Único enfrentamiento entre Menotti y Bilardo: Ganado por una flaca nariz

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Roberto Castro | @rcastrolizarbe Director General |
Han transcurrido dos décadas del round más recordado de una pelea sinfín. Y para comprender cuánto ha cambiado la percepción del fútbol desde entonces, es delicioso echar un vistazo a un artículo publicado en la edición del 3 de noviembre de 1996 en el diario El País de España, firmado por Carlos Ares en la hora previa de aquel último enfrentamiento desde los banquillos entre César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo.
"Llegó el día tan temido. Tal como venía, el fútbol argentino iba a llegar al punto de tener que convocar a los aficionados a los campos por el nombre de los entrenadores antes que por la calidad de los jugadores que le quedan a los equipos. El pasado, el presente y el improbable futuro se juega en un solo partido de la décima jornada de la Liga, donde no se enfrentan el Boca y el Independiente, sino Carlos Bilardo, entrenador del Boca, y César Menotti, entrenador del Independiente. El espectáculo fue promocionado así por la prensa: Menotti contra Bilardo, El flaco contra el narigón".
Es decir, hace veinte años, la prensa española, aquella que en tiempos recientes alimentó hasta el clímax la controversia de dos propuestas en las antípodas como las de Josep Guardiola y José Mourinho, era firme crítica de la reducción del análisis de un partido de fútbol a la rivalidad entre dos entrenadores. Muestra contundente de la trayectoria que el mundo del fútbol ha seguido, desde los noventa hasta la actualidad, hacia la individualización del espectáculo, rumbo a la supercampeonización -a partir de la metáfora en perspectiva con Oliver Atton y Steve Hyuga- de su debate.
Los antecedentes
Para explicar cómo llegaron Bilardo y Menotti a estar frente a frente aquella tarde de noviembre de 1996, lo primero que debe aclararse es que no fue la primera vez que rivalizaron en un campo de fútbol; ni siquiera la primera en que lo hicieron como entrenadores.
Como futbolistas, les tocó ser rivales en una sola ocasión 31 años antes: el 2 de mayo de 1965, el Estudiantes del 'Narigón' igualó 2-2 en su cancha de 1 y 57 con el Boca Juniors en que militaba el 'Flaco', con ambos como titulares. Y como técnicos, les había tocado verse las caras dos veces en el Metropolitano de 1973, aquel torneo que el Huracán de Menotti se llevó con una de las mejores premisas de buen juego que recuerde el fútbol argentino. En la ida, en cancha del 'Globo', igualaron 3-3; y en la vuelta, en La Plata, Huracán se quedó con el triunfo por 0-1 merced a un gol de tiro libre de una de sus figuras, Carlos Babington.
Sin embargo, en ninguno de esos enfrentamientos Bilardo y Menotti eran aún enemigos irreconciliables, situación alimentada por diversos caldos de cultivo pero que se desató solo en 1983, luego de que la selección argentina Sub-23, dirigida por el 'Narigón', sucumbiera en un amistoso ante Real Valladolid en Zorrilla por 2-0. Después del cotejo, una columna mortíferamente crítica firmada por el 'Flaco' apareció en la revista El Gráfico, lo cual fue interpretado como una afrenta por Bilardo, esclavo incorregible del "qué dirán". Y a partir de eso, solo a partir de eso, se gestó todo un rollo reforzado por los consejos de Menotti desoídos por Bilardo respecto de a quién debía convocar y a quién no a la selección albiceleste -luego de que hicieran la posta en el banquillo tras el Mundial de 1982- y, esencialmente, por la ideas encontradas de uno de jugar siempre y del otro de ganar siempre.
En esas condiciones, la novena fecha del Apertura argentino 1996 encontraba a ambos en posiciones contradictorias respecto de sus premisas. Era Menotti el ganador, al frente de un Independiente galopante que marcha invicto pero acababa de perder la punta a manos del tanto o más prolijo River Plate de Ramón Díaz. Bilardo, en cambio, la pasaba mal con el dream team que Mauricio Macri le había diseñado en Boca Juniors, que deambulaba por la media tabla y que según el conventillo se libraba de una crítica mayor solo porque el DT tenía los favores de la barra brava del club de la ribera, mientras el resto de 'La Bombonera' era muy duro con el presente de un club que solo había campeonado una vez en los últimos quince años.
