Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLa final del Torneo del Inca tenía varios ingredientes especiales para condensarse en un plato de fondo único; desde la tribuna hasta la cancha, de la hinchada de Alianza hasta Víctor Cedrón y Franco Navarro.

Tiro libre a favor de Alianza Lima cerca del área grande de Vallejo. Frente al balón se paran Luis Trujillo y Christian Cueva. Detrás de Libman, parados miles de hinchas con cámaras en mano para capturar el momento. Flash uno. Ingreso aliancista por derecha; centro rasante hacia atrás para encontrar al armenio Mauro Guevgeozián que remata desviado al mismo ritmo las luces de las cámaras se vuelven a encender. Flash dos. Terminó el partido; la mayoría de hinchas se retira, alguno con camiseta de PSG y la diez de Ibrahimovic en la espalda; otros  con la camiseta de su club puesta aprovechan una tribuna casi vacía para tomarse una foto con el Nacional detrás para el recuerdo. Flash tres.


¿En qué se ha convertido el fútbol en un país que no es futbolero? En un espectáculo no deportivo, sino social. Es un coctel. Si no vas con cámara estás out; eres un bicho raro. ¿El juego? Es lo más importante de lo menos importante para el que va al estadio. Luego se puede decir que se metió o que no, porque es más importante que me pase diez a quince minutos a la espera de un autógrafo, que ver el partido. En esa nueva especie de hincha conviven todos. Pagues 50 soles o el triple. Los 'turistas' no son exclusivos de un sector. Así se pasa una final de fútbol peruano. Un partido lleno de emoción, golpe tras golpe, quizás no bien jugado, pero entretenido y del cual es casi imposible abstraerse, al menos para cualquier futbolero.

Entre flashes, cánticos esforzados de algunos grupos de hinchas y la gran mayoría que se encendía porque de vez en cuando se acordaba del partido -nunca hay que estar out del momento-, Alianza jugaba a ritmo del estadio: flashes del momento y sin noción del juego. El punto de quiebre para un partido de tribuna fue Víctor Cedrón. El jugador al que le pedían carácter y "huevos", y que casi ninguno defendió en su propio club ante la agresión, ingresó por el sector izquierdo tras una jugada desde el otro lado, movimiento de manual para cualquier volante por fuera, y remató de cabeza. Por unos segundos las respiraciones contenidas se pudieron escuchar mientras el balón, bote a bote, cruzó la línea de gol. Cedrón hacia su propia justicia y dejaba en silencio un rato más a casi el 90% del estadio.

La tribuna -en su mayoría hinchando a Alianza- reaccionaron en ciertos pasajes, sobre todo con el 2-1 en el marcador (Foto: Ovación digital)

Solo con el 2-1, el estadio volvió a despertar con furia como en los primeros minutos y Alianza fue con rebeldía sin causa al ataque. Pero como el juego no es solo corazón, 'huevo', o meter, llegó el tercero del equipo que, también motivado, pensó más e interpretó mejor: César Vallejo. Sino que lo diga la jugada impecable que hicieron entre Donald Millán y Daniel Chávez, ante la parsimonia aliancista para replegarse, pues pensaba solo en que el balón llegue al área como sea, así como el estadio y el hincha en su mayoría que pedía lo mismo.

Guillermo Sanguinetti hoy será criticado por volver al estilo monótono de Alianza Lima en 2014, que le dio un Torneo del Inca, pero que el hincha hoy criticará con la misma monotonía de siempre, porque faltó meter y faltaron huevos, pero sobraron cámaras para las selfies. La mayor parte de hinchas de Alianza, Cristal, Universitario y cualquier equipo, sin embargo, es solo víctima de un enfoque de espectáculo que se le ha dado al fútbol peruano, donde lo anecdótico sobrepasa al juego y se ha vuelto más importante. Cambiemos. No seamos monótonos.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Foto: Ovación digital


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