25 años después de 'Pocho'
Esta semana se cumplieron 25 años de la partida del que, para muchos, fue el mejor periodista deportivo de la historia del Perú: Alfonso Rospigliosi Rivarola. Quien escribe discrepa respetuosamente de esa visión y opina que hubo varios periodistas deportivos superiores a él. No obstante, también cree, como muchos de quienes hacen DeChalaca, que 'Pocho' fue algo bastante más importante que eso: fue el gran revolucionario y transformador de la industria llamada fútbol peruano.
'Pocho' fue, sin un ápice de exageración, un adelantado a su época: alguien que entendió que desde el periodismo se podía influir sobre el fútbol de tal manera de no solo reportar lo que en él ocurría, sino de lograr efectos concretos sobre su gestión y resultados. Por tanto, 'Pocho' acabó siendo el primer gran precursor de lo que hoy se conoce como marketing deportivo, en una época en que ese concepto no existía.
Lo que fue 'Pocho'
Cuando en 1949 Alfonso Rospigliosi hizo su primera cobertura periodística fuera del país, después de que por sus propios medios se costeara el pasaje a Brasil y se adscribiera como colaborador de La Tercera para el Sudamericano, el periodismo deportivo peruano era muy clásico. Se publicaban crónicas lineales de partidos, en las que se reportaban los hechos cronológicamente y se colocaban alrededor fotos a modo de paneaux, de manera rígida. Las entrevistas a los protagonistas eran casi inexistentes y, en las revistas que habían comenzado a aparecer en la década (Equipo, Sport) y a veces las incluían, se escribían de modo también lineal.
'Pocho' cambió todo eso. Inspirado en lo que leía en publicaciones extranjeras como El Gráfico de Argentina o Estadio de Chile, que no llegaban al Perú pero que él recogía en sus viajes, entendió la importancia de los protagonistas en el fútbol: la de humanizar el contenido. Con él, el fútbol dejó de ser solo un deporte para convertirse en un espectáculo. En uno que generaba ambiente para los partidos desde los días precedentes, con lo que hoy se conoce como "la previa"; y en uno en el que la discusión sobre el golazo de la fecha o la jugada polémica se prolongaba hasta el martes. En uno en el que la imagen, la foto de 'Ojo Mágico' Alfonso Ego Aguirre o Tolentino Alegre, no era un complemento para llenar espacio, sino información valiosa en sí misma.
Luego 'Pocho' ingresó, en 1964, a la radio, en la que Ovación añadió la dosis de emoción al relato sobrio y pulcro que Oscar Artacho había introducido en Pregón Deportivo al medio desde años atrás. Y a inicios de los ochenta, creó con Gigante Deportivo el primer gran show del deporte en televisión, siempre con el protagonista en el centro de la cámara. En todos los casos conjugó los siguientes verbos: innovar, transformar, revolucionar.
Por eso, a pesar de que su estilo no necesariamente sea el predilecto de muchos quienes hoy lo recordamos, es innegable reconocer a 'Pocho' como el personaje más trascendente en el desarrollo del fútbol peruano. No era el mejor redactor: sus textos incumplían normas básicas de gramática y los párrafos cortitos que empleaba incluían, por lo general, abruptas redundancias. No era el mejor orador: sus gritos destemplados de gol en medio de los relatos de Lucho Izusqui dominaban su discurso antes que la metáfora elegante o la ironía sustanciosa. No era el más informado estadísticamente: él podía hablar maravillas de los goles de Cubillas, pero quizá no decir con mucha precisión cuántos goles había metido Cubillas.
Pero 'Pocho' sí era, indiscutiblemente, el que más emocionaba. Y algo más: el que emocionaba más positivamente. Eso permite establecer algunas conjeturas a continuación.
Lo que habría sido 'Pocho'
El apogeo de 'Pocho' coincidió con la mejor época del fútbol peruano. Aquella que, en visión de la masa setentera, comenzó un 30 de agosto de 1969 en Boca Juniors y se acabó un 30 de junio de 1985 en River Plate. El análisis simplista diría que es evidente que su éxito estuvo en función de esos buenos resultados. Pero a la luz de lo antes descrito, puede entenderse que él hizo mucho por procurar ese éxito; por contribuir a la evolución del Perú futbolero. Y que la causalidad entre ambos apogeos, posiblemente, fue más mutua que unidireccional.
El análisis simplista, en buena medida a la luz de su legado, también suele esgrimir algo más: que 'Pocho' se habría deprimido hasta el tuétano si hubiera tenido que ver los 25 años de fútbol peruano posteriores a su prematura muerte en 1988. Este redactor se permite sostener que dicha idea es no solo equivocadísima sino, sobre todo, subestimadora de la capacidad de 'Pocho'. Y que, más bien, es posible que este sistema no haya estado preparado para sobrevivirlo, y que bastante de lo que hasta hoy está ocurriendo tenga que ver con la ausencia de un criterio como el que él tenía para, con inga o mandinga, mantener a flote la marca "fútbol peruano". Explíquese por qué.
