Composición fotográfica: Junior Chuquillanqui/ DeChalaca.comSe llevan a cabo las elecciones para elegir al nuevo presidente de la FIFA luego de las denuncias, los arrestos y la tan comentada renuncia de Joseph Blatter que en el último año han sacudido al ente rector del fútbol. ¿Será este el renacimiento de una institución tan manchada por la corrupción?

 

Hablar de la FIFA hoy es hablar de corrupción al estilo de las más grandes mafias que se han conocido en el mundo contemporáneo. Hoy son casi sinónimas esas dos palabras. Los últimos diez meses la FIFA ha sido sacudida y golpeada hasta dejarla en una esquina derrotada. Tal ha sido el golpe que la institución que se jacta de tener miles de millones de francos suizos en el banco se proyecta a tener pérdidas este año (y posiblemente los siguientes) por la pérdida de auspiciadores. A la FIFA le urge un cambio de 180 grados y este viernes puede ser el día. Al menos esa es la idea.

Pero entre el cómo debe ser y el cómo es en realidad hay mundos de distancia. El viernes se debe elegir al nuevo presidente de la FIFA, pero ello no necesariamente quiere decir que se va a hacer un borrón y cuenta nueva, o que de marzo de 2016 en adelante se tendrá una nueva institución rectora del fútbol.

Los aspirantes

Son cinco los contendores al máximo sillón de la FIFA: el bahreiní Salman bin Ebrahim Al Khalifa, el ítalo-suizo Gianni Infantino, el jordano Ali bin Al Hussein, el francés Jerôme Champagne y el sudafricano Tokyo Sexwale; y, en ese orden, la posibilidad de obtener una victoria.

 

 

 

 

 

De los cinco candidatos, solo Salman bin Ebrahim Al Khalifa y Gianni Infantino tienen verdaderas chances de salir elegidos y, si bien se habla que será el primero el que muy probablemente salga electo, también hay voces que anuncian que el segundo puede dar el golpe. Relegado en un lejano tercer puesto quedará el príncipe jordano, quien perdió gran parte de su apoyo cuando Platiní dejó la UEFA; y fue precisamente Infantino, actual secretario general de la UEFA, quien habría ganado esos votos. ¿Qué significará esto para la FIFA? Primero hay que entender qué sucederá realmente.

Votaciones más que elecciones

El Congreso Extraordinario que se reunirá mañana en Zurich tiene dos órdenes para el día. En primer lugar y, aunque resulte difícil de creer, el punto de agenda más importante es la votación de una serie de reformas que buscan modificar sustancialmente la estructura interna de la FIFA para que todos los actos de corrupción de las últimas décadas no se repitan. En simple, tirarse abajo la mafia.

Entre las propuestas está la limitación del mandato de los altos dirigentes -incluido, por supuesto, el presidente- a términos de cuatro años y un máximo de tres mandatos. La experiencia con Blatter y sus cuatro reelecciones han forzado un mayor control que impida que un dirigente se enquiste en el poder. Además, se busca poner como límite de edad para postular. Nuevamente, Blatter, electo por última y quinta vez a los 79 años, llevó a la reflexión y ahora se piensa en que el fin de la carrera llegue a los 74.

En la misma línea, otra de las principales propuestas está en transparentar los sueldos de los altos dirigentes y del presidente, algo que con Blatter al mando hubiera sido utópico perseguir por los motivos que ya todos conocemos.

También se va a votar por una reestructuración interna. La idea es separar la función política de la de dirección y eliminar un gran número de comisiones que operan en la FIFA. Hoy por hoy son veintiséis las comisiones internas y se busca reducirlas a nueve, en busca de que se trabaje lo necesario y no existan puestos innecesarios. Propuestas bastante eficientes que, en principio, están destinadas a que se ejerza un mayor control interno entre los distintos órganos de gobierno.

La FIFA también está esforzándose por incorporar más mujeres a una institución –y un deporte, en general– que es dominado por hombres. Estas son solo algunas de las reformas planteadas y que serán votadas, pero que para pasar tienen que tener una aprobación mínima del 75%, cifra extremadamente alta que podría suponer una barrera para los cambios que necesitan darse.

Nueva cara, ¿pero nuevos caminos?

Nuevos aires en la FIFA. (Foto: Twitter) 

La segunda orden del día, y que está sujeta a que se apruebe el paquete de reformas, es la elección de un nuevo presidente. La pelea está entre el bahreiní y el ítalo-suizo. Pero la pregunta más importante, la única realmente relevante en este momento, es qué representan los dos candidatos que están por disputarse la mayoría de los 207 votos (Kuwait e Indonesia están suspendidos).

Es difícil pensar que elegir a uno de los dos significará un gran cambio para la FIFA, sobre todo teniendo en cuenta que tanto Salman como Infantino eran muy cercanos a Blatter y a Platini, respectivamente: os personajes que hoy se encuentran metidos en un lío que solo seguirá creciendo con el tiempo por las investigaciones del Departamento de Justicia de Estados Unidos por supuestos actos de corrupción.

Dadas las cosas así, es razonable pensar que las cosas no van a cambiar mucho. No en vano esa es la percepción generalizada de quienes están al tanto de lo que sucede con la FIFA. Lo que se necesita es verdadera voluntad de cambio para que se efectúe una verdadera limpieza de casa y se replanteen los objetivos, pues hace ya bastante tiempo la FIFA pareció perder el interés por fomentar desarrollo del fútbol y se enfocó en llenar las arcas y, en el ínterin, los bolsillos de los que la manejaban.

Entonces, ¿qué puede esperarse? A modo de amantes (del fútbol) despechados que no quieren sufrir más desilusiones, lo sensato está en esperar que nada empeore. Lo contrario, creer que se vienen días de sol después de la gigantesca tormenta que azotó la FIFA los últimos meses (y años, aunque a puertas cerradas), puede ser pecar un poco de optimistas. Esto, desde el lado práctico.

Pero si el enfoque se hace solamente en las propuestas, podría pensarse que las buenas intenciones y propuestas son señales positivas. Claro, son las propuestas que todos ofrecen porque es lo que el contexto reclama.

Lo que no se puede asegurar es la voluntad de cambio, de aplicar y ejecutar las propuestas. Eso solo podrá saberse saber con el tiempo. Este es un momento crucial para la FIFA y hay casi una obligación de cambio, sobre todo con la justicia estadounidense estando bien atenta a lo que suceda en los próximos meses. Tampoco debe descartarse, aunque sea poco probable, un nuevo golpe de arrestos en la elección del viernes, pues hasta la próxima elección en 2019 no estarán los más de doscientos dirigentes en un mismo lugar. Como echar sangre a un mar de tiburones. En fin, el abanico de posibilidades es muy amplio. Solo queda esperar y ver.

Composición fotográfica: Junior Chuquillanqui/ DeChalaca.com
Foto: Twitter


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