Las postales
El partido lo ganó Independiente. Como para reforzar el estigma paradójico de que en los números, esos que Menotti no quiere revisar ni para marcar un teléfono y que determinan obsesivamente la receta de vida del doctor Bilardo, el 'Narigón' jamás pudo derrotar al 'Flaco'.
Sin embargo, el fútbol es mucho más que un mero resultado. Es anécdota e imagen; es recuerdo y color de una tarde-noche significativa para el ying-yang del fútbol mundial, que tiene en esta rivalidad reflejada dos maneras de ver la vida. Algunas escenas pintan el cuadro completo de lo que ocurrió hace veinte años en La Boca, así como los apuntes de algunas plumas emblemáticas que quedaron para la posteridad como documentación de aquel Menotti 1 - Bilardo 0.
"Las diferencias entre Bilardo y Menotti existen. A Carlos le gustaban Los Wawancó y a Menotti, Mercedes Sosa. Bilardo prefiere líbero y stoppers y el Flaco la zona. Pero a los dos les importa el jugador, los caños, el sombrero. Tienen muchas cosas en común, aunque no se note..." (Diego Armando Maradona)
Como casi nunca, la foto de la tribuna de palcos de 'La Bombonera' no apuntó hacia la ubicación de Diego Armando Maradona, con su bandera azul y oro auspiciada por Lo Jack. Fue, más bien, panorámica para captar en una sola escena a Bilardo a la izquierda y a Menotti a la derecha, en nueva abierta contradicción con sus respectivas convicciones políticas.
Ambos habían salido al campo en movimentos milimétricamente calculados. El 'Narigón' primero, detrás de un asistente para reducir el riesgo de ser captado en una misma toma por las cámaras con su archirrival; el 'Flaco' luego, con paso más cansino, cabellera larga al viento, cigarro infaltable en los labios y una toalla en la cabeza para protegerse de los escupitajos que caerían desde los palcos. Un show.
"¡Basta con este tema! Ni Bilardo ni Menotti marcaron la historia del fútbol argentino. Hubo y habrá técnicos más exitosos y capaces que ellos". (Jorge Luis Burruchaga)
El 'Burru', amén de Maradona símbolo principal del mayor éxito de Bilardo como técnico: el autor del gol más gritado por el técnico de nariz grande que no grita los goles. El 'Burru', guía y conductor a los 35 años de edad de ese Independiente de Menotti que en 'La Bombonera' salió a pisar pelota pero se encontró con un rival parado en sus ideas, calculador y contragolpeador para hacerle daño.
Los técnicos comenzaron a sufrir temprano: a los 25 segundos, Rotchen trabó a Latorre y fue penal, pero el árbitro Roberto Ruscio no lo cobró. A los 25 minutos, otra vez Latorre quedó mano a mano con Faryd Mondragón y ante la salida del golero rodó por el suelo: no fue penal, pero 'Gambetita', adalid del fútbol-espectáculo y menottista hasta la vena, lo protestó como el más reclamón de los bilardianos. Es que esa tarde, él era el '10', el conductor del equipo del 'Narigón'.
"A Menotti y a Bilardo los separan infinidades de cosas. Pero ayer coincidieron en una: sabían que una de las claves del encuentro eran las subidas de Jorge Martínez. Por eso, mientras el técnico de Independiente le pedía al marcador de punta que no dejara de proyectarse, Bilardo se desesperaba tratando de que Pompei cubriera ese sector. Tito fue uno de los blancos preferidos por el entrenador. Y si Bilardo hubiese tenido la posibilidad de cobrar cada vez que gritaba "¡Pompeiii!", su cuenta bancaria se hubiera incrementado notablemente frente a Independiente". (Horacio Pagani)
Observación importante del ojo agudo de Pagani, jefe de deportes de un diario como Clarín que es identificado como de derecha pero que, en lo futbolístico, siempre defendió desde sus páginas al menottismo y su manejo de balón, como principal medio crítico del bilardismo y sus maneras. Roberto Fabián Pompei, quien en el Perú dirigió a Deportivo Municipal, corría por el lado izquierdo del campo y tapaba la subida de Martínez, uno de los más destacados de la noche de La Boca.