PORQUE 'POCHO' NUNCA SE HABRÍA PELEADO CON NADIE. A lo largo de su carrera, 'Pocho' fue un concertador: un tipo que entendía que el Perú era de todas las sangres y, por tanto, un país muy complicado, en el cual era necesario sentar en una misma mesa a perro, pericote y gato para construir. Nunca tuvo enemigos: apenas una pelea más anecdótica que otra cosa con José Chiarella y poco más. Por eso, la visión de un 'Pocho' peleonero en los noventa contra la cúpula dirigencial que hasta hoy domina el fútbol peruano es, según testimonios de muchos quienes trabajaron con él, equivocadísima: él habría sido, más bien, lo suficientemente inteligente para asegurarse de tener la capacidad de influir sobre ella. Dicho de otro modo: él ni se habría sometido a Burga ni habría buscado todo el día la forma de echarlo, sino que habría sido lo suficientemente sagaz para asegurarse de influir sobre él de tal modo que las decisiones y los resultados fueran mejores.
PORQUE 'POCHO' NO HABRÍA DEJADO CRECER A LA PRENSA CARROÑERA. El famoso "eso es lo que le gusta a la gente" ha sido reivindicado muchas veces como padre de la actual tendencia a publicar carroña en la prensa deportiva, esencialmente porque se (mal)entiende que eso es lo que hoy le gusta a la gente. Pero 'Pocho' discurría por una arista distinta: él hacía un esfuerzo permanente por que aquello que le gustara a la gente fuera lo positivo, incluso lo propositivo. Era capaz de buscarle el ángulo más exagerado a una información pero siempre con el ánimo de generar, a partir de ella, una buena noticia: algo que alegrara y levantara el ánimo. Sus críticas, aun focalizadas en determinados personajes, guardaban espíritu constructivo: a Lajos Baroti, por ejemplo, le fustigó duramente el estilo "europeizante" que según él quería imponer a la selección peruana, un juicio periodístico que a varios puede parecernos un desacierto pero que se emitía con bastante respeto: "¿Miente Baroti? No miente. Por el contrario, es sincero. Dice la verdad, porque si Ud. se pone a analizar, llega a la conclusión de que la mayoría de sus declaraciones es cierta", decía 'Pocho' a la vez que criticaba que Baroti no levantara a la moral a los jugadores peruanos con elogios permanentes -como sí hacía su antecesor Didí- y mas bien les machacara errores.
Por supuesto, 'Pocho' jamás le habría mentado la madre a nadie en el estadio. Incluso en las situaciones conflictivas buscaba el ángulo positivo: cuando Samuel Eugenio le rompió la pierna a Enrique Boné en un Cristal - Universitario de 1985, él agotó esfuerzos hasta reunir a los protagonistas en la clínica y lograr que se estrecharan la mano. Hoy, la prensa carroñera se regodea con la demanda judicial de Joaziñho Arroé a Frank Rojas. Así estamos 25 años después de 'Pocho'.
PORQUE 'POCHO' NUNCA HABRÍA DEJADO QUE PERÚ JUGARA EN UN ESTADIO VACÍO. Él era, por el contrario, un llenador de estadios: alguien que con solo una frase o un concepto bien formateados podía convocar 55 mil personas al Nacional de los cincuenta. Que calentaba los clásicos con historias sobre Terry fugándose de la concentración de Universitario para jugar a los naipes con los aliancistas en los altos del Cine Lux y apostándoles cuántos goles les haría al día siguiente. Que supo cómo influir sobre el DT Cuesta Silva para que un jugador casi retirado como 'Lolo' Fernández fuera alineado en un clásico sin expectativa y acabara escribiendo una página gloriosa para el fútbol peruano. Por eso, nunca habría podido ser capaz de ensalzar la protesta vandálica de gente que se metiera al campo de juego para agredir a un árbitro; antes que por cualquier principio moralista, porque sabía que eso acarreaba un enorme perjuicio económico a un negocio que él, mejor que nadie, sabía desarrollar y custodiar a capa y espada.
Lo que hacemos sin 'Pocho'
Por todo lo expuesto, puede concluirse que Alfonso Rospigliosi Rivarola posiblemente no fue el mejor periodista de la historia del fútbol peruano. Pero sí fue el personaje que más influyó sobre el fútbol peruano y, por ende, acabó siendo más importante para su historia que cualquier otro periodista. Por eso se le debe tanto.
Y quizá por eso también hoy se lo extraña tanto. Porque, visiblemente, nadie supo heredar bien su legado. Ese que hoy, 25 años después de su partida, nos muestra un producto fútbol muy devaluado respecto del que él construyó, desarrolló y vendió. ¿Quién se anima a retomar el camino que trazó?
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: Libros Cuestión de Pelotas / Manuel Doria Martínez, libro Goles con Historia / Teodoro Salazar Canaval, Facebook; Recorte: revista Ovación
escrito por Rodrigo , October 18, 2013
escrito por Alex H , October 23, 2013
Él fue uno de esos lÃderes de antaño que ya no tenemos, y por eso se le extraña tanto. De esos, como dicen ustedes, que pensaba más en conciliar y en analizar que en hacer un periodismo fácil y amarillo.
Felicitaciones, como siempre, por seguir su lÃnea editorial.