Centenaria aventura
Enfrentar a Uruguay en Montevideo por las Eliminatorias siempre se caracterizó por el clima vivido en la previa. Pesimismo, triunfalismo. Escándalos, despidos. En general, las emociones se exacerban antes de visitar el Centenario. De allí se han sacado triunfos memorables y jornadas desoladoras. De seis partidos eliminatorios, solo la mitad fue derrota. Algo es algo.
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Fotos y recortes: diarios La Crónica y Líbero; revistas El Gráfico Argentina y Ovación
Algo tiene Perú con el Centenario. Es difícil de explicar, pero algún efecto paranormal precede cada visita a Montevideo y polariza emociones con un algún acontecimiento dentro o fuera de las canchas. ¿Será porque fue Perú el rival que, allá por el Mundial del '30, tuvo Uruguay al estrenar el mítico escenario? Que respondan los parapsicólogos. Pero todo viaje a la capital uruguaya conlleva un misterio y un ultimátum: o se convierte en espléndida medicina para las múltiples y renovadas crisis, o deja ampollas que quedan como marca de cara a un futuro cada vez más incierto. Antes de visitar el Centenario, el trajinado eslogan de “cualquier cosa puede pasar” cae siempre perfecto.
13 de junio de 1965: Uruguay 2 - Perú 1
Una eliminatoria antes de México '70, Perú las vio verdes. Luego de superar de local y visita (1-0 y 3-6) a Venezuela, debía enfrentar a Uruguay para definir la clasificación al mundial de Inglaterra. En Lima, la selección fue superada por el visitante, que ganó con un solitario tanto de Urrumendi.
Perú debía vencer forzosamente en Montevideo para tentar un partido extra. La semana previa, sin embargo, le empezó a quitar la victoria con un suceso que bien pudiera ser considerado como predecesor de los "ampayes" de la era contemporánea. Un diario local publicó una fotografía en la que Víctor ‘Pitín’ Zegarra, una de las estrellas del equipo, salía en primer plano en una aparente juerga. La polémica y el escándalo hicieron el resto: los siete días se pasaron en discusiones en torno a si el vaso del jugador aliancista tenía Inka Kola o cerveza. Para no exacerbar los ánimos, el técnico Marcos Calderón excluyó a ‘Pitín’ del viaje a Montevideo.
La alegría por el madrugador tanto de Ángel Uribe (3’) duró apenas minutos. A los 20’ Uruguay ya empataba por intermedio de Silva. Una hora después, a los 20’ del segundo, Rocha sentenciaba la clasificación uruguaya. El anhelado mundial se postergaba cuatro años más.
23 de agosto de 1981: Uruguay 1 - Perú 2
Esta vez las polémicas y discusiones, antes del viaje a Montevideo, eran más sanas: que cuál era mejor, el equipo del '69 o el del '81. Tras empatar 1-1 en Bogotá, Perú le había ganado con claridad a Colombia por 2-0 y se jugaba media clasificación en tierras uruguayas. Entusiasmados y más peritos que nunca, respondían canillitas, contadores, monjas, médicos, gerentes, lustrabotas, diputados, abuelitas. El de ‘Didí’ ganaba por ligero margen. Los resultados se voltearían tras el ‘Centenariazo’.
Los goles de Guillermo La Rosa y Julio César Uribe solo han sido superados en repetición por los de ‘Cachito’ en La Bombonera. Del descuento de Waldemar Victorino (que al final de su carrera -fines de los '80- recalaría con relativo éxito en Sport Boys y Defensor Lima) nadie se acordó. El equipo de ‘Tim’ ganó adeptos en toda Sudamérica. Hay quienes dicen que Perú jamás volvió a jugar lo que jugó aquella tarde en Montevideo.
24 de setiembre de 1989: Uruguay 2 - Perú 0
La antítesis de 1981. Posiblemente nunca Perú haya llegado tan desmoralizado a un partido en Montevideo. No solo por el desastre eliminatorio (0 puntos en tres partidos, incluida la derrota en casa ante Bolivia), que le costó un temprano despido al brasileño ‘Pepe’, el técnico extranjero más bonachón y, a su vez, más perdido que haya pasado por la blanquirroja. El país estaba abatido moral y económicamente, y solo la medalla de plata conseguida un año atrás por el vóley en Seúl había levantado en algo los ánimos. Por lo que, previsiblemente, se instaló en toda la prensa y toda la afición la eterna dicotomía entre ganadores y perdedores, hoy revivida gracias a los éxitos de Luis Horna. El fútbol, naturalmente, estaba en el segundo rubro.