Por el lado opuesto, en el 3-4-1-2 xeneize, corría el 'Huevo' Toresani, quien en la foto aparece protagonizando la ocasión más clara de los locales: disparo con empeine recto y raso directo al pie de Mondragón. Independiente tenía la pelota, la bendita posesión; Boca manejaba las contras y disponía de las malditas chances de gol.
"Un ballet de hombres cayéndose, trabados, enojados, impotentes. Una escultura enmarañada donde resulta imposible determinar de quién es tal pierna o brazo. Un espectáculo fantástico por otros caminos a los que el fútbol sueña. Un pedazo de historia devorado por una tarde que no podía compararse con nada, aun antes de jugarse el clásico que definieron un cierto mandato estadístico, el oportunismo de Guerrero, la debilidad espiritual de Ruscio, la zonzera de Fabbri y la cruz que arrastra Bilardo". (Víctor Hugo Morales)
Víctor Hugo, el mejor relator de todos los tiempos, es políticamente un hombre de izquierda. Pero no por eso deja de ser adversario público de Menotti, a quien llegó a entablarle una demanda judicial por ofensas públicas cuya causa fue desestimada por el juez a cargo. Acaso por eso, en su columna post partido en El Gráfico -que aún era de Editorial Atlántida- describió con lujo de detalles la espectacularidad de la rivalidad que hacía único y singular a este encuentro, pero sin mencionar una sola vez el nombre o el apellido del 'Flaco'. La facilidad de un privilegiado de la palabra cuya cita superior describe bien lo que fue el gol de Francisco Gabriel Guerrero, el único de la tarde.
'Panchito', goleador de moda en aquel Independiente, hoy quema a los 39 años sus últimos cartuchos en el fútbol chipriota, como saldo remanente de la promesa que jamás fue realidad. Salvo en aquel gol para Menotti conquistado de la forma más bilardiana: balón parado, pivoteo en el área del central más rústico -el 'Polaco' Arzeno, a quien abraza en la foto- y remate a los trompicones para batir a Navarro Montoya. Las absurdas expulsiones de los Néstor de la defensa de Boca, Fabbri -quiso meter un gol con la mano- y Lorenzo -insultó al árbitro asistente Gerardo Bertone- sumaron a favor del visitante, que acusó por visible compensación la roja a Rotchen.
"El triunfo de Independiente no decreta que Menotti es un genio y Bilardo, un ignorante. Nada de eso. Es nada más que el resultado de un partido. Que podría haber sido al revés y eso no iba a significar que Bilardo tiene la verdad y Menotti es el abanderado de una mentira". (Juvenal)
"Algo, sí, es históricamente cierto. Hace 65 años que ese fútbol que ganó este último domingo con Independiente, le viene ganando al otro. La excepción puede dar lugar a que un cuadro gane jugando mal. Sin ir más lejos, fue lo que pasó en el último Boca - River. Pero lo normal es que el triunfo premie al cuadro que trata a la pelota con más pulcritud y esmero, al que brinda el espectáculo más atrayente, al que intenta jugar mejor. Por eso ganó Independiente. Así de simple". (Juvenal)
Nada mejor que la sentencia de Julio César Pasquato, el monumental Juvenal al que el periodismo de análisis sesudo tanto extraña como pluma firmante, para resumir el cierre de una tarde inolvidable. Menotti se fue ganador, con un único abrazo: al joven y emocionado lateral Christian Díaz, años más tarde conocido del Perú por su buen trabajo como DT de la Universidad San Martín. Bilardo se fue perdedor y envuelto en sus formas: impidiéndole a Christian Dollberg intercambiar la camiseta con su amigo Raúl Cascini, pues iba contra los códigos que él sigue.
"¡Pero qué te pasa, pedazo de boludo! ¡Esto es un partido de fútbol nada más!". No, amigo Cascini -por entonces rojo pero futuro xeneize importante-: esto era más que un partido de fútbol. Eran el antagonismo y la contradicción hechos historia.
Recortes: El Gráfico Argentina
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