¡Qué bien pegan los dos!
Nota de Redacción: DeChalaca.com se toma la libertad de reproducir la siguiente crónica, titulada "¡Qué bien pegan los dos!", firmada por El Veco y publicada en la revista Ovación el 31 de agosto de 1982, dos días después de un clásico ganado 1-0 por Alianza Lima a Universitario con tanto de Raúl Mejía.
Como consta en la crónica, don Emilio Lafferranderie acababa de llegar al país unas horas antes, invitado por Pocho Rospigliosi para sumarse al equipo con el que él trabajaba en Panamericana Televisión, Radio El Sol, el diario El Comercio y la misma revista Ovación. El título del artículo obedece a la bronca de proporciones desatada en el cotejo luego de que, a los 42 minutos de juego, el árbitro Alfonso Postigo anulara un gol de tiro libre del crema Raúl García por haberse ejecutado de modo directo cuando él había marcado indirecto alzando el brazo. Por tal motivo, El Veco publicó en esa misma edición de Ovación una nota referida exclusivamente al problema desatado por Postigo, titulada "El hombre del brazo de oro". Sin embargo, consideramos que la que se reproduce a continuación es la crónica que mejor refleja el estreno de la pluma de don Emilio en el país, y por su valor histórico la ponemos a disposición de las futuras generaciones de periodistas deportivos peruanos. Con ustedes, el maestro.
(Tomado de la revista Ovación, N.º 250, 31 de agosto de 1982, pp. 16-18)
Lo pensé en mi cabina de Radio El Sol: "No traje los guantes, ¡qué macana!".
Mi lápiz estaba inactivo, pero las manos de los jugadores se movían más que los pies, se agitaban por todos.
Uno sabe que en todos los clásicos el fútbol es lo de menos, y así lo marcan los cánones aunque la ilusión lleve al hincha a pretender hallar el "espectáculo". De acuerdo, todo aceptado, pero creo que esa exhibición de cross, uppercut, swing y patadas de karate marca un récord. ¿Algo similar en mi repaso de 27 años con la profesión? Uno solo para el parangón: el incidente entre Uruguay y Brasil en el Sudamericano de 1959 en Buenos Aires, donde todos se trenzaron de la misma forma. Y más nada. ¡O mis tiempos de comentarista de boxeo en Radio Splendid para seguir la campaña de Monzón en Europa! Ustedes me lo recordaron como si estuviera a la vera de un ring, mía no es la culpa.
No se asusten porque no llego para horrorizarme por nada, porque tengo muchos Peñarol - Nacional en el recuerdo, un montón de River - Boca, algún Flamengo - Fluminense en la capital carioca, y la tónica siempre fue así. ¿Variantes? La quema de las camisetas, los émulos de Nerón en la hoguera pública y la demostración de su encono. Está mal, pero constituyó una novedad para este uruguayo que llegó a la
dos de la mañana del día del partido en un vuelo bastante movido, presagio quizá de la batahola que iba a ocurrir en la cancha.
¿Qué pasó aparte de la incidencia de los trompis que detallamos en esta nota?
La respuesta tiene que girar sobre el árbitro y su tolerancia al juego fuerte. Y allí empezó todo, a gestarse la trifulca cumbre, a que la mayoría olvidara la pelota para recurrir al puntapié o al codazo. Cuando el futbolista "huele" que el conductor de la brega no trasunta energía en su trabajo -aunque le sobre en la calle- la posibilidad de jugar desaparece porque es mucho más fácil destruir con la tácita anuencia del réferi que preocuparse por tratar bien la redonda.
Alianza, muy simple
Dentro de ese trámite desordenado fue notorio que Alianza salió con más decisión, más firme en una disposición agresiva que se ambientó con el buen trabajo de Olaechea y también en las ventajas que por lentitud darían los hombres del fondo de la 'U'. Carranza trataba de tocar en la habilitación de sus punteros, Mejía tiraba centros, faltaba claridad para procurar la pared, pero al menos los aliancistas intentaban más. Quizá en esa posibilidad de hacer juego largo, de no prolongar las maniobras con pases absurdos, esté dda una de las razones para la explicación del triunfo de Alianza. Alguien ha dicho que los partidos no se merecen, que simplemente se ganan y en esa argumentación utilitaria mueren todas las palabras aunque no estén exentas de razón.
Universitario estaba cortado al medio en el inicio hasta que Bira asomó en el partido, porque Percy no se afirmaba en la mitad de la cancha y fue el brasileño el encargado de hacer la pausa, de frenar la acción, y de procurar en la búsqueda constante del tesonero Cañamero los caminos hacia el gol. No fueron despejados, diáfanos, pero al menos lograba la 'U' la tenencia de la pelota.
