Madurez lusa
Portugal arrancó como en cada Euro: ganando y prometiendo. Esta vez, sin embargo, lució poco y más bien fue efectivo, el plus que siempre suele faltarle para escribir finales felices. ¿Habrá madurado ya el proyecto de ‘Felipao’? Pasó Turquía con un 2-0 claro, y cinco partidos más podrían -solo podrían- dar una respuesta al respecto.
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Fotos: EMPICS
No es el Portugal de los chiches ni los toquecitos; esa especie de Colombia europea que siempre juega bonito pero a la que el pan se le quema en la puerta del horno. Acá se trabaja desde el fondo, se sopesan las individualidades pero, sobre todo, se destruye en mediocampo. Este equipo luso versión 2008 ha reemplazado el caudillaje irregular de Costinha y el despliegue de Maniche por los cinco pulmones de Petit y, sobre todo, el trajín de Joao Moutinho, quien de Rui Costa solo ha heredado la ‘10’ porque lo suyo es comerse a los rivales para recuperar y entregar balones
¿Y
Cristiano Ronaldo? ¿Y Deco? ¿Y Simao? No es que estén jugando con los fantasmas
del gran Emanuel, o de Futre, o de Eusebio. Andan en la cancha pero están
funcionando en torno del equipo. Sacrifican lucimiento por productividad. Y por
eso el 2-0 sobre un cuadro duro como el turco tuvo ribetes de trámite.
LA BASE DE LA PIRÁMIDE
Reflejo de lo anterior es el hecho de que Képler Pepe, el zaguero de origen brasileño que en un inicio fuera resistido en el Real Madrid, haya sido la figura del equipo de Scolari en el estreno. Sus descolgadas permanentes, que ya a los 17’ derivaron en un gol de cabeza anulado por un fuera de juego bien advertido por el alemán Fandel, fueron un elemento de sorpresa que complementó el caudillaje de Ricardo Carvalho en el fondo. A la derecha, Bosingwa fue un buen sucedáneo de Miguel, y sus desbordes también complicaron.
Lo curioso
del caso es que el dominio portugués se tradujo en acoso sobre el arco de
Volkan hacia el final del primer tiempo, pero sin desesperación. Más bien corrían
los centros y el juego fuerte que caracteriza a ambas escuelas no tardó en
aparecer. Aunque la diferencia con el típico partido trabado que acostumbran
imponer los equipos turcos es que este, precisamente, no lo manejaba Turquía.
El
promocionado Kazim Kazim (de origen británico) era la carta definida para desquilibrar
por los de Fatih Terim. Con Balta como chicle encima de Ronaldo, Nihat
demasiado solo respecto de cómo juega en el Villarreal y el eterno Emre Belözoglu
como aduana inamovible, Turquía era dura, pero predecible. Demasiado como para
esperar una sorpresa en Ginebra.
CABEZAS DE TURCOS
Diríase que el gol de Pepe, tras magnifíca combinación con Nuno Gomes, cayó en el momento preciso. La realidad es que difícilmente el libreto habría cambiado. Aun con el ingreso de Sentürk en reemplazo de Hamit Altintop -jugó demasiado retrasado- para acompañar a Nihat en el frente, los principales embates siguieron siendo portugueses, más incluso con la dosis de oxígeno proporcionada por el ingreso de Nani.
El tanto final de Meireles, otro trajinador que ingresó para manejar los tiempos, solo confirmó la tendencia de este Portugal: va de atrás hacia delante, como la teoría manda deben construirse los equipos que quieren ganar. O que ya se cansaron de jugar bonito sin ganar.
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