Con los ojos bien abiertos
A pesar de sus respectivas eliminaciones en Octavos de Final, Corea del Sur y Japón demostraron que ya son una realidad futbolera. Pudieron responder con creces al reclamo que el fútbol les hizo tras el Mundial que ambos organizaron en 2002.
A todo Park
Corea del Sur logró desperucudirse en Sudáfrica del estigma que su temprana eliminación en Alemania 2006 -sin haber hecho un mal Mundial- le acentuó tras los escándalos arbitrales de 2002, donde los coreanos quedaron en un polémico cuarto lugar. Ahora, comandados por Park Ji Sung, los surcoreanos dieron rienda a un juego veloz, eficiente y atractivo que los acaba consolidando como el grande de Asia al que el mundo mira diferente.
A pesar de que no tuvieron el rótulo de favoritos en su grupo, los 'Tigres del Asia' se mostraron como un equipo de jugadores con peso futbolístico, formulando una nueva identidad que rescató los valores de la escuela holandesa, háblese de Guus Hiddink y Dick Advocaat, quienes ya sentaron los cimientos para explotar ese fútbol tan veloz y fluido, que actualmente muestran los asiáticos. Ahora, con un histórico al mando, Huh Jung-Moo, se pusieron nuevamente en la órbita del fútbol y cerca estuvieron de llegar a Cuartos de Final, cuando tuvieron a raya a Uruguay en los minutos previos al segundo gol de Luis Suárez en el choque que los enfrentó en Octavos.
Con un recambio generacional importante en algunas líneas, partiendo por el arco (con Jung Sung-Ryong en vez del veterano Lee Woon-Jae), los surcoreanos tienen una hegemonía continental por mantener en los próximos años. Por ahora, siguen siendo el referente asiático.
Un fútbol naciente
Al parecer los conocidos 'Supercampeones' habían cobrado vida, pero no. El imponente juego defensivo de Tanaka, la velocidad de Abe, los fuertes disparos de Matsui y el gran despliegue ofensivo de Honda hicieron creer tan posible realidad, pues los jugadores de la selección de Japón irradiaron un fútbol vistoso que dejó muy satisfechos a los fanáticos del buen fútbol. En un Mundial en que se puede haber jugado bien pero no bonito, Japón cumplió con las dos condiciones.
A diferencia de su discreto papel en Alemania 2006, los nipones supieron demostrar una defensa muy sólida, una volante muy dinámica y unos delanteros de temer. Los hombres de Takeshi Okada -quien volvió a ponerse al frente del equipo luego de haber estado al mando en la primera participación mundialista nipona, en 1998- cegaron a elencos como Camerún o Dinamarca que tenían mejor pinta mundialista. El mote de equipo chico les quedó muy de lado.
Desde aquel 2002 en que clasificó por la ventana -derrotando a Rusia tras empatar con Bélgica- y luego se fue cayendo sin atenuantes ante Turquía en su propia casa, Japón había perdido terreno en la imagen mental de los fanáticos. Sin embargo, esta última y grata aparición cumplió con un doble objetivo: impactar en el mundo futbolístico y romper el mito del favoritismo. En su reciente libro Soccernomics, el ugandés-británico Simon Kuper dice que hacia mediados de siglo, Japón será uno de los dominadores del fútbol mundial. Quizá no esté desubicado.
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com
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Muy notorio el progreso del futbol del Lejano Oriente. Creo que progresivamente van marcando diferencias con los paises asiaticos del Medio Oriente, que en la decada de los 80 e inicios de los 90 parecian llevar la delantera. Solo falta que el "monstruo" chino, despierte para el futbol.