Sobre los 25 minutos dijimos por el micrófono de Ovación que se revertía la situación inicial, que Universitario demostraba que sabía tratar mejor el balón, pero que -atención- el "negocio" aliancista podía estar en los contragolpes rápidos que aprovecharon la falta de recuperación de los hombres de la retaguardia crema.
Refrán que cae bien
Pocho Rospigliosi nos había expresado que Mejía es de esos jugadores que, vaya a saber por qué motivos, siempre le amargan las jornadas a la 'U'. Y lo más curioso es que el puntero derecho es confeso simpatizante de los hombres de blusa color crema. Aquello de "no hay peor cuña que la del mismo palo" queda expresado categóricamente, una vez más, a los 38 minutos cuando en una rápida maniobra se llevó la pelota para bajarla con el pecho y sacar un derechazo inatajable para Jaime y cualquier arquero. No repasamos merecimientos, por aquello que ya expresé y también porque excepto Cañamero en ese primer tiempo que culminaría con la gresca y cuatro expulsados, los ataques del equipo de Scarone no tenían la contundencia que el técnico pretende.
El complemento se abrió con los jugadores tranquilizados a rigor de tarjetas rojas -cuatro que pudieron ser ocho al pie de la letra- y las acciones se encuadraron con una plausible inquietud por darle otro tono al partido, precisamente al que no había hallado hasta entonces. Pensé que la técnica tenía que ser recordada, que la habilidad debía manifestarse y sin llegar a un plano para distribuir adjetivos por doquier -muy lejos estuvo de ello el encuentro- asomó la habilidad de Rey Muñoz para ganarle con amplitud el mano a mano a Olea y convertirse en la posibilidad de apertura firme que el puntero derecho no habría asumido en la primera mitad. Salió Cañamero e ingresó Chávarri, para situarse Percy Rojas como centrodelantero neto. O sea que la 'U' buscaba sobre bases de habilidad llegar a un resultado positivo que no había encontrado en la fuerza del excluido, aunque Cañamero no nos defraudó ni mucho menos. El empate estuvo "al caer" en tres o cuatro acciones muy claras, especialmente cuando a Chávarri le faltó confianza para intentar el remate con Gonzales Ganoza, gran figura el arquero aliancista, fuera del marco. Todo indicaba que la pretensión de Universitario estaba en visos de concretarse, pero... y tenemos que poner el PERO con mayúsculas y los puntos suspensivos como una tapita de refresco. El Mejía que a la postre sería el héroe de la victoria, condición que por tradición se otorga a los definidores de un partido de estas características, perdió dos ocasiones clarísimas sobre la zurda mano a mano con el portero, y en una tercera se enredó con la pelota cuando La Rosa, sustituto de Carranza, estaba solo por el sector derecho, listo para la fusilación. La levantada de la 'U' fue un hecho innegable, porque anduvo mejor Percy como centrodelantero al no tener que recorrer distancias grandes, porque su presencia en el medio y su posibilidad para la gambeta encerraban preocupación, fue importante lo de Rey Muñoz, pero no olvidemos aquellas situaciones clarísimas de los aliancistas para incluso aumentar el tanteador.
Que llegue el fútbol
La pretensión del cronista mira al futuro y este partido no podrá figurar en él, excepto para la satisfacción de los ganadores y para la anécdota con hematomas y cortes de la trifulca. En mi primera jornada en tierra incaica con la pretensión de quedarme algún tiempo en este suelo -Dios dirá- la certeza de un clásico más y de una pelea como pocas. Que esto se olvide rápidamente para que el fútbol peruano pueda recuperar su nivel, para que la pelota vuelva a ser el objetivo mayor y para que el grito de "segundos afuera" solo vuelva a reencontrarlo dentro de las cuerdas de un ring. ¡A jugar al fútbol muchachos!, y a que los grandes jueces arbitren grandes partidos. Ramón Barreto hace el noventa por ciento de los clásicos de mi país. Si aquí está Enrique Labó el camino es muy sencillo.
Transcripción: Roberto Castro / DeChalaca.com
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com
Fotos y recortes: revista Ovación
escrito por morphy , February 07, 2010
escrito por Juan Manuel del Valle Carrillo La paz Bolivia , December 11, 2011
Aunque no estés con nosotros fÃsicamente lo estás en el recuero con tus notas escritas. Y todo lo que enseñaste.
¡Gracias Veco! sos un grande
Morphy JACK (Juliaca-Puno)