Dueño de nadie

El capo: Loco a medias
Lo poco que se destacó en el partido estuvo en el primer tiempo, cuando Sao Paulo se plantó en La Bombonera como el equipo dominante, situación que Lucas aprovechó para desbordar por los flancos argentinos como quiso. Su habilidad tuvo a mal traer a Tigre que recién en la parte final tuvo respiro ante el poco volumen ofensivo de los brasileños, lo que acabó por contagiar su juego.
La clave: Rojo mata pasión
Hasta los 13’ el partido tuvo cierto equilibrio en el trámite, pero las rojas para cada equipo rompieron el juego que desde ese instante decayó para nunca más volver. Si bien Sao Paulo se acomodó mejor en el resto de la primera etapa, Tigre reaccionó en la complementaria, volcando su juego hacia el campo brasileño que, si bien por momentos se vio encasillado por los centros, no tuvo mayor problema en defender el arco de Rogério Ceni.
La calamidad: Esquivó una pero no la otra
Lo que era una simple discusión con el juego detenido, Luis Fabiano acabó por convertirlo en un momento tenso que se cerró con dos expulsiones. El ‘9’ de Sao Paulo no tuvo mejor idea que aplicarle un puntazo a la rodilla de Alejandro Donatti, defensa de Tigre, quien pese a evitar por centímetros la agresión se lanzó al césped “adolorido”. Para su mala suerte, el despliegue actoral le salió caro, ya que el árbitro se percató del engaño y acabó también por echarlo.
El duelo: Claro ganador
En los momentos con mayor brío ofensivo de Sao Paulo, tal como ya se mencionó, Lucas fue de lo mejor. Así fue que en ese lapso el que la pasó mal fue Norberto Paparatto, marcador por el sector derecho de Tigre que se debió exigir al máximo para controlar al menos algunos de los arrestos ofensivos del brasileño. Para suerte del argentino, el atacante de la visita tuvo poca fortuna para tomar la decisión final en sus jugadas.
El jugadón: La última chispa
Cuando el partido estaba frío en situaciones ofensivas, a los 81’ Lucas hizo un último esfuerzo para tentar un gol sorpresa sobre Tigre. Así, tomó el balón al borde del área y empezó a sortear defensas uno tras otro hasta sumar cuatro y llegar hasta la última línea, momento en el que optó por sacar un pase hacia atrás que no encontró receptor y acabó por ser despejado.
La cancha: Tribunas azul sin oro
Tigre llegó haciendo muchos méritos a la final de la Copa Sudamericana, pero al hacerlo se privó de seguir jugando como local en su estadio, el José Dellagiovanna, con capacidad para 28.684 asientos que, sin embargo, resultan escasos para los 40.000 que requiere la Conmebol para disputar la última etapa de un torneo internacional. Por ello, el partido contra Sao Paulo acabó por jugarse en La Bombonera, recinto que si bien no lució lleno sí estuvo colmado de aliento para el ‘Matador de Victoria’.
El homenaje: Un campeón no se olvida
La noticia de la semana en el mundo futbolístico fue el deceso del ex arquero colombiano Miguel Calero, algo que no pasó desapercibido en el partido ya que se le rindió tributo con un minuto de silencio previo al pitazo inicial. Precisamente, fue la Copa Sudamericana uno de los mayores logros que Calero alcanzó en su carrera, ya que la ganó en el año 2006 atajando en el Pachuca mexicano.
Kazuki Ito: Pasó raspando
La cuarteta paraguaya que estuvo a cargo de la primera final se mostró correcta durante los 90’, aunque tuvo dos momentos que se prestan para la discusión. El primero es la expulsión del argentino Alejandro Donatti, que para algunos resultó excesiva ya que, si bien su intento de engaño fue burdo, podría haber sido resuelto con una tarjeta amarilla. Aún así, ante lo tensa de la situación, se destaca que Antonio Arias, juez principal, haya podido salvar el impase. El segundo momento se dio en los minutos adicionales del primer tiempo cuando Osvaldo cayó en el gramado producto de un puñete en el rostro de parte de Mariano Echeverría. Dicha acción no fue captada por los árbitros aunque sí por las cámaras de la transmisión, lo que dejó en evidencia un error poco reclamado en el campo.
Fotos: AP
