Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comRenato Tapia se consolidó como uno de los estandartes de la selección peruana que clasificó a Rusia 2018. Sin continuidad en su club durante casi todo el proceso, Tapia demostró a sus cortos 22 años que nació para llevar la franja en el pecho y para poner la cara en los momentos de adversidad.

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Desde pequeño parecía destinado a llevar con orgullo la franja en el pecho. Renato Fabrizio Tapia Cortijo (Lima, 28 de julio de 1995) nació el mismo día que nuestro país celebra su independencia. Por eso quizás no sorprende su amor por la blanquirroja, esa que supo defender primero en categorías inferiores y luego a nivel absoluto.

Apareció por primera vez para el gran público en el Sudamericano Sub-20 2013 en la selección que dirigió Daniel Ahmed y que se quedó a puertas de clasificar al Mundial de la categoría. Tapia regalaba dos años, pero eso no fue impedimento para que se plantara en la zaga central primero con el inefable Juan Carlos Espinoza (Max Barrios) y luego con Marcos Ortiz y Miguel Araujo. Su carta de presentación fue positiva, pero el nombre del ahora jugador de Feyenoord ya sonaba con fuerza años atrás entre la gente que cubría fútbol de menores.

Incluso Sergio Markarián se enamoró del entonces jugador de Esther Grande de Bentín, pero no pudo hacerlo debutar en el seleccionado absoluto. En todo ese interín Renato Tapia partió a los Países Bajos para empezar una prometedora carrera que inició en el Twente y que pronto lo llevó a un grande como Feyenoord.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com 

El debut en la selección mayor tardó en llegar. Tapia fue convocado para amistosos durante la era de Pablo Bengoechea, pero una serie de lesiones retrasaron su incorporación. Si bien llegó a disputar el amistoso ante Venezuela, el que marcó el inicio del proceso encabezado por Ricardo Gareca, su debut oficial no se produjo hasta el partido en Lima ante Chile, con derrota 3-4. Desde entonces se ganó un lugar en la mitad de la cancha.

El momento cumbre llegó en el partido ante Ecuador en Lima. La selección venía de caer por 2-0 en La Paz ante Bolivia y la continuidad de Ricardo Gareca pendía de un hilo por la discreta campaña. Perú se había adelantado por intermedio de Christian Cueva, pero Gabriel Achillier empató rápidamente en una noche que no tenía muy buen aspecto. Parecía que los ecuatorianos nos amargaban un partido más en el Estadio Nacional, hasta que el llamado capitán del futuro agarró la bandera blanquirroja. Tapia sacó un zapatazo que se clavó en el arco de Alexander Domínguez y decretó el definitivo 2-1.

El grito furibundo de Renato Tapia no se hizo esperar, pero hubo algo que hizo más especial ese momento: el jugador del Feyenoord llegó a ese partido sin un solo minuto oficial en la temporada. Poco importó la falta de continuidad en el resto del proceso. Perú encontró un líder en la mitad de la cancha, uno que se fajó en cada pelota y que muchas veces salió con balón dominado sin importarle que al frente tuviera al rival más pintado.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com


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