2004: El gol que no grité
Porque no soy tu hincha, Franja, pero eres como de la familia: el recuerdo del gol de Mario Gonzales a Sport Áncash en la final de la Copa Perú 2004.
Celebro tus 75 años con esta serie de emociones encontradas que generan tu longevidad de diamante y tu presente pirita. No soy tu hincha, querida Franja, pero te quiero por herencia pues mi padre sí lo es. La historia es extraña, Franja, porque el cariño por el fútbol lo desarrollé casi yo solo. Recuerdo que mi viejo no me llevó de niño al estadio más que tres o cuatro veces. Sabía que él era tu hincha, pero tan poco veía fútbol que pensé que era un cariño como de hombre treintañero naturalmente soltero que se casa: apura el amor solo para cumplir con el estándar.
Yo me hice hincha de mi equipo, y me tardé años en enamorarme de él. No había un guía futbolero en casa; mi viejo, que siempre ha sido viejo, se preocupaba más por otras cosas. Otras que eran más importantes, ¿o no? En fin, son cosas que no se pueden entender tan bien de niño, Franja. Pero pasaron los años y aprendí a querer el fútbol, más que a nada. Ahí nomás, en mi escala de cariños, mi equipo. Después me hice adulto y cada día lo quiero más.
Pero mira qué sorpresas se encuentra conforme uno se hace grande. Yo de casi 25 (hace unos años ya) y mi viejo de más de 60, y a él se le ocurre desempolvar un romance que, me quedó claro, era fortísimo cuando era él el veinteañero. Franja, era verdad que él te seguía. Él estaba contigo en Oriente Intermedia (“Repleta siempre de hinchas del 'Muni'”) sacudiendo escobas hace casi 50 años. A mi viejo se le ocurrió en este nuevo siglo barrer sus años de distancia y volver contigo, a verte en Segunda como en los tiempos de Sotil. “¿Sabías que el ‘Cholo’ vendía canchita en la puerta del cine? Ahí lo conocí”; verdad o no, esos chispazos de cariño futbolero de mi viejo empezaron a recalentar en estos años 2000. Un calendario tras otro, y él seguía fiel siguiéndote en el ascenso. Cuántos tíos del ayer me contaba que había encontrado en la tribuna. Era gracioso verlo llegar a la casa abrigado con su camiseta edil y con tantas canas en la cabeza. Igualito a tus hinchas, Franja, que salían en la tele en los compactos de tus partidos. Pero no podías regresar. Te quedabas por poco. Otros años no tan cerca, pero no te alcanzaba.
Hasta que llegó ese 2004. Tanto había reverdecido el amor entre mi viejo y tú que hasta mi vieja, puede ser que celosa, iba con mi viejo al estadio a ver a “su competencia”. Al partido final, ese que decidía si regresabas a Primera, lo acompañé. Quise estar con él en su momento de felicidad. Una felicidad que nunca antes creí que el fútbol podía darle. Pero tampoco fue. Esa ‘Amenaza Verde’ hizo que la vieras de ese color. Te encajaron tres goles, Franja. Los gritó medio estadio y hasta ahora no entiendo cómo era que el Sport Áncash tenía tantos seguidores y cómo me dolieron esos goles. Cuando estabas dos abajo, Mario Gonzales consiguió el descuento con un golazo de tiro libre. El más bonito de ese día. Cómo lo gritó la Banda del Basurero (les llega al p… si eres colero), pero yo no. Yo no pude traicionarme, ni a mí ni a mi equipo. Me alegré mucho eso sí, pues por primera vez estaba allí en Sur con mi viejo viendo fútbol como se debe. Yo con la de Perú, para no desentonar, pero sin ponerme un escudo distinto del mío; mi viejo sí tenía tu camiseta, y no dejó nunca de agitar una bandera con tus colores.
Caíste esa vez, pero metido en la Banda del Basurero debo reconocer que me provocó un poquito ser tu hincha. Esa gente te seguía cantando a pesar de que los desfachatados del Áncash ya estaban dando la vuelta y celebrando una llegada a Primera que debió ser tuya. Así es el fútbol, a veces, no tiene lógica. Vuelve Franja, vuelve pronto. Quiero ir a verte con él otra vez. Apúrate que te está esperando. No voy a gritar tus goles, pero mi viejo lo hará por los dos.
Composición fotográfica: Paul Arrese / DeChalaca.com
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