1983: Igualadamente perdidos
La frecuencia: Estuvimos en el estadio
Luego de un agotador viaje por vía aérea con escalas en Santiago y Buenos Aires, arribamos a Montevideo para inmediatamente enrumbar hacia el estadio Centenario. Al ingresar al viejo recinto uruguayo, se pudo apreciar que la victoria conseguida por la mínima diferencia en Lima generó una gran expectativa en el aficionado que, en un apróximado de 58,000 personas, se dio cita para apreciar el encuentro. Una vez instalados en el sector asignado a los medios de prensa, nos fuimos enterando de algunos detalles acaecidos a la delegación peruana durante su estadía en Uruguay, como que el primer día tuvieron algunos percances con el agua fría en el hotel o las camas muy cortas que, para jugadores como el 'Patrón' José Velásquez o el golero Acasuzo, resultan en algo de incomodidad. Por lo demás, el ambiente en Uruguay estuvo tranquilo, donde los únicos momentos de incertidumbre los sufrió la parcialidad local durante el lapso del primer tiempo en el que Perú empezó a dominar el partido.
La pizarra: Compactando los bloques
El técnico de la selección local, Omar Borrás, repitió el sistema y la alineación que le permitió cosechar tan buen resultado en el partido de ida en Lima. Esta vez, la base de su juego estuvo en la línea medular, donde Jorge Barrios, Nelson Agresta y -especialmente- Wilmar Cabrera se encargaron de maniatar al sector defensivo peruano durante los primeros minutos y casi toda la etapa complementaria. Precisamente, en la última parte del encuentro fue donde se sumó a esta tarea el marcador derecho Víctor Diogo, quien se proyectaba constantemente para apoyar a su ofensiva. En Perú, Juan José Tan realizó solo dos variantes respecto a la derrota sufrida hace una semana en el estadio Nacional, con Germán Leguía y Eduardo Malásquez tratando de aportar mayor control del balón al equipo. Estos cambios le permitieron a la selección peruana reencontrarse en varios pasajes del primer tiempo con su estilo, donde el toque del balón hizo que su rival prácticamente desapareciera de la cancha, pero que la falta de tino para mantenerlo hizo que en el tramo final del encuentro se cediera la iniciativa.
Los cambiazos: Balanceando el horizonte
Uruguay empleó sus dos variantes en la segunda mitad en busca de quebrar un empate que hasta entonces no les resultaba seguro. Primero fue Venancio Ramos, quien substituyó a un Luis Alberto Acosta que aportó poco; y luego Mario Saralegui por el 'Pato' Carlos Aguilera, aunque apenas jugando unos minutos tras irse a las duchas en el minuto donde Perú también se quedó con diez. Por su parte, Tan decidió que su equipo no necesitaba cambios, por lo que -salvo por Duarte- acabaron jugando los mismos jugadores que arrancaron.
El capo: Rodolfo Rodríguez
El arquero uruguayo fue vital para que su selección obtuviera el pase a la final del campeonato sudamericano, teniendo como momento cumbre la acción en la que ahogó el grito de gol peruano en el segundo tiempo, cuando le achicó rápidamente todo ángulo posible a Juan Caballero, quien había quedado mano a mano tras una veloz corrida. Jugada clave que prácticamente le cerró toda posibilidad a Perú de sacar una victoria.
El extraviado: Jaime Duarte
Dentro de un encuentro tan disputado, la expulsión en el segundo tiempo del lateral derecho le jugó en contra a un Perú que de por si ya estaba afectado por el desarrollo del juego. Como consecuencia de su salida, Jorge Olaechea se vio obligado a cubrir el vacio dejado en ese sector, debilitando a la volante peruana que a partir de aquel momento se replegó en su campo.
Jailaits
Ni que fuera Troya: Uruguay salió decididamente a encontrar la victoria desde el pitazo inicial del árbitro argentino Arturo Ithurralde, ante un Perú que solo atinaba a despejar el peligro como se pudiera. Esos minutos donde la volante peruana no se daba a basto para controlar los embates del rival, provocaron que las once camisetas blanquirrojas acabaran retrocediendo hasta ocupar su propio campo.
Cazando en el área: Cuando pasó el vendaval uruguayo, poco a poco empezaron a presentarse mayores intenciones ofensivas peruanas, una de las cuales acabó en un tiro de esquina que prendió la alarma en el Centenario. Nadie se lo esperaba ahí, en el hábitat donde mejor se suelen desempeñar sus compañeros Franco Navarro y Juan Caballero, pero tras ese corner apareció Malásquez cual lauchero en el área chica para aprovechar un rebote y empezar a creer que se podía dar el resultado que se necesitaba.
Desbrujulados: Lo observado hacia el final de la primera etapa, con un Perú enseñoriado sobre el gramado, hizo pensar que la tónica iba a continuar tras el entretiempo, pero apreciación más errada no se pudo tener, ya que los jugadores peruanos cambiaron radicalmente de actitud. De esto hizo buen provecho Uruguay, que empezó a cercar el arco defendido por Eusebio Acazuso con centros, uno de los cuales llegó a la cabeza de Wilmar Cabrera para poner la igualdad. El resto del encuentro fue un libreto donde, salvo la escapada de Caballero mencionada líneas arriba, los rechazos de la retaguardia nacional se repitieron invariablemente al igual que una nueva eliminación peruana en semifinales del sudamericano, tal como cuatro años atrás.
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com
Recortes: revista Ovación
