Foreplay: Strike Light
Cinco años y tres meses habían transcurrido desde que el estadio de Matute se convirtió en realidad. La joya arquitectónica del fútbol peruano de esa época, sin embargo, adolecía de un detalle: no tenía luz artificial. Esto terminó el viernes 21 de marzo de 1980, cuando los reflectores y las cuatro torres del estadio victoriano hicieron la luz.
Con el foco encendido
A las 8 y 10 de la noche de aquel 21 de marzo, un reflector iluminó el rectángulo de juego. Primero apareció una “A”; luego, surgió una “L”: así, una a una, aparecieron iluminadas, sobre el gramado, las siete letras que conforman la palabra “Alianza”.
Decenas de niños vestidos de blanquiazul entraron primero; luego, desfilaron los jugadores de Alianza acompañados por los jugadores de Strikers de Fort Lauderdale, el rival de esa noche, que tenía a dos estrellas notables. Una era el legendario goleador alemán Gerd Müller. El otro no necesitaba presentación: Teófilo Cubillas. Encabezados precisamente por el ‘Nene’, los jugadores de ambos equipos y los niños dieron una vuelta por las cuatro tribunas, saludando al público, que abarrotó Matute.
Quedará para la historia del estadio blanquiazul que el primer gol con luz lo anotó una estrella mundial: el barbudo Gerd Müller, tras pase preciso de Cubillas (figura del encuentro), abrió el marcador al vencer a ‘Caíco’ Gonzales Ganoza. (La prensa destacó, la paciencia y generosidad con que Müller atendía a los hinchas que se acercaban al Hotel Sheraton a pedirle un autógrafo).
Alianza no podía no anotar en esta fecha histórica. Lo hizo de penal, a través de un especialista desde los doce pasos: Freddy Ravello decretó el 1-1 definitivo.
Al día siguiente, sábado 22, se jugó el segundo partido del cuadrangular: Universitario enfrentó a Olimpia en Matute, con poco público en graderías. Los paraguayos eran también invitados de lujo: en 1979, se habían consagrado campeones de la Libertadores y la Intercontinental. El choque fue vibrante y terminó con empate 2-2: Eduardo Rey Muñoz (que se convertiría en pieza clave de la ‘U’ ochentera) debutó con gol; el otro tanto crema lo marcó César Echeandía, de penal.
Nenes terribles
Solo se programaron dos fechas de cuadrangular: la segunda jornada sí se jugó como doblete. Empezó con el Universitario-Strikers, que tenía, como gancho, poner frente a frente a dos figuras de México 70: Cubillas contra Roberto Chale, que reaparecía con camiseta crema después de jugar en Ecuador y Venezuela.
Cubillas no anduvo bien esa noche; recibió los aplausos de Sur y las pifias de Norte. Gerd Müller tampoco anduvo afinado: incluso falló un penal, que le detuvo el ‘Chevo’ Eusebio Acasuzo. Chale, en cambio, destacó en la única que se le presentó: dio un pase formidable para Víctor Rebatta, quien decretó el 1-0 definitivo a favor de los cremas.
En el choque de fondo, Alianza defraudó: cayó 1-3 contra Olimpia (el descuento lo marcó nada menos que César ‘Chalaca’ Gonzales). Los paraguayos, por diferencia de goles, se llevaron el trofeo cuando acababa el primer verano ochentero.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Ovación