España del augurio
Una vieja costumbre española volvió a repetirse en la presente Euro: demoler rivales en el inicio. Con Villa y el ‘Niño’ Torres parece tener la dupla ideal para lograrlo. El 4-1 mostró a una España muy apurada en llegar a su próximo destino, los cuartos de final, para darle vuelta por fin a una tara karmática. ¿Los rusos? Por ahora, solo entusiasmo.
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¿Por qué es especial para España haber hecho tantos goles?
Fotos: EMPICS
Que Raúl debía estar. Que hay asilos dispuestos a acoger al cascarrabias de Aragonés. Que si Del Bosque, que si Benítez. Que no pasa de cuartos. Y etcétera de polémicas, discusiones y argumentos, válidos o no. La cosa es que, al menos en la primera rueda, la selección de España siempre es más grande que sus problemas, con goleadas que compensan al optimismo que su historia futbolística no da.
VILLA ESPERANZA
Son los primeros días de la Euro y, como cualquier certamen en el que participe, son los momentos en que España sabe divertirse. En los que se lanza como candidato. Futbolísticamente tiene todo para soñar: un excelente arquero, una defensa solvente, volantes en cantidad y calidad y una de las mejores -si no la mejor- duplas ofensivas de Europa.
El problema es que, con matices, todo aquello es más o menos lo que siempre ha tenido. Y eso, per sé, genera suficiente desconfianza entre los españoles, que en encuestas diversas responden mayoritariamente que su selección se queda en cuartos. Que, como diría el 'Gordo' Cassaretto en toda su inmensidad, “no pasa”.
El tácito pesimismo español, tan bien heredado por el Perú, es el cordón que difícilmente cortaran los tres goles de David Villa, la potencia del ‘Niño’ Torres, la calidad de Iniesta o la sapiencia de Xavi. Ganar y golear a Rusia estaba dentro del mismo presupuesto: ya nadie quiere ilusionarse demasiado. Ver para creer, parece ser la nueva consigna. La primera fase está de más, apenas sirve para entretenerse. Para España, la Euro recién comenzará en cuartos.
EL BLOQUE SOVIÉTICO
Rusia planteó el partido como se esperaba: su defensa de cuatro y tres volantes de marca, dos de ellos (Zyryanov y Semshov) con funciones de salida; más adelante, dos más para contragolpear (Sychev y el impronunciable Bilyaletdinov) y un único delantero neto (Pavlyuchenko). Sorprendió su despliegue inicial, que incluyó contragolpes similares en velocidad a los de la selección holandesa; naturalmente, a años luz en cuanto a técnica.
Así, asumiendo su condición de equipo ‘chico’, hizo méritos para llevarse un 1-1 al descanso, aunque la consabida superioridad del rival lo dejó con dos goles cuesta arriba. Su defensa, no obstante, es lenta y limitada: si a Aragonés no se le ocurría reemplazar al ‘Niño’ Torres, el equipo de Hiddink pudo haberse comido una goleada más abultada en la segunda parte.
A partir de ahí, España bajó la temperatura del partido y Rusia no quiso ponerle calefacción. Los goles siguientes (el tercero de Villa, el descuento de Pavlyuchenko y la consumación de Fábregas) llegaron por mera inercia. Por la misma inercia con la que España resuelve las primeras fases.
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