Crema agridulce
La Copa Sudamericana fue un nuevo bluff para la mayoría de equipos peruanos. Pese a ello dejó síntomas positivos y negativos, reflejados en los resultados de la primera fase del torneo.
Solo un equipo clasificado. Tres victorias. Cuatro derrotas. Un empate. Doce goles a favor. Dieciséis goles en contra. Saldo negativo en lo estadístico. El rendimiento también estuvo en rojo. Universitario clasificó sin problemas ante un equipo debilitado, pero cumplió en vencerlo sin sufrimiento; León estuvo muy lejos de competir con Emelec; Melgar pagó sus temblores en Barranquilla y supo competir la llave en Arequipa; Unión Comercio no le representó mayor dificultad a Águilas Doradas. De nuevo, la primera fase de la Copa Sudamericana fue deprimente.
Trago corto
Meter a todos en un mismo saco no es gratis. La Copa Sudamericana solo representa para los clubes peruanos una oportunidad para hacer caja. Una clasificación que logran gracias a alguna racha inesperada -la “gracia” de los torneos cortos- y un torneo que los suele encontrar con otras preocupaciones a muy corto plazo -repetimos, la “gracia” de los torneos cortos-.
No hay espacio para planificar, porque mientras se escribe este artículo algún dirigente debe pensar en cómo reformar su plantel en agosto, o quizás a qué técnico empezará a buscar en caso de alguna mala racha. Malas prácticas que tiene, por ejemplo, el peor equipo peruano de esta primera fase, León de Huánuco, quien en un año ha contado con tres técnicos (Wilmar Valencia, Rolando Chilavert y Carlos Ramacciotti). Enfrentó, además, a un club que en los últimos 3 años tuvo solo a dos técnicos (Gustavo Quinteros y Omar De Felippe). Los resultados no son casualidad en este caso: 6-2 global a favor de Emelec.
El gran rescate
Universitario tuvo en la Copa Sudamericana un gran aliado para recuperar el estado anímico y encontrar su forma futbolística. No señalamos el rendimiento, sino la propuesta en la cual puede sostenerse el resto del año. Reunir con acierto su jerarquía individual en ataque para resolver sus problemas generales y potenciarse. Una tarea seleccionadora en la que Luis Fernando Suárez supo desenvolverse muy bien en sus recientes experiencias.
Es así que en Puerto La Cruz, juntó a Juan Diego Gutiérrez, Edison Flores y Henry Giménez; tres complementarios. Luego ingresó Raúl Ruidíaz para jugar con Maximiliano Giusti con el mismo efecto; ídem sucedió con la dupla formada por la ‘Pulga’ y Germán Alemanno. Suárez, hasta el momento, sabe administrar sus nuevos recursos.
Dos torneos, un camino
Melgar fue a Barranquilla con la cabeza en el Apertura; volvió a Arequipa con la cabeza en Barranquilla. Juan Reynoso enfrentó la ida en Colombia con la decisión de dosificar esfuerzos con rotación. Una decisión entendible, pero no calculó el 5-0 a favor de Junior, ni si quiera una goleada. Los cambios en su once titular no daban para pensar en un resultado de esa magnitud. En la vuelta, sin embargo, no salió a lavarse la cara, sino a buscar lo que para el resto era un milagro. Con la actitud necesaria, un equipo peruano con muchos futbolistas peruanos y un técnico peruano (guárdense los tuits sobre la “debilidad mental”), buscó la diferencia necesaria para igualar la serie desde el minuto uno, y la compitió hasta el último segundo de juego.
Pese al sinsabor del ‘casi’, lo demostrado en el Monumental de la UNSA deja un buen ejemplo y prevé un mejor futuro. Un proyecto de fútbol con más de 20 meses, que se refleja en la convicción de un colectivo para sostener su propuesta, así como en el alcance de su rendimiento (4-0) ante un equipo del nivel de Junior de Barranquilla.
Tanto para (aún) tan poco.
Unión Comercio está próximo a cumplir un año y medio bajo la dirección de Walter Aristizábal, quien lo colocó en esta Copa Sudamericana por su buena campaña en 2014. El tiempo que mantiene la propuesta del colombiano es, de por sí, un síntoma positivo dentro de un fútbol de torneos cortos y perspectivas reducidas. Es saludable, pero no solo debe quedar en ello.
El 'Poderoso del Alto Mayo' no pasa de buenas actuaciones y ser un equipo simpático del torneo. Se encuentra en una zona de confort de su juego. Ataca con lo que tiene y defiende como puede. El libreto no tiene muchos diálogos. Velarde y Pajoy. Sánchez y Velarde. Trauco y Velarde. Pajoy y Sánchez. En su momento Arrieta. A veces, cada vez menos, Villamarín. Con tan poco, pues, no pudo sostener la competencia de una llave ante un equipo como Águilas Doradas que suele vivir en la mitad de la tabla de la Primera División de Colombia.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: diario El Comercio de Ecuador, Fabricio Marot
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