Venezuela - Uruguay: Se trabaron solitos
A veces, parece que es mucho pedirle a Venezuela que juegue como un equipo curtido en batallas y que sepa los pormenores de partidos tan trascendentales como este. Los dirigidos por Farías se adelantaron con mucha facilidad en el marcador y en los siguientes minutos controlaron el partido a su gusto con oles, huachas, paredes y demás. Sin embargo, conforme avanzaba el reloj –y cuando uno se podía imaginar el segundo gol en el arco de Castillo-, los llaneros entregaron inexplicablemente el control de la pelota y prácticamente se metieron solitos en su arco. Regalar tanto les pudo costar el encuentro y una eliminación anticipada, ya que a los 72’ se encontraron, de súbito, abajo en el marcador. Pero su central se encargó de salvarlos.
Una mala lección
Tras la derrota –y humillación de yapa- sufrida ante Brasil la fecha pasada, el ‘Maestro’ Tabárez decidió hacer algunas modificaciones. Decidió que Castillo se parase bajo los tres palos. Eguren y Jorge Martínez quedaron en banca para darle paso a Miguel Amado y Álvaro Fernández –ambos aún militan en la liga uruguaya-. Reacomodó su mediocampo, retrocedió a Álvaro Pereira para formar un cuadrado y dejó arriba a Suárez y Forlán. ¿Le funciono la movida? No. Aunque Uruguay terminó mejor el encuentro, durante la primera mitad careció de cohesión entre sus líneas y Forlán se las tuvo que ingeniar para lograr algo productivo. Fernández desapareció en la banda derecha y jamás logró algo concreto. El arranque pintaba mal.
Cambio total
Por su parte, Farías realizó diez modificaciones en su equipo. Aunque era sabido que ante Bolivia había utilizado un once alterno, no respetó ninguna de las figuras de la epopeya en el Altiplano y solo Maldonado permaneció entre titulares. Al parecer, la apuesta realizada por el técnico de la ‘Vinotinto’ fue la mejor y su equipo comenzó pisando con mayor seguridad el terreno de juego, adelantándose con una genial definición de Maldonado. En el mediocampo, la notable labor de la dupla de volantes centrales (Rincón y Lucena) impidió la claridad en el juego uruguayo. Sin embargo, la intermitencia de Arango y Moreno no permitió una mayor presión a los uruguayos y las ganas locales quedaron en meras intenciones.
Metieron mano
Los dos técnicos tuvieron que recurrir a su banca para cubrir las falencias de sus equipos en la cancha. Farías se dio cuenta –un poco tarde- que a sus dirigidos les faltaba ambición y mandó a la cancha a Velásquez y Fedor –titulares en La Paz- para obtener un nuevo aire. Aunque no lo hicieron del todo mal, su ingreso no fue tan determinante como los que decidió Tabárez en su equipo. El ‘Cebolla’ Rodríguez entró apenas iniciado el segundo tiempo y le cambió la cara a los visitantes. Su juego le permitió una mayor verticalidad a los celestes y la cancha se inclinó notoriamente a su favor.
A la uruguaya
En el momento en que los locales se encontraban cerrados a más no poder y el gol no llegaba, apareció la tradicional garra charrúa para tentar los tres puntos. Primero, a los 61’, un zapatazo de Suárez, tras habilitación de Rodríguez, decretó la paridad en el marcador. Once minutos después, el recién ingresado Abreu pivoteó un balón para que Forlán definiera de forma exquisita y gritara con toda el alma que se estaban llevando los tres puntos de Puerto Ordaz. En menos de un cuarto de hora, la historia había dado un giro drástico.
El poderoso Rey
Parecía todo sentenciado. Los visitantes se habían puesto arriba en el marcador y eran superiores en el terreno de juego. Pero la presión de las tribunas empujó a los llaneros a irse con todo en busca del empate. Y, 3’ después del baldazo de Forlán, un tiro libre de Rey desató la locura en el Cachamay. Al final, el 2-2 fue el resultado más justo. Para los locales, por no bajar los brazos; para los visitantes, por su reacción. Aunque no le convenga a ninguno de los dos, contra la justicia a veces no se puede.
Fotos: AFP