndez de habitual líbero y Federico Domínguez con Pellegrino entre stoppers y hombres de salida. Cardozo casi reconvertido a volante por izquierda, al nivel de Bassedas, y Pandolfi en una peculiar función entre enganche y cuarto delantero. Si a Bielsa le decían defensivo, pues una vez ante Argentinos Juniors salió con cinco delanteros nominales, y contaba con un '9' tan neto como Posse que casi solo recibía la pelota en el área chica. Camps, volante en la era de Bianchi y Piazza, era un tercer delantero por derecha de modo tal de que se aprovechaba su velocidad mejor que si se lo hubiera hecho jugar de enganche. Bielsa, pues, le volvió a enseñar a jugar a ese Vélez; les enseñó a sus jugadores cosas que ellos no conocían de sí mismos.
Argentina 2001: Rechazando la dualidad
Quizá el equipo de Bielsa que haya alcanzado un pico más alto de rendimiento sea la selección argentina que acabó primera en las Eliminatorias rumbo a Corea/Japón 2002. Allí fue cuando el 3-línea-3 que patentaría como sello la escuela bielsista -con opción de desdoblarse a rombo en el medio- se graduó ante todo el mundo, y también cuando ello riñó frontalmente con la vigencia en Argentina de dos '9' de talla global: Gabriel Batistuta y Hernán Crespo.
Historia conocida es que el fracaso argentino en el Mundial asiático fue atribuido por un sector de la prensa gaucha a la "terquedad" del técnico en no colocar a ambos arietes juntos. ¿Habría Bielsa puesto a dos Domizzis en Newell's o, sobre todo, a dos Posses en Vélez? Las convicciones tácticas tienen costos. Incluso en el primer Newell's del 'Loco', Ruffini iba muy por fuera y Boldrini lo hacía por dentro. En esta Argentina no había lugar para dos '9': había tres zagueros con roles de marca muy definidos, una línea al medio que se comía un ida y vuelta neto y dos hombres como Ortega y 'Piojo' López a los que se hacía trabajar a los lados. Emplear doble punta habría implicado poner al 'Burrito', acaso, de enganche neto detrás de la dupla, cosa que reñía con la idea de Bielsa de adjudicarle una labor más obrera y menos individualista.
Chile 2010: Resolviendo el dilema
Con la 'Roja', Bielsa vivió una eterna luna de miel pues en cada paso que dio superó las expectativas cifradas. Un equipo que había sabido ser último en Sudamérica acabó siendo protagonista principal de las Eliminatorias rumbo a Sudáfrica 2010, al punto de acabar segundo solo un punto por debajo de Brasil. ¿Cómo se logró el milagro? Nuevamente sin grandes estrellas, pero sí con un trabajo táctico muy pulcro y ordenado.
En Chile, Bielsa tuvo la posibilidad de hacer muchos recambios para cada puesto pues el nivel de su plantel era bastante parejo. Las figuras escaseaban e incluso los más reputados como Matías Fernández y Alexis Sánchez tenían labores obreriles en sus respectivas posiciones. Medel, alguien que teóricamente iba mejor por el medio libre, era obligado a salir desde el fondo; Vidal, que en Alemania la hacía mejor cuando iba por el centro, siempre fue confinado por Bielsa -rindiendo incluso mejor que en la Bundesliga- como trabajador marcador izquierdo o volante por el mismo sector. En pleno Mundial, incluso, el 'Loco' no tuvo reparos en renegar de sus tres al fondo y apelar a una línea de cuatro cuando fue necesario. Chile fue, posiblemente, el equipo más dúctil que manejó Bielsa y en el que mayor provecho -o jugo- sacó de lo poco que tenía.
Athletic 2012: Alcanzando vistosidad
En Bilbao, donde Bielsa llegó luego de haber observado una andanada de videos del equipo y pensado en todos los posibles jugadores vascos incorporables a su proyecto, Bielsa ha vuelto a sus raíces: la línea de cuatro al fondo y un esquema más convencional a los tiempos modernos como el 4-2-3-1. Acaso esto permita que el equipo no solo sea eficiente, sino que al haber necesidad de tocar más el balón para pasarlo de una línea a otra y no tanto de trasladarlo, el juego del equipo vasco se hace muy vistoso y ofrece conciertos como el del jueves en Old Trafford.
Por supuesto, la ductilidad se mantiene. Javi Martínez puede ser zaguero o volante, Ander Herrera puede ocupar cualquiera de las líneas de la volante y Gaizka Toquero lo propio entre la volante o ser alternativa a Llorente. Susaeta y Muniain son, como Sánchez y Mark González en Chile u Ortega y López en Argentina, quienes tienen más espacio para lucirse, pero también quienes están obligados a trajinar más. Una cosa compensa la otra; el equilibrio no deja de alcanzarse en esta nueva locura de Marcelo Bielsa.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com

Asi pues ingleses y suecos se dieron el gusto de eliminar a los gauchos en primera fase. Bielsa quedó como el malo pero su unico error fue pensar que su propuesta por si era superior, sin haberse fijado bien en las virtudes de los europeos e idear una forma de aprovechar el estilo frontal y mecanico que tienen para jugar el futbol.
Saludos