Foto: Historia Mundial del Fútbol, editorial OcéanoUn minuto menos, un nuevo gol y una nueva historia. En la primera final de un Mundial, Héctor ‘El Divino Manco’ Castro, uruguayo de pura cepa y con medio brazo menos, marcó de cabeza a los 89' el 4-2 definitivo para que los charrúas se alzaran con el título en el Centenario ante Argentina.

 

Casi al final, pero a manera de respiro. Así llegó, de certero cabezazo por parte de Héctor ‘El Divino Manco’ Castro, a los 89’, el gol que redondeó el primer Mundial para la selección uruguaya.

Ajena a la frase que afirma que nadie es profeta en su tierra, la selección charrúa inauguró los campeonatos mundiales con el honor de ser el primer campeón de la que se convertiría en la máxima justa futbolística. Los celestes ganaron con autoridad todos sus partidos y en la final derrotaron a su eterno rival sudamericano, Argentina, por 4-2. Cómo no alabar la goleada frente a Yugoslavia por 6-1 en las semifinales con tres goles de José Pedro Cea; ochenta mil uruguayos llegaron al por entonces nuevo Centenario aquel 30 de julio de 1930 para espectar cómo su selección obtendría el primero de sus dos campeonatos mundiales.

Minuto 89

Seis goles fueron adecuados al contexto de lo que se jugaba. Los dos equipos venían de cerrar por dos sets (6-1) a sus respectivos contendientes en semifinales (Estados Unidos y la mencionada Yugoslavia), y mostraban el mejor juego entre los participantes.

Los charrúas se adelantaron en el marcador por intermedio de Pablo Dorado, y Argentina respondió volteando el partido al descanso con goles de Peucelle y Stábile. Sin embargo, tras un cuarto de hora minutos de ajos y arengas, nació el que es uno de los sellos más envidiadas del fútbol en el mundo: la garra charrúa. Cea e Iriarte voltearon el cotejo, y como guinda para tremendo recuerdo llegó un centro de Dorado para el cabezazo a la carrera de Héctor Castro, en el 89’, para batir al golero Botasso y sellar el 4-2 definitivo. El sol uruguayo brillaba como la época de gloria que vivía el país charrúa. Los dirigidos por Alberto Supicci se alzaron con la primera dorada.

El 'Divino Manco' será recordado como un valeroso jugador celeste, además de haber sido el autor del primer gol en un Mundial para su selección y el primer gol convertido en el mítico Centenario: lo hizo de potente disparo ante Perú en el 1-0 de la primera fase, en la inauguración del estadio y en el arco de Jorge Pardón, el 'Patrón de la Pelota', invencible por lo demás en aquella jornada. Castro no recibía, a su vez, su apelativo por mero gusto: era manco desde los trece años por un fatal accidente en el que una sierra eléctrica cortó su antebrazo derecho. Pero esto no le restó calidad para representar a su selección: fuerza y viveza fueron dos de sus mayores cualidades. Identificado con Nacional, llegó a ser entrenador en la liga uruguaya. Hoy, al borde del aniversario 50 de su muerte, no hay mejor forma de homenajearlo que evocando la tarde en que su cabezazo recordó que a falta de un minuto siempre se puede hacer historia.

Nota: Los minutos considerados para la asignación de goles en esta sección se basan en la información disponible en la página web de la FIFA.

Foto: Historia Mundial del Fútbol, editorial Océano

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