Con Percy ‘Trucha’ Rojas carbonizando su carrera de entrenador en un interinato que no valía la pena, Perú llegó a Montevideo con miles de problemas. Los jugadores exigían los premios (¿?) de la eliminatoria y se peleaban públicamente con los dirigentes. Jorge Olaechea, uno de los experimentados del plantel, se negó a jugar ante Uruguay, lo que le costó una suspensión de seis meses sin poder defender a su club (Sporting Cristal) en el torneo casero. La despedida en Montevideo pasó totalmente desapercibida. Con goles de Ruben Sosa, Uruguay ganó cómodamente por 2-0 y clasificó a Italia. La televisión transmitió el partido por mero compromiso y algunos diarios ni siquiera publicaron fotos del encuentro. Ni siquiera alguna de archivo. Aquel año el fútbol peruano sí que colapsó.
15 de diciembre de 1996: Uruguay 2 - Perú 0
La campaña eliminatoria más digna de los últimos años también tuvo su respectiva cuota de escándalo. Después de un inicio incierto, Perú iba encontrando el camino. Había goleado 4-1 a Venezuela, logrando un triunfo en eliminatorias después de 11 años. Se venía el partido con Uruguay y tanta tranquilidad parecía sospechosa. Entonces, llegó el escándalo Miramar.
Un diario local publicó una foto de los seleccionados Percy Olivares, Manuel Marengo, Roberto Farfán y Nolberto Solano en una reunión al interior del Complejo Deportivo Miramar en San Miguel. En la grata compañía de ex voleibolistas, no escaseaban la cerveza ni los dotes artísticos de los seleccionados: cajones y timbales amenizaban la velada. Tres de los cuatro jugadores (‘Ñol’ se salvó pues no iba a jugar en Montevideo por suspensión) fueron momentáneamente desconvocados por Juan Carlos Oblitas hasta que se aclararan los hechos. Días después, sin embargo -y ante fuertes presunciones de que periodistas críticos del proceso habían promovido el escándalo-, el ‘Ciego’ perdonó. Marengo y Olivares arrancaron ante los ‘charrúas’ y tuvieron un discreto nivel que atizó las críticas. Uruguay ganó con goles de Paolo Montero y Pablo Bengoechea; ni el penal atajado por Balerio a Francescoli ni el gol mal anulado a Roberto Palacios menguaron la momentánea crisis. Fue el peor error de Oblitas en todo el proceso.
26 de julio de 2000: Uruguay 0 - Perú 0
Esta previa sí fue un chiste. La euforia inicial por el triunfo sobre Paraguay (2-0) y el empate en Santiago (1-1) se fue diluyendo escalonadamente conforme llegaban las derrotas ante Brasil (0-1), Ecuador (2-1) y Colombia (0-1). Antes de partir a la difícil misión en Montevideo, dos seleccionados que volvían a recibir el enésimo salvavidas en sus carreras hicieron de las suyas: los Flores, que no serán hermanos, pero cuánto se parecen.
‘Kukín’ ya estaba afónico de pedir un lugarcito en la selección y Maturana le dio la oportunidad frente a Colombia. Desentonó. Tendría una nueva chance en Montevideo, pero entró a tallar una súbita e inexplicable lesión. Se rumoreó que fue en un riña callejera o en una pichanga de barrio; lo cierto es que de la Videna había salido intacto. Y no lo llamaron más. ‘Chiquito’, en cambio, fue ampayado en la calle a las 5 de la mañana. Su excusa fue que había madrugado para comprar arroz. Nunca el fútbol volvió a dar tamaña muestra de humor involuntario.
Contraviniendo sus oníricos apostolados, Maturana colgó a Perú de su propio arco y, con una actitud tan temerosa que fue cuestionada en todo el continente, arañó un empate del Centenario.
1 de junio de 2004: Uruguay 1 - Perú 3
A diferencia de otras ocasiones, no hubo esa vez alguna bomba mediática que sacara a los seleccionados del partido. Eso sí, los ánimos estaban bastante caídos luego de la contundente derrota en casa ante Colombia (0-2). La previa no pasó de los primeros ataques contra el técnico brasileño Paulo Autuori, los cuales irían creciendo con el correr de las semanas a pocos menos de exigir su deportación.
Inesperadamente, Perú sacó un triunfo tan fabuloso como efímero. Pocas veces una selección peruana sacó tanto provecho de sus contragolpes. Solano, Pizarro y Jefferson Farfán vencieron la valla de Carini. El equipo estuvo sólido y no se amilanó ante el descuento de Forlán. Se dio el lujo de agravar la situación de los charrúas, que en la fecha anterior habían sido vapuleados (0-3) por Venezuela en el mismo Centenario; extrañamente, Perú forzó una crisis ajena.
Esas cosas pasan de vez en cuando, así que no hay que perder las esperanzas.
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