Grecia - Rusia: El mito revive
El capo: En la línea del capitán
Toda Grecia luchó unida contra los rusos por conseguir el objetivo trazado, el de ganar ese partido que pintaba como el más difícil en su camino. Dentro de esa misión, el que más destacó fue Giorgos Karagounis, el ‘10’ griego que se batió buena parte del encuentro, casi a solas, ante la defensa de Rusia. Si a ello se le suma que fue él quien consiguió el gol de la clasificación, motivos sobran para tenerlo como el mejor del partido.
La clave: Les lavó la Kara
Sin duda, el gol griego fue la circunstancia que trastocó un encuentro que Rusia dominaba hacia el final del primer tiempo ante una Grecia replegada. Con el tanto de Karagounis, el cuadro heleno tuvo una inmejorable oportunidad de acomodarse en la cancha de la manera que más le conviene: juntos en su campo a la espera de una opción para meter la contra. Lo primero se dio durante toda la etapa final, lo que acabó por maniatar al equipo dirigido por Dick Advocaat, quien no tuvo cómo solucionar un alarmante problema para definir sus ocasiones.
La cancha: De Euro en Euro
Del campo a las tribunas, el esplendor y la emoción que esta Eurocopa genera acaba por vestir de gloria a los hinchas de cada selección. El turno esta vez fue para los griegos que, ante la precaria situación en su país, encontraron desahogo en un resultado que se celebró a rabiar por lo complicado de conseguir.
El golazo: Escape a la victoria
Por lo que significó y la forma en que se dio, sorprendiendo a todos, el tanto que consiguió Giorgos Karagounis vale ser honrado como un gran gol. A los 47’ y descuentos de la primera etapa, un saque lateral para Grecia acabó en los pies del capitán heleno, quien aprovechó un enorme descuido en la defensa rusa para escaparse por derecha sin marca alguna. Ya con el arco al frente, Karagounis sacó un fuerte remate cruzado que superó el intento de Vyacheslav Malafeev por mantener su valla en cero.
El jugadón: Emoción en vano
Dentro de las varias ocasiones que tuvo Rusia para conseguir un gol, la que más destacó fue la que inició Andrey Arshavin a los 84’ por el sector derecho. Con su innata habilidad para sacarse marcas de encima, el ‘10’ ruso sacó un preciso centro hacia el corazón del área donde apareció circunstancialmente Alan Dzagoev, quien conectó un golpe de cabeza que captó todas las miradas que vieron en esa acción el gol del empate. El esférico, sin embargo, acabó por irse rozando el segundo palo griego.
El tapadón: Duro de pasar
La presión de Rusia se hizo sentir mucho a medida que el partido se extinguía. Fue así que, a los 75’, el arquero Michalis Sifakis tuvo que poner duras las manos para evitar que un fortísimo remate de Igor Denisov, quien captó el balón tras un rebote al borde del área, doblegara su resistencia.
El duelo: Cuña marcada
De la lucha que sostuvieron el ruso Alan Dzagoev y el griego Giorgos Tzavellas se forjaron algunos de los momentos de mayor riesgo para la valla helena. Por derecha, Dzagoev apareció siempre como un jugador dispuesto a abrir la cancha ante una Grecia muy cerrada en su área, lo que significó trabajo extra para Tzavellas que apenas si tuvo tiempo para alguna proyección.
Kazuki Ito: Hermanado al juego
Con un partido en el que la tensión estuvo a flor de piel en todo momento, la labor del sueco Jonas Eriksson apenas si se notó en el campo. A Eriksson lo ayudó mucho que ambos equipos estuvieran concentrados en conseguir su objetivo de ganar, por lo que las acciones con cierta fricción fueron escasas. Apenas cuatro amarillas bastaron para calmar cualquier ánimo exacerbado.
Fotos: AFP