La extraña paternidad de Portugal ante Holanda, siendo ambos dos de los equipos menos temperamentales de Europa.

 

Portugal se impuso ante una Holanda que no mostró armas para tener un mejor final dentro de su pobre papel en la Eurocopa (Foto: AP)Holanda y Portugal son dos de las selecciones más temibles del mundo, por largo. Ambas, no obstante, comparten una característica común: han sabido carecer de temperamento en momentos claves de su historia. Acaso presionados por la falta de grandes títulos en su palmarés, han flaqueado varias veces en instancias en las que se las creía superiores. No en vano han recibido los motes de "la Colombia europea" -y esto porque a nuestra selección peruana, que también flaquea en momentos de ese tipo, le falta aun talla para pretenderse como parangón de los mencionados en el contexto sudamericano-.

Sin embargo, el historial entre Portugal y Holanda es contundente: de siete partidos jugados entre ambas selecciones, la Oranje ha ganado apenas uno. Fue en Rotterdam, en 1991, por la clasificación a la Euro del año siguiente. Desde entonces, nunca ha podido con Portugal, que le ha pintado la cara en ya dos Euros (la de 2004 y la actual) y, sobre todo, en aquel inolvidable partido repleto de tarjetas amarillas en los cuartos de final del Mundial 2006. En todos esos partidos, si el lector es memorioso, hubo una cuota de tensión extra y un temperamento portugués que supo imponerse al holandés con claridad.

Es, pues, un caso de paternidad extraña, sobre todo si se atiende al hecho de que los logros grandes de Holanda -tres subtítulos mundiales y un título europeo- son mayores que los logros grandes de Portugal -un subtítulo europeo, encima en su propia casa-. Pero la racha está allí, clarísima, y la voltereta con los dos goles de Cristiano Ronaldo, si bien imprimió cierta diferencia futbolística, tuvo que ver sobre todo con una cuestión de carácter si se atiende al orden de las incidencias en el partido de Kharkiv.

¿A qué se deberá tal diferencia? ¿Será que acaso Holanda sale ante Portugal sintiéndose un poco superior por individualidades y es en ese choque de temperamentos en deuda que la Oranje siente mayores obligaciones que la presionan? ¿O será que los estilos atildados de juego de ambos, cuando chocan entre sí, encuentran del lado portugués una mayor facilidad para aterrizar en juego duro y práctico, como en el concierto de patadas de 2006? Lindo tema para sicólogos y filósofos del fútbol como los que abundan en estos días.

Foto: AP

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