Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comCinco postulados que DeChalaca quiere compartir con sus lectores a 24 horas del día más esperado de nuestra existencia.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Algo es transversal a todos quienes estamos involucrados por estas líneas: estamos nerviosos. Ansiosos. Ellos, a la espera de la hora cero en la que pueden hacer historia. Usted, sea cual fuere el grado de su hinchaje, a la espera del pitazo final. Nosotros, metidos en este negocio de comunicar sobre fútbol, esperanzados en que al fin podamos transmitirles esa noticia con la que hemos soñado desde que decidimos dedicarnos a esto.

Pero a DeChalaca, cuya primera década de existencia ha querido coincidir con este momento de inusitada expectativa por un deporte al que nosotros hemos promovido y cubierto incondicionalmente desde nuestro nacimiento editorial, le corresponde otro rol. No el de cuestionar el súbito interés masivo por el tema, pues al fin y al cabo para despertarlo trabajamos; sí el que proporciona la óptica de quien sigue esto más allá de la selfie del momento y se come semanalmente postergaciones, canchas de tierra y demás vicios que configuran el auténtico fútbol peruano.

En ese sentido, el embalse de expectativas es para nosotros harto comprensible. Pero a la vez, inútil si quienes estamos alrededor del fútbol no aprovechamos el momentum para que diversos temas estructurales se encarrilen más allá del resultado del martes 10, esa fecha con pinta de efeméride esculpida en mármol.

Luego de varias Eliminatorias, Uruguay dejará de ser la selección involucrada con el repechaje e irá de frente al Mundial. Rusia lo espera. (Foto: Dante Fernández / Focouy) 

Primero y encima que todo, debe servir para que hagamos respetar el valor de los procesos. Del trabajo prolongado en el tiempo bajo un mismo libreto. Ese que, por ejemplo, ha convertido a Uruguay después de justo una década en clasificado directo para quitarse la máscara de protagonista de repescas. No se trata de decir "los muchachos ya cumplieron y por eso Gareca debe continuar"; se trata de creer que como esta vez crecimos, así el objetivo no se cumpla, debemos mantener lo avanzado para en el siguiente intento, ser mejores.

En segundo término, la ocasión debe servir para afirmarle a todo ese gran mercado sorprendido por la universalización del deseo que la selección despierta a esta hora que sí pues, que así es el fútbol, único en su especie como fenómeno antropológico. Que como aquí hemos sostenido siempre, no hay otro mecanismo más efectivo en el Perú, incluso con la gastronomía de por medio, para generar inclusión social. Que en un país de todas las sangres y desangrado por su disfuncional política, la oportunidad de integración que nos otorga apostar por causas comunes claramente definidas como las que enarbola el deporte es maravillosa. Y que por tanto al empresariado, interesado en mejorar el clima de negocios, le conviene promover más el patrocinio a estas actividades.

En tercer lugar, es el gran momento de reafirmar que el fútbol no se gana hablando sobre lo que ocurre fuera de la cancha con los jugadores o los árbitros. Que esta selección siempre tuvo una respuesta futbolística para la polémica más extrafutbolística. Que, por ende, a esta hora es urgente evaluar cómo puede ganársele tácticamente a Colombia, un rival harto difícil al que solo se ha podido vencer una vez en Lima por Eliminatorias y al que, durante este proceso, se ha enfrentado tres veces sin éxito. Es una misión posible, básicamente porque este equipo ya ha logrado mucho de lo que nunca antes una selección había podido; pero es una misión por lograr con argumentos futbolísticos y no con puro manifestaciones de amor por la camiseta de las que sobran a esta hora.

El Perú debe saber reaccionar ante cualquier cosa que suceda luego del encuentro ante Colombia. (Foto: EFE) 

Cuarto, que se abre la chance de que este 10 de octubre sea también la fecha de defunción de una forma de hacer periodismo deportivo en el Perú. Que la carroña, que ante la carencia de éxitos decidió desde inicios de los años noventa ocuparse de poner al futbolista en una vereda y al hincha en otra, como fiscalizados y censores respectivamente, se termine de quedar sin piso. Fue negocio durante casi tres décadas pegarle al sistema; pero durante esta década, más bien, la selección -de la mano de sus marcas auspiciadoras y el apogeo de las redes sociales- consiguió reengancharse con la gente. Ha sido tan patética la agonía de la carroña que, en las últimas semanas, han dado manotazos de ahogados tratando de vender los últimos kilos de hígado remanentes con enfrentamientos con la prensa argentina y demás, o bramando reivindicaciones absurdas sobre supuestas campañas mediáticas exitosas bajo la bandera del "yo lo dije primero". Prepárese, por supuesto, para que si el amanecer del miércoles 11 es distinto del que soñamos, esta prole de indeseables rápidamente se ponga en la orilla contraria de la selección: pero esté seguro de que esta vez hay una masa que ya sabe bien quiénes son y cuál es la porquería mediática que producen.

Quinto y final, que en esa línea quedó claro para la mayor parte de la afición que el irrespeto por el rival no sirve para ganar. Que un cierre de ciclo como el de 2013 ante Uruguay, con público invadiendo el campo, suma cero y no vuelve héroes urbanos sino delincuentes a los aficionados que se extralimitan. Que el ejemplo de 'La Bombonera' mismísima aplaudiendo el himno peruano debe servir para entender que en Sudamérica son muy pocos los que están en contra de Perú y muchos, más bien, los que quieren que este 10 de octubre seamos felices por acá. Y que, por eso, a un país hermano como Colombia, acaso aquel con el que el Perú tiene mejor relación histórica y empatía social entre todos en Sudamérica, no solo hay que respetarle el himno en este último partido, sino festejárselo con lealtad y fraternidad.

Es todo cuanto desde DeChalaca hay que decir antes de irnos, esperemos por última noche, a soñar. (EL DIRECTOR)

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Foto: Dante Fernández / Focouy, EFE


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