El desierto de los ajenos
Argentina no vivió apuros en Calama no solo porque no sintió los efectos de la altura, sino porque además Chile no pasó de las ganas. La victoria por 1-2 tiene sabor especial para los albicelestes y, sobre todo, causa que la 'Roja' comience a despedirse de Qatar 2022.
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Daniel Reátegui | @danielreateguiw Redactor |
Los prolegómenos del partido en Calama se alteraron desde la llegada del plantel albiceleste al aeropuerto El Loa. Según la versión de los visitantes, hubo demasiada demora en el trámite administrativo, exhaustivo en estas épocas de pandemia. De acuerdo con la versión de los locales, se hizo respetar la norma sanitaria vigente.
Lo cierto es que los albicelestes demoraron dos horas en dejar el terminal aéreo para luego refugiarse en el hotel cerca de la medianoche, y dejaron en redes sociales algunos mensajes que señalaban cierto maltrato de las autoridades loínas. Las vicisitudes prosiguieron en la concentración argentina, por cuanto se denunció que no había agua en el hotel. Todo lo descrito empezó a calentar un partido que de por sí tiene una morbosa historia reciente, a partir de los éxitos de la 'Generación Dorada' precisamente ante el actual campeón de América.
Al parecer, esa rabia contenida por los maltratos denunciados por el plantel albiceleste se canalizó en el campo del Municipal Zorros del Desierto, pero no con malas artes, sino con buen juego. Si en el aeropuerto y en el hotel los argentinos no tuvieron control de la situación, en el gramado sí tuvieron el mando. Si bien ambos equipos distribuyeron a sus hombres de igual manera, con sendos 4-3-3, la diferencia radicó en cómo ejecutaron la partitura; y cuando se tiene mejores intérpretes, pues la melodía suena mejor.
Martín Lasarte apostó por el tridente formado por Alexis Sánchez, Eduardo Vargas y Ben Brereton, con Marcelino Núñez, Erick Pulgar y Charles Aránguiz en la línea media. Esa línea media en la que antes la 'Roja' basaba su potencial fue fácilmente superada por el rival en la noche de Calama. El 'Príncipe' Aránguiz, disminuido físicamente, anduvo deslucido; Pulgar se dedicó a pelear y no a ser el eje de la volante, mientras que Sánchez solo tuvo chispazos.
Pero lo especialmente crítico, además del error de Claudio Bravo en el gol de Lautaro Martínez, fue que arriba Brereton estuvo solo. Resulta inexplicable que el mejor atacante de esta versión de Chile esté recluido en el sector izquierdo, cuando por características debería moverse en el área. Lasarte erró al mantener a Vargas de '9', tras desgastar al nacido en Stoke-on-Trent por la orilla del campo. En el complemento, trató de aplicar un revulsivo y recostar todo su juego por derecha; pero más allá de algunos desbordes y centros, la 'Roja' careció de ideas y sobre todo de fortaleza.
Walter Samuel -sustituto ocasional de Lionel Scaloni, quien se quedó en Buenos Aires por razones sanitarias- apostó por la fortaleza de su línea media con Leandro Paredes, Rodrigo de Paul y Alejandro Gómez, a quienes se sumaba Ángel di María para hacer circular el balón hasta encontrar el espacio conveniente para hacer daño. Igual, el 'Fideo' se mandó solo para marcar un golazo para abrir la cuenta.
Tras el empate de Brereton, los albicelestes volvieron a acomodarse en el medio y allí surgió De Paul, quitando, distribuyendo y descolgándose como en el 1-2 sellado por Lautaro Martínez. En el complemento, Samuel ordenó replegarse: formó dos líneas de cuatro y dejó a Martínez con Nicolás González de atacantes.
Así se fue diluyendo el tiempo, entre empellones y amarillas que fue sacando Anderson Daronco, de correcta labor. Cuando parecía que la sangre empezaba a hervir, con los jugadores de ambos equipos haciéndose gestos, el réferi brasileño con aspecto de fisicoculturista enseñó los bíceps y llamó a la calma. Esa calma que, de seguro, tendrá en la noche del desierto Samuel, pues estuvo a la altura del encargo que le otorgó Scaloni, quien también dormirá tranquilo porque su oncena sigue cuajando. Calma de la que más bien carecerá Lasarte porque a Chile se le ven ya las fisuras que provoca el paso del tiempo y porque quienes deben apuntalar la vieja casa aún no están a la altura.
Fotos: AFP
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